Capítulo 5

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Me quedé en pausa, yo no pensaba asistir a esa fiesta y mi madre ya estaba preparando todo en su loca cabeza. Lo que ella no sabía, era que no tenía ni idea de quién me había mandado la oportuna invitación. La revisé nuevamente con cuidado, para ver si no se me escapaba ningún detalle; pero me sorprendió que no dijera el nombre del que la había enviado o más sospechoso aún, no decía ni quien había organizado la fiesta. Solo decía en un letrero muy brillante y llamativo —Welcome, a la mejor fiesta de sus vidas.

Todos me odiaban, así que ¿por qué me invitarían a una de las mejores fiestas? Temía que lo hiciesen para burlarse de mí y ponerse todos en mi contra, para hacerme quedar en ridículo. Ya sabía de lo que eran capaces los demonios y también que harían todo lo posible por vengar a su reina, la cual era peor que el mismísimo Lucifer.

Subí a mi habitación después de aquel mal entendido, el mismo que decidió que iba asistir a la fiesta, prácticamente forzada. No tenía nada más que hacer, así que me acosté y no me aguanté las ganas de husmear en el Instagram de Abran. Puse en el buscador su nombre y aparecieron muchos perfiles. No tuve que buscarlo con tanto esfuerzo, ya que su perfil resaltaba por encima de todos. Abrí su foto de perfil para observar su magnífico cuerpo, se encontraba sin camisa y en traje de baño; al parecer se encontraba en la playa, ya que tenía su cuerpo de Titán todo mojado. Al ver aquella foto tan sexi, me vinieron sus últimas palabras a la mente —Te las verás conmigo— se me ocurrían una infinidad de cosas y para ser precisa, ninguna era muy sana que digamos.

Mientras bajaba foto por foto, mirando su esplendido cuerpo con dedicación, encontré una foto que me llamó mucho la atención. Se encontraba con un grupo de chicos y pude observar, de que allí se hallaba el chico que había conocido en el baño; estaba abrazando a Abran,  sonriendo. Toqué la publicación y estaban todos etiquetados. Entré en su perfil y encontré su nombre, se llamaba Héctor.

Él era distinto a Abran, en su foto de perfil llevaba traje y corbata. Y si me preguntan, se veía muy sexy. Bajé para ver más de sus publicaciones y encontré un video suyo, estaba con una camisa blanca y en calzones negro. En el video se encontraba quitándosela muy despacio, de forma sexual "Tenia madera para ser estríper”. Mi respiración se empezó a tornar pesada y no podía separar mis ojos ni un segundo de la pantalla. Una vez se quitó su camisa por completo y quedando así su cuerpo totalmente descubierto, inicia nuevamente el video. Su físico era muy parecido al de Abran, su abdomen se encontraba muy bien definido, al igual que sus musculosos brazos y ni halar de su pecho.

Miré el video de Héctor durante horas y cada vez que se terminaba, lo empezaba nuevamente, una y otra vez sin parar. Estaba metida como un bucle temporal, parecía que no lo había visto ni las primeras cien veces, cuando en realidad si fue así; a diferencia de los bucles temporales, el tiempo a mi alrededor si pasaba rápidamente. Sin darme cuenta, pasaron las horas y las horas mirando aquellos dos perfiles, como una completa psicópata. La vista me empezó a fallar, de mirar tanto tiempo la pantalla de mi móvil. Revisé nuevamente la invitación, no me había fijado en la dirección; abrí el navegador y la coloqué justo como allí se encantaba. Después de algunos breves segundos, por fin encuentra la localización exacta. Tragué en seco al verla, la fiesta se iba a realizar en una casa abandonada, a las afueras de la ciudad. El simple hecho de saber que tenía que salir de la ciudad, me provocaba pavor y para empeorar un poco más las cosas, en una casa abandonada.

Oigo que la puerta da un fuerte portazo, provocándome un susto terrible. Mi madre entra a la habitación como una loca desquiciada, con sus manos abarrotadas e interrumpiendo así mis preocupaciones. Llegué a percibir por encima, que llevaba muchos vestidos, e incluso, un nuevo par de tacones. Al parecer, mientras yo hacía de psicópata espiando cuentas de instagram ajenas;  ella se había dedicado a realizar las compras.

—Hola hija, ya es hora —estaba muy emocionada, mucho más de lo habitual, en sus ojos se veía que no podía controlar sus nervios y la emoción que sentía.

Me había pasado toda la tarde rezando para ver si se le olvidaba, pero por desgracia, no fue así. Conociéndola no descansaría hasta dejarme lista y perfecta. Ella no era como las demás, le gustaba que tuviese pareja, se emocionaba cuando iba a fiestas, aunque eso implicara alcohol y le gustaba que las realizase en casa; sin embargo no me gustaba organizarlas, ni asistir a ellas. En el fondo sabía que ella quería que tuviese la vida que mis difuntos abuelos no le permitieron tener en su juventud y eso no la hacía una madre irresponsable.

—¿Cual te vas a poner? —tiró todos aquellos hermosos vestidos extremadamente cortos y ajustados en la cama—. Dime hija —insistió al ver mi rotundo silencio.

Me llamó mucho la atención un vestido de color negro, a pesar de que era algo corto al igual que los demás, era el más decente.

—Este —lo cogí en mis manos y se lo mostré.

—No, ese no hija, mejor este —me enseñó un vestido rojo. Estaba descubierto por la espalda, para colmo, era el más corto y ajustado de todos. No entendía para que me había preguntado, si al final ella misma lo escogió por mi.

Abrí los ojos, para señalar que no me gustaba y para que reconsidera su elección. Me entregó el vestido, sin darle importancia a mi reacción.

—Póntelo hija, para ver que tal —comenta, en sus ojos se podía ver que estaba a punto de estallar de la emoción.

Suspiré y no hallé más remedio que entrar al minúsculo baño, para probármelo. Intente ponérmelo, pero estaba demasiado estrecho, después de algunos minutos batallando, logre entrar en él y salí del baño. Mi madre me da una vuelta, para apreciar mi delgado cuerpo y observar mejor el vestido rojo vino.

—Perfecto —me dijo fascinada.

A decir verdad no me quedaba mal, pero no estaba acostumbrada a vestir de ese modo. Sentía como si estuviese atrapada en una ratonera; solía usar pullovers anchos y largos, preferiblemente que no se pegaran mucho a mi piel.

—Vamos a maquillarte —indica mientras sacaba una bolsa llena de maquillajes, que al parecer había comprado en la tienda junto con los vestidos.

Empezó a revisar dentro y sacó un labial rojo muy intenso.

—Es hora de maquillarte —menciona poniéndose de pies y sentándome en una silla; para poder arreglarme con más comodidad. Tragué en seco, al ver la expresión en sus ojos y sabia bien claro lo que significaba; me tomaría como sujeto de pruebas para poner en práctica todos los  tutoriales que había visto en la tele. Sentía que me estaba aplicando muchísimos productos y ya no estaba segura si era buena idea o no, dejarla tomar el control.

—Estas perfecta —cerró el labial —. Es hora de irte, llegarás tarde —me entregó una cartera muy pequeña a juego con el vestido. Metió su mano en la cartera y me entrega algo de dinero, junto con mi móvil.

—Gracias mamá —me despedí abrazándola.

Después de aquel cálido abrazo, bajo las escaleras. Al salir de mi casa, solo tuve que caminar algunos metros, para llegar a la parada de los taxis. No me llevó mucho tiempo tomar uno, ya que la ciudad estaba abarrotada de los mismos. Abrí la puerta y me monté, saqué el móvil del bolso y le enseño la invitación de la fiesta.

El chofer solo miró la invitación y empezó a manejar, sin decir ni una sola palabra. Estaba nerviosa, nunca había salido de la ciudad, por lo que temía que algo malo pasase. Me coloco mis audífonos y  empiezo a escuchar algo de música, para controlar mis nervios; pero era inevitable. El sol se estaba ocultando y mi tención aumentaba con cada segundo que pasaba.

Pasaron aproximadamente treinta minutos de viaje y el taxi se detiene.

—¿Te quedas aquí? —me pregunta el chofer confundido al ver la carretera solitaria y llena de árboles.

—Si —mi respuesta fue instantánea— ¿Por qué me pregunta?

—Es solo que… —se detiene por algunos segundos antes de continuar—. Me sorprende que una chica como tú, se quede en medio de este bosque solitario —respondió a mi pregunta, mientras me observa por el espejo delantero.

Mi corazón se empezó acelerar, tenía miedo de que me hiciese algo malo, era el escenario perfecto; estaba apartado, incomunicado y solitario. Sin contar mi que vestimenta no era la más apropiada, todo lo contrario, lo incentivaba hacerlo.

—Bueno hasta luego —me despedí intentado imponer respeto, a pesar de que mis manos no paraban de temblar y prácticamente no podía sostener ni el pequeño bolso. Además, él no era nadie para pedirme explicaciones.

Encendí la linterna de mi móvil, para poder ver algo entre toda aquella espesa oscuridad. Por toda la carretera solo se podía apreciar un cártel; el cual tenía el nombre de la casa escrito y que prácticamente apenas no se apreciaba por el lino y las múltiples enredaderas que tenía alrededor. La única manera de poder acceder a la casa, era mediante un estrecho camino oscuro, dentro del bosque. Empecé a caminar, mi corazón latía muy rápido y podía oír claramente mi agitada respiración, en aquel rotundo silencio de la noche.

Después de varios metros, el camino se hacía cada vez más ancho y la ausencia de arboles se podía percibir claramente. Oigo sonidos muy extraños dentro de la oscuridad y enseguida apunto aterrada con la linterna. Para mi sorpresa, se trataba de múltiples parejas haciendo "sus cosas" y lo único que se escuchaba en el absoluto silencio de la noche, eran gemidos de placer, los cuales me ponían algo incómoda.

—¿Quieres unirte? —pregunta una pareja de chicas, la misma que había apuntado con mi linterna.

—No gracias —me sonroje al ver que se seguían besando apasionadamente mientras me miraban fijamente.

No hallé más remedio que taparme el rostro con mi mano y correr para pasar aquel incómodo lugar. Por suerte, la casa se encontraba a unos pocos metros y pude llegar de manera rápida. No lo podía negar, el lugar daba un poco de miedo; pero las luces cambiaban un poco las malas vibras de la mansión. Había múltiples luces de colores y papel ingenio por todas partes, como objetivo decorativo.

Para poder acceder a la casa, tenía que atravesar un enorme portón de hierro un poco oxidado y con múltiples telarañas colgando, que le daban un toque misterioso. Lo abrí poco a poco y entré. La música estaba muy alta. Al ingresar lo  primero que vi, fue a muchas personas en los alrededores de la casa, con enormes vasos rojos llenos de alcohol; algunos acostados en la hierba marchita, con hojas de papel blanco encima de ella, drogándose; otros fumando mariguana y cigarrillos. Una vez dentro, había una mesa enorme con múltiples bebidas y mucha gente bailando totalmente drogada. No estaba acostumbrada a las fiestas, las luces me mareaba y todo el humo de los cigarrillos, me causaban dolor de cabeza y náuseas.

—Hola "Serpiente" —alguien me toca el hombro, me di la vuelta de inmediato y lo vi, era Héctor— ¿Cómo estás? —pregunta al ver mi confusión e  incomprensión, no creía que estuviese delante de mí.

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El amor de la Serpiente ¿QUIÉN ES? (Saga EADLS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora