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Lumine se despertó un nuevo día frotándose los ojos luego de darle un buen golpe a su reloj despertador, se había dormido tarde debido a su presentación pero por suerte había avanzado bastante y, en caso de que estuviera mal encaminada, podría preguntarle al profesor si sería necesario ahondar en unos temas más que en otros.

Escuchó que golpeaban su puerta.

—¡Ey, Lumine! ¿Ya estás despierta?— oyó la voz de Aether del otro lado y le contestó con un balbuceo. —Bien, te dejé el desayuno preparado, yo me voy antes hoy.

Comió su desayuno, se cepilló los dientes y se vistió sin terminar de despertar pero cuando tomó sus cosas y sintió el aire exterior de camino al trabajo se animó y finalizó el trayecto con una sonrisa pintada en el rostro.

Entró en el café tarareando una melodía y se encontró con Noelle, la dueña del café y compañera de trabajo también, limpiando con esmero las mesas de madera.

—Buenos días, Noelle, trabajando mucho como siempre...

—Buenos días Lumine, hago mi mejor esfuerzo sí— le contestó. —Llegaste un poco temprano.

—Sí, es verdad— consultó su reloj pensando que podría haber dormido al menos media hora más. —Iré a cambiarme, ¿quieres que comience con algo mientras tanto?

—Sí, ¿podrías preparar el café?

—Por supuesto.

Fue al pequeño vestidor femenino y se colocó su camisa blanca, el corbatín y el delantal negro que conformaban su uniforme laboral, para luego dirigirse a la cocina para poder recargar las cafeteras. Se dio cuenta de que no quedaba café en la bolsa por lo que fue a la despensa a buscar otra.

—Ay, está muy alto...— murmuró, aunque igualmente sabía que llegaba. 

Se sujetó de uno de los estantes para poder estirarse más, logrando alcanzar la bolsa con la punta de los dedos, tironeó un poco hacia el borde para poder tomarla con más firmeza.

Pero no logró sostenerla debido al peso, ya estaba pensando que se le caería encima cuando sintió una mano en su cintura y vio otra sujetar la bolsa rápidamente.

—Ten cuidado, son muy pesadas— habló una voz varonil a sus espaldas, lo que hizo que se diera la vuelta inmediatamente.

—Gracias, Xiao— le dijo, sonrojada y sorprendida de verlo de pronto, no sabía que les tocaba el mismo turno esa mañana. —Buenos días...

—Buenos días, ¿la llevo a la cocina?

—Ah, yo puedo hacer...

—No te preocupes— la interrumpió. —Yo la llevo y tú recargas las máquinas.

—Está bien.

Su corazón latía desbocado y llegó a pensar que sufriría un ataque si no lograba calmarse de una buena vez, no era posible que cada vez que se lo cruzaba sorpresivamente se pusiera tan nerviosa, como si el hecho de prepararse mentalmente para verlo hiciera alguna diferencia.

"Cálmate o pensará que eres extraña" le dijo su pequeña Lumine interior.

—Aquí la dejo— apoyó la bolsa sobre la encimera y se fue en la dirección por la que habían venido, posiblemente para cambiarse también.

Lumine suspiró con resignación.

Había conocido a Xiao hacía tres años atrás y, desde el día cero prácticamente, había despertado su interés, al principio por curiosidad de saber quién era ese joven poco social que compartía un espacio de 6 horas con ella. Pero con el tiempo se había dado cuenta que, aunque no le gustaba andar simpatizando con todo el mundo, era muy amable, no le conocía más amigos que sus compañeros de trabajo y por lo general no hablaba mucho. 

|XiaoLumi| Como polvo de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora