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    En el umbral del amanecer, cuando la oscuridad aún se aferraba al mundo, Jimin abría los ojos con una precisión casi militar. Su reloj interno lo despertaba puntualmente a las cinco de la mañana, momento en que comenzaba su ritual diario: Treinta minutos de trote matutino para despejar la mente y preparar el cuerpo para el desafío del día.

Con una disciplina férrea, se imponía un régimen de autoperfeccionamiento. Su físico atlético y su rostro apuesto eran solo la fachada de un carácter implacable. Sus ojos, dos pozos de intensidad que podían paralizar con una sola mirada. Su voz, suave pero autoritaria, inspiraba obediencia.

Cada mañana, el parque era testigo de su determinación. Corría con una gracia felina, sus piernas fuertes y resistentes, forjadas en el crisol de su pasión por la policía. No era un hombre común, sino un guerrero moderno, armado con belleza y energía.

Después de su plan de cada rotura del amanecer, Jimin regresaba a su departamento. Se duchaba con rapidez, lavando su cabellera negra azabache, y se preparaba para enfrentar el día. Su sentido del olfato era tan exigente como su voluntad, cada detalle debía ser perfecto: su olor corporal, su pelo, su aliento.

Listo para enfrentar el desafío, se dirigió a su garaje, donde lo esperaba su deportivo, símbolo de su éxito y su estilo de vida. No era un hombre adinerado, pero vivía como le placía.

  Mientras conducía por las calles que se llenaban de autos, Jimin encendió la música, una suave melodía de rock que lo acompañaba en su camino. Odiaba el tráfico, por eso salía temprano, pero también lo hacía para prepararse mentalmente.

Al llegar a su destino, bajó del auto con la confianza de un modelo, pero no te dejes engañar por su rostro delicado. Detrás de esa aspecto casi dulce, se escondía un hombre capaz de romperte las piernas en un abrir y cerrar de ojos.

— Buenos días, oficial Park — lo saludó Min Yoongi, un compañero de trabajo.

— Buen día, Min — respondió de forma neutra, característica de su personalidad poco social.

— El comisario Kim lo está esperando en la oficina — avisó.

Jimin se dirigió a la oficina de su superior, donde lo esperaba un nuevo caso que lo pondría a prueba. Al entrar, se encontró con Namjoon, quien lo recibió con una media reverencia.

— Buen día, señor. ¿Me esperaba?

— Sí, de hecho, hay un nuevo caso — respondió, entregándole una carpeta con la información — "Vante" un narcotraficante y asesino, sin contar el contrabando y lavado de dinero que solo adornan su expediente — el menor ojeó las páginas, analizando la información y a sonrió ladeado, listo para aceptar el desafío.

— Leeré todo y comenzaré lo antes posible — dijo — ¿Alguna pista sobre dónde está? Seúl es muy grande.

— Por el momento no, pero qué crees...

— ¿Qué creo? — siguió mirando las hojas.

— Con tu agilidad y la de tu nuevo compañero, ese hijo de puta caerá — respondió — Es el mejor espía de este país. Estoy seguro de que esta vez será definitivo.

El más bajo hizo una mueca. Odiaba trabajar con perros falderos que solo entorpecían su modo operativo — ¿Y se puede saber quién demonios será mi compañero?

— Debe estar afuera esperando la orden para entrar. Su nombre es Jeon Jungkook.

Jimin se levantó de la silla con un golpe, su rostro enrojecido por la ira. — Me estás jodiendo ¿Verdad? — caminaba de un lado a otro, su mente bullendo de rabia — estudié con ese imbécil y lo último que quiero es trabajar con él a mi lado.

Police brutality (kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora