Nana ||NaruHina|| ✓Completa✓

Dieciocho - Final

→Sarā←

Todo parecía surrealista como si fuera parte de una película o algo así. No presté atención a donde el conductor del coche al que me habían subido se dirigía. Al principio no creí que fuera necesario preguntar.

Pero cuando miré por la ventana, nada me resultó familiar.

"¿A dónde me llevan?" El conductor en lugar de una respuesta, cerró la división entre nosotros con una ventana corrediza mientras un humo nocivo comenzaba a llenar el asiento trasero. Tosí y me golpeé la mano contra el tabique, pero fue en vano.

Probé la manija de la puerta, pero tenía una cerradura externa en su lugar y no había escapatoria. ¿Qué diablos pasaba? Me desmayé y no sentí nada mientras mi cuerpo se desplomaba en el asiento.

. . . . 「✿」. . . .

Mi cabeza está zumbando como loca. Me llevé la mano a la sien y abrí los ojos. ¿Dónde diablos estoy? Entrecerré los ojos alrededor de la habitación que no me parecía familiar mientras la cálida luz del sol se filtraba a través de las ventanas. Era una habitación grande con otras tres camas, dos en la pared opuesta y una a unos metros de la mía.

Parecía una especie de dormitorio. Escuché ruidos provenientes del exterior. Cuando las cosas empezaron a volver a mí, salté de la cama y corrí hacia la ventana.

Podía ver el océano abajo y las montañas al otro lado. Era hermoso, pero aún así, sentí que un terror frío se filtraba en mis huesos. La puerta se abrió detrás de mí y me giré para ver a una mujer muy fornida parada allí.

"Oh, estás despierta". Tenía un acento francés muy fuerte.

"¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú?"

"Esta es la isla de Cayenne". Nunca antes lo había escuchado.

"¿Qué hago aquí?" No me gustó la sonrisa en su rostro.

"Puede que la conozcas como la Isla del Diablo". Sentí frío y mis rodillas se debilitaron.

"¿Qué estoy haciendo aquí? No pertenezco aquí".

"Estás aquí porque necesitas ayuda. Al igual que esas mujeres". Miré a las mujeres por la ventana.

Algunas caminaban sin rumbo fijo. Una se comía el pasto, y otras estaban sentadas en círculo con un hombre con uniforme de médico. "No entiendo qué es este lugar?"

"Es donde la gente como tú viene a ser tratada".

"¿Gente como yo? Yo estoy perfectamente."

Ella solo sonrió con esa sonrisa enfermiza y se acercó a la cama para colocar allí la bata de hospital que no había notado en su mano.

"Debes cambiarte de ropa ahora. Ya no necesitarás nada más". Me alejé de ella sacudiendo la cabeza mientras comenzaba la comprender.

"No puedes retenerme aquí contra mi voluntad. Soy un ser humano, tengo derechos".

"Esta es una colonia francesa, no te preocupes, te tratarán muy bien aquí. Su benefactor pagó muy bien para asegurarse de que disfrute de su estadía con nosotros".

"¿Cuánto tiempo se supone que me quedaré aquí?" Temí la respuesta antes de que llegara.

"El tiempo que sea necesario. Algunos llevan aquí más de diez años, pero el más largo ha sido dieciocho". Caí al suelo con un gemido.

Escuché con oídos entumecidos mientras la mujer explicaba los peligros de tratar de escapar. No había forma de salir de la isla excepto en barco, que casi nunca llega por aquí, y las montañas circundantes eran el hogar de animales mortales que deambulaban por ahí.