|| 13 ||: SEVERIDAD

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No me sorprendió, en lo más mínimo, encontrarme ya al rey sentado en uno de los sillones mientras miraba con desdén el lugar. Odiaba la biblioteca del palacio, por motivos que no podía ni siquiera adivinar, por lo que justamente había elegido ese lugar.

—Rey Deizon—el Príncipe Ascian inclinó la cabeza en un saludo.

El rey ni siquiera se levantó, solo correspondió su saludo con un inclinamiento ligero antes de mirarme. Aunque no había nada en la superficie más que fría indiferencia, yo podía ver el fuego de la rabia brillando en sus ojos y solo por eso quise sonreír.

Sabía que estaba enojado, como mínimo, porque las dos comunidades más importantes del reino quisieran colaborar cuando yo había ido a pedírselos, aunque esa no fuera la palabra correcta para lo que había hecho. Un sentimiento que empeoraría cuando, dentro de poco, las demás comunidades quisieran sumar su participación voluntaria antes de tener que cargar con el peso de mi amenaza.

—Han tardado—murmuró con tanta indiferencia como podía.

Si al Príncipe Ascian le sorprendió o no que el rey no se dignara a saludarme o que yo no tuviera esa cortesía, simplemente no lo dijo.

Lo guíe hacia alguno de los sillones en caso de que quisiera sentarse, algo que no hizo, porque yo ciertamente no podía. El rey lo consideraba irrespetuoso y no quería tener que lidiar con su enojo luego, no tenía la paciencia suficiente para ello.

—Nos detuvimos un momento a hablar con el General Ghartel—expliqué con el mismo tono que él—, supongo que podrá entenderlo.

—Por supuesto—me ofreció una sonrisa fingida—, después de todo es un hombre lejos de su reino natal.

—Rey Deizon—la voz del Príncipe Ascian, aunque suave, estaba llena de una extraña firmeza—, ¿Por qué no ha decidido atacar para recuperar Xhyrtem?

Al menos agradecí que lo que saliera de sus labios no fuera una disculpa a la tardanza, lo último que el rey merecía era algo de cortesía.

—Bueno—respondió el rey con algo de confusión—, no lo creo conveniente.

—¿Por qué no?—cuestionó incrédulo—, si pasa más tiempo puede que las tropas de mi padre no sean suficiente para el ataque.

—Justo eso es lo que temo—murmuró con falso pesar—. He enviado exploradores para saber cuántos soldados de Morthem hay ya en mi territorio para planear un contraataque en consecuencia. Una medida que también apoyó su General, Príncipe Ascian.

Vi como él se tensaba ante la mención de ese desagradable hombre.

—El rey es un hombre cauto—dije con fingida suavidad, atrayendo la atención de esos ojos dorados—, por eso suele tardar en atacar. Ser precavido es su... mayor virtud.

Pude sentir la mirada mortífera del rey sobre mí y la curiosidad brilló en los ojos del Príncipe Ascian ante las palabras que había elegido para hablar de quien él conocía por un título sanguíneo que nunca le había hecho justicia.

Una elegante burla, nada más.

—Aunque no los he citado para evaluar tácticas de guerra—aseguró el rey, tratando de mostrarse poco afectado por mis palabras—, tenemos algo mucho más importante de lo que hablar ya que debemos tener una respuesta clara para el concejo.

—¿Una respuesta a qué, Rey Deizon?—preguntó el Príncipe Ascian.

—A una posible amenaza—reconoció el rey con oculto odio, apretando sus manos sobre el sillón—. Ahutger acaba de desintegrarse y le cedió por completo su territorio a Fhreyx.

Luna OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora