Capítulo 8: Feromonas, besos, gruñidos, abrazos y corazones rotos

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Si había algo en lo que Severus podía sentirse orgulloso; además de su gran talento para las pociones y las artes oscuras, era su gran capacidad para reprimir las emociones de su rostro. Difícilmente podías identificar o interpretar sus expresiones, de otra cosa que no fueran aburrimiento o desprecio.

Claro que su capacidad actoral se había visto afectada por su despertar, donde el horrible lado sensible y empático omega, le hacía susceptible a sentir sus emociones con mayor fuerza.

Hasta ahora se las había arreglado bien, pero lo que acababa de hacer Black, había terminado por derrumbar todo su auto control.

Aunque le molestara profundamente, no podía culparlo del todo, porque en estos momentos se guiaba por sus instintos; aunque aún no entendía como es que el lado alfa de ese idiota, podía ser tan empalagoso.

Pero al diablo con eso; el Gryffindor llevaba haciéndole la vida añicos por los últimos años, una jodida transformación perruna no iba a quitarle su derecho de detestar a Black.

Quería maldecirlo, abofetearlo y hechizarlo para que lo soltara ¡¿Cómo se atrevía a lamerle los labios?! ¡Peor! ¡¿Quién se creía que era para hacerlo y mirarlo como si nada?!

Severus abrió y cerró la boca pero ningún sonido salió de ella; lo que era aún peor, es que su rostro se había vuelto más rojo que el uniforme de los leones y el aroma a margaritas y vainilla se había dulcificado. Debido a la previa estimulación de la lengua del sangre pura, sus feromonas tenían más presencia, hasta el punto que Lucius pudo sentirlas.

— ¡Suficiente! — Interrumpió el sangre pura de envidiable cabellera rubia —Black, suelta a Severus antes de que le contagies las pulgas— Las feromonas alfas de Malfoy empezaron a emanar, combatiendo las del animago.

Al sentir el aroma amenazador de otro alfa; Sirius gruñó profundamente pero, lejos de saltar de su lugar para atacar a Malfoy, abrazó protectoramente a Severus.

El Slytherin estaba demasiado rojo y aunque su rostro estaba oculto de la vista de todos; podía sentir el calor en sus mejillas, el violento latir de su corazón y las embriagadoras feromonas de Black.

—Detente Lucius— Se adelantó Narcissa, tomando el brazo de su prometido para hacerlo retroceder —Lo estas empeorando—

Apenas ambos rubios se pusieron a una distancia segura, el animago transformado dejó de gruñir y volvió a su tarea de enterrar su rostro en el cuello del omega, para seguir estimulando sus glándulas de olor y así, poder sentir sus feromonas.

Contra todo sentido común; el mago de ojos negros ladeó ligeramente el cuello para darle al alfa más acceso, haciendo que el contrario volviera a mover su cola con alegría.

—Maldito instinto omega, estúpido Black, estúpidas feromonas— Maldecía mentalmente el Slytherin, sintiendo la euforia de su animal interior al ser cuidado de forma tan dulce y protectora.

No sabía lo hambriento que esta de afecto; no al menos hasta el punto de querer ronronear por las atenciones de Black.

Mientras tanto, el improvisado grupo de espectadores veía a ambos adolescentes con muecas complicadas.

—Esto no tiene sentido ¿Por qué Canuto no deja ir a Snivellus? — Preguntó en voz alta Peter.

Si alguien le hubiera dicho hace unas horas, que Sirius sería capaz de secuestrar a la serpiente más desaliñada y molesta de todo Slytherin para abrazarlo y lamerlo, primero se habría puesto verde del asco, para luego alejarse lentamente de esa persona.

Pero sus ojos no lo engañaban; la actitud de Sirius le recordaba mucho a la de sus padres cuando creían que él no estaba cerca, y aprovechaban para ponerse acaramelados.

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