Capítulo 5: Esto no va a terminar bien

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— ¡¿Cuál es tu problema?! 

Tanto Peter como Remus se miraron de forma nerviosa por los gritos de sus amigos; cuando esos dos se enfrascaban en pelearse y gritarse, no se percataban de lo que ocurría a su alrededor, lo que los llevaba a convertirse en un desagradable espectáculo para las personas que estaban cerca.

Este era el caso debido a que los alumnos que aún estaban en el pasillo dando vueltas, dejaban sus propias conversaciones y actividades de lado, para girar la cabeza y ver el gran escándalo que estaban montando los dos grandes amigos de Gryffindor; que en estos momentos, parecían más enemigos que hermanos del alma.

Con gran habilidad y cuidado, Peter logró guiar a Sirius y James por el pasillo hasta un salón en desuso. Los cuatro entraron y con un último vistazo de Remus por los alrededores, la puerta se cerró para luego lanzar un hechizo insonorizador, evitando que los alumnos que estaban afuera, escucharan.

— ¡¿Mi problema?! — Gritó el joven mago con lentes con una mirada enardecida — ¡Te estaba ayudando! — Exclamó con obviedad, desesperándose al ver que su amigo no entendía y hasta parecía ignorar, que por años actuaron de esa forma.

— ¡No necesitaba tu jodida ayuda! — Exclamó Sirius mostrando los dientes, los caninos estaban empezando a alargarse ligeramente debido a la frustración y enojo creciente, no solo de sí mismo sino también de su alfa interior.

James llevó ambas manos hacia su cabello para desordenarlo aún más de lo usual, en un gesto de pura exasperación.

— ¡Snivellus iba a sacar su varita! — Gritó con obviedad, si bien Sirius era un gran duelista, la realidad es que Snape no se quedaba atrás.

— ¡¿Y?! — Rebatió el sangre pura con la mirada enardecida, sorprendiendo y asustando un poco a su mejor amigo que nunca había sido el receptor de su mal carácter — ¡¿Crees que no puedo contra él?! ¡No tenías por qué clavarle tu maldita varita en su cuello! —

Decir que estaba furioso era quedarse corto, Sirius no podía procesar del todo bien sus propios pensamientos por los gruñidos que escuchaba dentro de su cabeza. Sabía que era su segunda naturaleza la que estaba avivando su propio coraje, aquella entidad animal que estaba más que enfurecida con James por haber casi atacado a Snape.

Pero no entendía ¿Por qué estaba tan enojado? No era la primera vez que su hermano del alma amenazaba a Snivellus de esa manera, pero por alguna extraña razón, aquel ataque le había hecho enojar hasta el punto de querer golpear a James. De no ser porque aún le quedaba algo de racionalidad, le habría dado un puñetazo en el rostro y no hubiera parado hasta dejarlo inconsciente.

Al parecer no era el único que no entendía su propio comportamiento; sus tres amigos le miraron como si acabara de decir que quería ser parte de la casa Slytherin. Tres rostros diferentes se acababan de sincronizar de forma algo chistosa, con una clara expresión de estupefacción.

— ¿Lo estás... defendiendo? — Preguntó James con la boca abierta, esperando en silencio por varios segundos a la espera de que su amigo le contradijera, pero eso nunca paso —Tenemos que llevarte a la enfermería — Dijo recomponiéndose por fin, tomando del brazo a Sirius para llevarlo a rastras de ser necesario.

Un gruñido retumbo dentro de su cabeza por ese ligero contacto. Poco falto para que aquella advertencia se convirtiera en sonoros ladridos, parecidos a los que hacia cuando se convertía en Canuto y veía algo que le disgustaba.

— ¡Ya suéltame James! — Exclamó zafándose del agarre para luego mirarlo con una expresión amenazante — ¡No tengo porque ir a la enfermería y te agradecería mucho que la próxima vez no te metas donde no te llaman! —

FeromonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora