Me he pasado toda la mañana revisando el correo una y otra vez por si me habían respondido de la juguetería.
—¿Nada?
—Nada —respondo con cansancio a la vez que me dejo caer sobre la butaca del comedor.
August y Priscila han pasado toda la mañana conmigo, lo que es un logro. He estado de un humor horrible a la espera de una respuesta que todavía no ha llegado. ¿Llegará? No lo sé.
Y, por si fuera poco, mi jefa me ha vuelto a llamar. Después de que le mandara el informe del presupuesto modificado, estuvo un tiempo sin hablarme. Ahora al parecer, quiere que le ayude con un problema de última hora con el catering, como si fuese ese mi trabajo. Me habría encantado responderle: «¡Que Matthew se encargue de eso!», pero en vez de eso he aceptado encargarme. Después de lo fuerte que me sentí enfrentándola, ahora soy una tonta de remate.
—¿Queréis ponche de huevo? Creo que Juliet ha preparado un poco —sugiero recordando que esta mañana estaba muy ociosa.
Al ver que Priscila asiente, me levanto de un salto y me fijo en que August no ha respondido.
—¿Estás bien, señor sabelotodo?
Él me mira con el ceño fruncido, todavía está dolido por lo que ocurrió ayer.
—Estaba pensando en otro enfoque.
—¿A qué te refieres?
—Toda empresa quiere un beneficio, pero ¿cuál es el que obtendrán ellos?
—¿Publicidad? —responde Priscila.
August niega con la cabeza, pensativo.
—Ellos no ganan nada.
—¿Entonces? ¿Acaso donar no es suficiente? —vuelve a argumentar Priscila y yo me quedo mirándole. Tiene razón. Hay algo que falta.
—Adornos —digo de repente y los dos me miran confusos—. Cada año sobran miles de adornos en las tiendas y muchos de ellos, por modas, no se vuelven a utilizar. ¿Y si... por cada adorno sorpresa encontrasen un descuento en algún juguete? Seguro que se animarían a comprar más.
—Habrá familias que no se lo puedan permitir ni con el descuento —comenta August.
—Tienes razón —asiento cruzándome de brazos.
—¿Un sorteo? —Priscila se apoya en el brazo del sofá y nos mira con emoción—. Cada cupón tendrá un número y todos los días se sortearán regalos.
—¡Me encanta! —exclamo entusiasmada con la nueva idea.
—Creo que podría funcionar muy bien. Ellos ganarán. Todos ganarán.
Me marcho corriendo a mi habitación para redactar todas las ideas nuevas cuando me encuentro con Juliet, que se está poniendo el abrigo para salir.
—¿A dónde vas a estas horas?
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Doce días para Navidad © |COMPLETA|
RomanceLa Navidad se acerca y en el hostal Serendipity tienen todo perfectamente planificado. Todos los años realizan un campamento con varias actividades para avivar el espíritu navideño. Quién le iba a decir a Charlotte que se iba a pasar sus vacaciones...