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      Ahora te estarás preguntando "Pero, ¿por qué hizo eso?, ¿por qué, siendo como abuela me cuenta, se cosió manos y boca?", y lo cierto es que nadie lo sabe, excepto yo.

      Su nombre es Arthur, y con el paso del tiempo formamos una hermosa amistad. Una amistad que terminó un día antes de que él se hiciera esas heridas. Desde entonces, no volvimos a vernos.

      La noche antes de ese día vino a mi casa, estaba en medio de una crisis emocional, producto de guardarse todo lo que su corazón sentía, o por lo menos eso fue lo que yo creí. Traté de apoyarlo, traté de hacerlo entrar en razón, traté de ayudarlo, pero era joven y no tenía idea de cómo ayudar a los demás, o tal vez, de manera absurda, intenté ser tan bueno como él.

      "Debes sacar todo lo que tienes dentro, Arthur. Tu corazón está a punto de colapsar, por eso te sientes de esa manera, solo sácalo". Le dije.

      "No entiendes, he sentido miedo. Un miedo muy, muy profundo".

      "¿Miedo a qué?" Le pregunté con frustración. Un amigo estaba derrumbado frente a mí, y sentía que no podía hacer nada para sacarlo de ese agujero.

El Hombre de la Boca CosidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora