Como las manifestaciones de los gritos del averno, algo sucedió terrenalmente, en donde se presenció una sensación oscura, triste y grave, haciéndome reflexionar sobre la muerte.
El silencio había sido callado por una explosión estrépito de un accidente automovilístico que había ocurrido a unos kilómetros cerca de mi moribundo cuerpo que se halla frágil y totalmente inmóvil, cubierto de sangre.
Ese hecho de intriga impedía entender con claridad y precisión si algún privilegiado había sido advertido por este evento catastrófico.
Una segunda súbita explosión cogió protagonismo, dejándome en completa cobardía sobre este campo de contaminación auditiva.
En este imprevisto e inseguro momento de sobrecogimiento hubo una instantánea exigua lluvia de fragmentos metálicos correspondientes a ese ómnibus que se volcó sobre mi vehículo. Descendió aquellas partes del bus como mortíferos granizos, pero al concluir experimentó una gran dosis de alivio.
En aquel accidente, lamentos se escucharon, súplicas y clemencia que venían evidentemente de unos inocentes que quedaron encallados, pero lastimosamente no los ayudaría. Su existencia terminaría. Inocentes vidas humanas acabarían por mi cobardía; sin embargo, expresé alegría por la satisfacción y el alivio por haber resultado aislado de todo aquel sufrimiento. Siendo uno o el único de los bienaventurados en no salir perjudicado.
Al verlos atormentados por el humo del tormento que sube y que no tiene reposo, mis ojos centellaron en miles de lágrimas por haber sido salvados, pero en este sosiego un mortífero fragmento de acero inoxidable descendió desde los cielos desplomándose delante de mí.
Cuando observo atrás veo a una joven niña desvistiéndose mientras corría deslumbrando con su alargada cabellera rojiza ondulada y con su angelical voz aterciopelada se despidió del universo arrojándose hacia las rocas sedimentarias del mar como si ella se tratase de una insignificante bolsa de excremento.
Era esa angustia obsesa la causante de deteriorar su cordura, confundiéndola en olas de desesperación donde eligió saltar al abismo absoluto del mar, empeorando su situación, esa alma agobiada de tanto rencor suplico el alivio que no se ha merecido, estallando en ese grito de discordia como amargura.
-Allí estaré hermana mía-—.
El asombro deslumbró mi rostro, sintiéndome desolado como este desierto de desesperación donde observo delante de mí un mofle sumergido en un lago de sangre recorriendo un gran camino hacia el tacto de las puntas de mis dedos, escuche unos murmullos atroces llenos de desesperanza y decadentes de tranquilidad esperando ser socorridos de una contingencia atroz donde estallo el odio en súplicas, aquellas plegarias repletas de auxilio venían del accidente violento de tráfico imprevisto, las consecuencias podrían haber sido siniestra o incluso un accidente intencional donde los factores principales pudieron ser la conducción de un estado de ebriedad o de errónea conducción de exceso de velocidad de algún inútil imprudente, en este accidente vial un micro y un automóvil color blanco eran los protagonistas, como autores de este ambiente sofocante de desesperación donde las llamas del fuego exageraron la temperatura provocando una tercera y última explosión de gases de humo con efecto reverso.
En mí resguardaré aquel cándido samaritano deseando auxiliarlos de ese desgarrador infierno, pero en mis intentos de levantarme caí desprevenido hacia el suelo de hormigón, dañándome el mentón donde dejo el paso de una lágrima de sangre, en el segundo intento la caída fue inevitable haciéndome derramar el doble de sangre por mis labios abriendo un camino extenso sobre el mentón como si fuese agua del deshielo.
Conseguí caminar sobre este desolado puente de hormigón, hasta acercarme a la orilla del borde, observando como el desplazamiento de las olas sobresalían sobre las rocas del mar, y en uno de ellos el desprecio se relucía por su ausencia. Observé el cadáver destrozado por las picudas rocas de aquella pobre mujer; esa tinta roja coloreó aquella roca de consumición existencial. Las olas desplazaron ese cuerpo triste hasta trágaselo, olvidándonos de ella y de su tristeza. Es allí, cuando la inseguridad me cogió sin piedad, y el miedo me impedía navegar sobre este misterio.
Recordé demasiados asuntos pendientes con mi mujer, Julieta Beatriz, que en este caso se encontraba en paladeo desaparecido.
De lejos había un embarcadero desolado navío, esperando entre las orillas del mar para ser consumido por el tiempo cruel, aquel embarcadero le pertenecía a un pueblo abandonado donde dudaría de una civilización existente, y en esta serenidad desde los cielos descendía una especie de ángel desnudo, con unas alas traslúcida y un resplandor hipnótico de color violeta donde aquella energía emitía serenidad, pero traía otras intenciones posándose entre la primordial cúspide del arco exhibiendo esas inmaculadas alas al cielo, desapareciendo en una niebla traslúcida, y en eso aquella hoguera siguió envolviendo en llamas el accidente, y surgió la destrucción primordial absoluta del puente, esa arquitectura concluía en una consumición depresiva de restos debajo del mar salado.
El sitio se llenó de un dulce y empalagoso hedor a carne asada, y lo que una vez fue una plataforma lisa concluyo en un hundimiento, -(Como el Titanic)- donde sus olas fluían veloces entre las rocas como si trataran de unas simples orillas de un archipiélago, un hundimiento increíble cuyos escombros restantes caían como relámpagos en las turbulentas aguas saladas, e intentar alcanzar la cúspide del puente se volvía una situación riesgosa e inútil, ya que los mortíferos escombros sobrantes descendían como granizos alrededor, hasta que una fracción de cerámica correspondiente del arco, descendió como rayo sobre mi pierna derecha logrando fracturar la diáfisis tibial.
Es ahí, cuando la voluntad propia disminuía, resbalándome violentamente contra el suelo, lastimándome y desgarrándome el mentón donde rebalso en chorros de sangre. Ese acontecimiento le colocó el punto final a mi historia, deslizándome hacia el vacío de las olas.
Observe el cielo tirado de espalda esperando observar de nuevo a aquel ángel, pero jamás aprecio, he notado que esta vegetación era la más pura del todo el cinturón verde que había en el mundo, me incorpore hacia adelante con los brazos extendidos, y las manos sobre los tallos verdosos del pasto, note detalladamente una bala justo enfrente de mis pies apartando algunas hojas secas, en un simple error de cálculo podía destrozar mis dedos de los pies el despiadado que disparo. Sorprendido he notado que la supuesta fractura de la diáfisis tibial nunca sucedió, todo fue una alucinación o un posible sueño que nunca ocurrirá.
En un pequeño arrollo que se encontraba justo al lado de un árbol, me observé como si la corriente natural de agua tratara de un espejo, y he notado asombrado que en mis rostros no había ninguna lastimadura grave como la supuesta cicatriz, o la sangre justo por debajo de la nuca. La corriente de agua le había llevado con ella ese recuerdo horrible que nunca he vivido.
Recorría un bosque donde la naturaleza podía hacer crecer sus raíces sin ser dañadas por el hombre, un soto-bosque silencioso donde tranquilamente podía activar los sentidos de la percepción como en mi caso que eran el olfato y el oído, captaba con mi sistema auditivo aquel pequeño arroyo de montaña fluir fugaz entre las rocas que le sobresalían, aún lo seguía escuchando a pesar de que me encontraba varios metros alejo del arroyo, entre más me alejo de ello más hechos inexplicables sucedieron, como observar atónito la inesperada aparición de una incompleta carretera en un enigmático bosque infinito en donde la vegetación del ecosistema padece de una supuesta radiación tóxica contaminando el medio ambiente con consecuencias impactantes al ver pinos adultos crecidos en medio de la carretera.
Sus cortezas parecían estar barnizadas con unos pequeños brotes.
Mi hipótesis era que el causante de los brotes en los pinos que estaban en medio de una carretera era a causa del fenómeno de la radiación causando esta anomalía, pero solo se trataba de una simple hipótesis, ya que en ningún lado había el famoso símbolo que indica la presencia de la radiación ionizante, y a pesar de la inquietante travesía había llegado hasta un cartel enorme de aluminio en donde decía;
"Adiós, usted está saliendo de Monte Esperanza"
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El Umbral de las Sombras: Enigmas en un Mundo Paralelo
Misteri / ThrillerEl Umbral de las Sombras: Enigmas en un Mundo Paralelo La desaparición de Julia Castillo desata un torbellino de misterios y terror. Su esposo, Joel, se embarca en una búsqueda desesperada, desenterrando oscuros secretos que yacen ocultos tras la ap...