|| 07 ||: CORTE

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—No debe tardar en llegar—me informó Bastian, con impaciencia—, el Coronel Morgen la espera en la entrada.

—¿Me puedes recordar—exigí de mala gana, levantándome del sillón—porque tengo que ir a recibirlo?

Bastian me ofreció una sonrisa de diversión y yo bufé mientras miraba el espejo para asegurarme que no había ninguna mancha en la tela blanca del vestido que llevaba ni que un solo cabello se hubiera soltado del moño alto adornado con perlas que mis doncellas habían hecho para la ocasión.

Teniendo tantas cosas que hacer esta mañana tenía que pausarlo todo para salir a recibir al Príncipe Ascian que había decidido volver del campamento de guerra por algún extraño motivo y, en lugar de hacer lo que era razonable, eligió venir a quedar en el palacio.

Supongo que era una decisión razonable ya que una delegación de su corte se encontraba en el palacio y él no podía elegir irse a su reino de manera deliberada sin explicarle a su prometida porque. Como si aquello en verdad me interesara.

—Es su prometido—me recordó Bastian, como si leyera mi mente—, además que la delegación de Aphud está muy al pendiente de su presencia ya que la reunión que habían programado se vio cancelada.

—Una triste decisión—me burlé.

Luego de mi delicada situación, el Coronel consideró que era mejor permanecer aislada mientras se contenía la amenaza. No me quejé solo porque aquello me permitió tomar las riendas del asunto y poder ausentarme de la reunión con la delegación con una excusa razonable.

Cosa que había hecho los últimos días y la razón por la que Bastian demostraba las profundas ojeras que mis doncellas habían ocultado en mi rostro.

—En todo caso—prosiguió Bastian al ver que no hacía el mayor intento de moverme—, me hicieron saber que esperan por ustedes en el comedor.

Suspiré con cansancio y miré a Bastian que, por la forma apresurada en que se cubrió la boca, estaba bostezando por el cansancio. Que yo estuviera acostumbrada a esta situación no significaba que él tuviera que adaptarse de golpe.

—Dudo que el Príncipe Ascian tenga alguna intención de negarse a ello—espeté con hastío—, eso aplaza toda mi agenda.

—Lo sé—Bastian apretó los labios para no hacer una mueca de desagrado—, ¿Quiere que yo—

—No—lo interrumpí de inmediato—. Es un asunto que debo resolver sola.

Debería haberme ofendido el alivio que cruzó por el rostro de mi consejero pero la verdad era que lo que estaba haciendo, lo que tenía que hacer, era demasiado para permitir que Bastian lo hiciera solo. Además que él no tenía la valentía para encargarse de ello.

Y yo no podía juzgarlo por no ser un monstruo.

—Descansa—ordené, encaminándome a la puerta—. No te necesitaré en todo el día y ya has hecho demasiado por dos días.

—No es necesario, todavía tengo que—

—No te estaba preguntando, Bastian—lo interrumpí abriendo la puerta—. No me obligues a buscar un guardia que se asegure de duermas el tiempo necesario.

Mi consejero no dijo nada pero sentí la presión de su mirada mientras me iba. No podía permitir que colapsara de pronto por no descansar correctamente, no me serviría de nada que eso sucediera por lo que era mejor que lo hiciera ahora que no lo necesitaría a que en un momento en que de verdad lo requiriera su falta de descanso no lo permitiera.

Lo necesitaba capaz de servirme.

Me encaminé por los pasillos, escoltada por una cantidad casi ridícula de guardias y aunque me parecía medida innecesaria, había sido una decisión que al parecer el nuevo encargado de mi seguridad veía pertinente para mi protección.

Luna OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora