Hinata Hyuga se enamoró del apuesto adolescente Naruto en el momento en que lo vio por primera vez. Ella tenía ocho años y él dieciséis, no era posible, pero ella sabía en el fondo, que algún día él sería suyo. Y cuando Hinata le dijo audazmente que...
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En semanas posteriores a ese encuentro fui lo más normal posible. Tomé notas de todos mis movimientos y pensamientos, siendo brutalmente honesta y sin ocultar nada de la verdad mientras mi mano se movía por las páginas.
No me arriesgué a poner esto en mi diario electrónico. Tenía más confianza en los antiguos diarios con código. Esté diario tenía un aspecto de libro viejo del que nadie tendría interés en fisgonear.
Tuve mucho trabajo en las próximas semanas, un par de niños que cuidar además de mis responsabilidades académicas que fueron un poco demasiado para mí.
Hice todo lo que estaba en mi poder para no pasar por la mansión de los Uzumaki. Afortunadamente, nadie que yo conociera parecía recordar mi enamoramiento de la infancia, algo que encontré triste, ya que mi corazón estaba desangrandose justo en frente a todos. Porque mi primer amor había regresado a la ciudad con su esposa perfecta y sus hijas gemelas perfectas.
Traté de no odiarla, a esta mujer que no me conocía y no sabía cómo su existencia había pisoteado mi corazón. Y definitivamente no podía odiarlo, es el ser más perfecto en mi mente, ni siquiera cuando me miró a los ojos y no me reconoció.
También escribí sobre eso, sobre lo absurdo que era que una persona desempeñe toda su vida por otra, cuando ni siquiera tenían idea de que esa persona existe.
Él había seguido con su vida y estaba feliz. Envidié esa felicidad. Envidié su amor...
"Qué te pasa, Hinata, has estado rara toda la semana". Levanté la vista de mi diario para después cerrarlo, y vi a mi madre parada en la puerta de mi habitación.
"¿Qué? Lo siento mamá, ¿qué dijiste?" Ella negó con la cabeza, se giró y se alejó. Sacudí la cabeza como si saliera de un aturdimiento y miré hacía mí computadora.
Había comenzado una tesis sobre la psicóloga y su reacción en la anatomía de un enamorado y no le estaba poniendo mucha atención hace días. Había vuelto a perder el tiempo. Esto sucedía cada vez con más frecuencia. No es que este trabajo sea necesario, pero quería hacerlo para distraerme y porque sentía que me acercaba cada vez más a ese profundo y oscuro agujero que se había abierto frente a mí.
Tal como lo veo, puedo aferrarme a mis sentimientos de infancia no correspondidos y dejar que la amarga decepción me convierta en alguien terrible. O puedo alejarme de esos sentimientos e intentar abrirme un nuevo camino, intentar empezar de nuevo.
No sabía todavía cuál camino debía tomar cuándo unas semanas después recibí la llamada de la Sra. Sarā. Aparentemente, ella me necesitaba, después de todo.
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