Capítulo 6: Perro territorial

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El horario de clases volvía a comenzar y eso significaba que, los alumnos debían de estar en sus respectivos salones para ser instruidos en las materias que impartían los profesores; obviamente y como en todo colegio, a veces los alumnos se ausentaban de sus clases y este era el caso de tres Gryffindor que eran conocidos por romper las reglas de forma regular.

—No entiendo qué demonios le está pasando— Soltó entre murmullos James mientras caminaba a paso apresurado y enfadado hasta la sala común de Gryffindor.

Peter quien caminaba rápidamente para no perder el paso de sus amigos, alcanzó a situarse a uno de los lados para hablarles.

—Madam Pomfrey nos explicó que sufriríamos muchos cambios luego del despertar... tal vez eso es lo que le está pasando a Canuto.

—Peter tiene razón— Estuvo de acuerdo Remus con un rápido asentimiento de cabeza —Aún no sabemos por todo lo que está pasando Sirius, pero seguramente cuando nosotros despertemos también estaremos de mal humor—

James se detuvo abruptamente, a pocos pasos del retrato de la dama gorda, que los veía con una clara mirada de descontento por estarse saltando las clases.

—Si todos estaremos así, será un milagro que no acabemos destrozando el dormitorio.

Luego de la discusión que tuvieron, los tres amigos acordaron no ir a la siguiente clase para ir a buscar a Sirius. Aunque Remus les había dicho que debían dejarlo solo para que se tranquilizara, James aseguró que lo mejor era ir y ver como estaba, porque no se sentía a gusto dejando solo a su hermano del alma en ese estado.

Si bien solían dejar tranquilo al merodeador de ojos grises por un par de horas cuando estaba de mal humor; algo dentro de él, le había dicho que en este caso no era la mejor opción, llámenlo sexto sentido o presentimiento de amistad, pero nunca había visto a Sirius tan enfurecido.

—Resolveremos esto— Aseguró Peter con una pequeña sonrisa, tratando de animar a sus amigos.

James y Remus correspondieron la sonrisa, apreciando que a pesar de ser el más asustadizo, Peter trataba de darles apoyo moral y siendo entusiasta aunque la situación no fuera la más propicia para eso.

—Lo haremos— James se adelantó pero antes de acercarse al retrato que custodiaba la sala común de Gryffindor, la dama gordo soltó un grito de terror muy agudo que hizo romper la copa de cristal que siempre estaba en su mano.

Los tres merodeadores se sobresaltaron, mientras veían como la dama gorda salía huyendo despavorida hacia los otros retratos.

— ¡¿Pero qué demonios?! — Alcanzó a preguntar James.

Su pregunta fue rápidamente respondida cuando la puerta fue abierta de forma salvaje, por una gran mano con largas garras.

Se escuchó un horrible ladrido seguido de varios gruñidos y exhalación sonoras que se asemejaban más a un animal en estado frenético que a un estudiante.

Peter soltó un chillido parecido al de un ratón al ver a Sirius; su amigo parecía haber ganado un poco más de masa muscular en cuestión de minutos, las venas de sus brazos y cuello sobresalían como las ramas de un árbol, sus uñas cortas habían crecido hasta convertirse en garras, su perfecta sonrisa blanca ahora era intimidante por los colmillos superiores sobresaliendo, su melena rebelde estaba adornada por un par de orejas de perro y sus ojos grises que siempre relucían con un brillo subversivo y travieso, se convirtieron en dos tormentas que amenazaban con destruir todo a su paso.

Remus tomó el hombro de James para hacerlo retroceder, tragó grueso al ver que el sangre pura olfateaba el aire en un intento de percibir el rastro de algún aroma.

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