"𝐀𝐬í 𝐪𝐮𝐞..."

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Salem, Massachusetts
31 Octubre de 1993

Llegamos a la cabaña en la cual las Sanderson se encontraban, Max estacionó la camioneta fuera del lugar. Este abrió la puerta con rapidez para luego abrir la mía, tiro de mi para después cerrarla y darle unas indicaciones a Allison antes de irnos.

Aparecimos frente a la puerta de la cabaña deteniendo la acción de las hermanas, estaban a punto de darle de beber a Dani una poción, la cual recordaba perfectamente.

—¡Prepárense a morir! —Max alzó la voz, lo mire con una ceja alzada—. Otra vez.

Agregó.

—¿Vaya líneas icónicas que tienes? —lo mire y este alzó ambos hombros como expresión de inocencia.

—Es lo mejor que tengo...  —mi tía Winifred nos trajo a la realidad en el momento.

—Tú... y tú —me miro, parecía que iba a matarme con tan solo verme, aquellos ojos asesinos—. No tienes poderes aquí tonto.

—¡Tal vez no! Pero ella si —me señaló para después sonreírme—. Y... existe un poder mayor que tu magia, el conocimiento. Y hay una cosa que yo sé y tú no.

—¿Y que es eso, tontuelo? —le pregunto fastidiada, admire a mi madre que solo se ría de la situación.

—El correr de las horas. Mira... —produjo una especie de sonido con su boca, era un silbido. Esa era la señal que Allison debía recibir, mis tías solo se reían de él pero en segundos tras de nosostros las luces de la camioneta se habían encendido reflejando sus rostros rojos.

Su preocupación apareció, se cubrían la cara con sus manos impidiendo que no las cegara. Gritaban asustadas mientras que Max y yo dibujábamos una sonrisa silenciosa. Las tres brujas retrocedían asustadas por el "sol".

—¡Liberenme! —gritó Dani quien estaba atada a una silla. Corrí hacia ella quitando la soga de su cuerpo, segundos después Max apareció a ayudarme para que todo fuera más rápido.

Mire a mi madre y tías con curiosidad al ver que caían al suelo "muertas" por el "sol".

—¡Ayúdanos ______! —chillo mi madre, quise escapar una risilla al ver como me guiñaba el ojo antes de caer por completo. Ella lo sabía, no era tan tonta, era mi madre y quizás no había sido la más atenta. Pero trataba de ser la mejor para mi.

Dani y Max corrieron a la chimenea, arriba de esta se encontraba colgando de una bolsa de tela Binx.

—¡Vámonos Binx! —le gritó Dani en cuanto fue liberada.

—¡Me quemó, me quemó! !Ay, ay! —decía este, en cuanto lo quitaron del fuego nos dirigimos a la salida.

—Oye sácame de aquí —una ligera voz se escuchó, alce la vista para ver de quien se trataba. Un chico de cabello rubio y largo se dirigía a Max.

—¡Ayúdame, ayúdame! —decía otro más grande que al pasado—. Recuerda todos los momentos que pasamos juntos.

Max se acercó con una sonrisa y le quitó el par de zapatos que llevaba puesto.

—Primero me llevo a mi linda novia... Y tú, tú te ves bien ahí —estaba asimilando la palabra que había usado en mi. No éramos más que amigos que se habían besado una vez, pero realmente no me molestaba aquella palabra en mi.

Antes de irnos tiramos el gran caldero con la posima dentro, el gran liquido verde se esparció por todo el suelo. Dani gritaba entusiasmada por que nos fuéramos y los chicos colgados dentro de jaulas chillaban por su libertad.

𝐇𝐎𝐂𝐔𝐒 𝐏𝐎𝐂𝐔𝐒 || 𝐌𝐚𝐱 𝐃𝐞𝐧𝐢𝐬𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora