Solo eso basta

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Aeropuerto internacional... Yo le llamaría mas bien puerta al infierno y no es porque no me gusten los aviones, es que esta parte es la que me trae más recuerdos. Cristóbal. Todo gira en torno a él y no empieza ahí, quizá en algún futuro logre perdonarlo, quizá nunca lo perdone, quizá el se convierta en mártir de mi soltería o quizá se convierta en la figura mesiánica de los Del Alto y vuelva a ver con su redención a vivos ricos. Puede que así haya sido Jesús, llegó para salvar a la humanidad pero ¿y si el también le tuvo que romper el corazón a alguien para convertirse en mártir de todos? Tal vez yo me cambie el nombre a Magdalena y mi padre me desampare. Miguel nunca fue más padre que el abuelo Bertotti, el abuelo nunca lo quizo para familiar; no era necesario preguntarlo, Bertotti lo veía con desprecio y Miguel hacia nada para esquivar su mirada.
Gabriela, Gabriela, gabriela, ¿dónde te metiste? ¿Dónde estará mi madre? ¿Dónde la dejaste Gabriela? Justo hoy que cambia algo, justo hoy que llego al final del infierno para buscar un poco de luz no tengo en quien apoyarme, no tengo soporte, ni pilar, ni columna, ni dintel, ni clave, no tengo ese algo que todos tienen cuando pierden algo. Búscalo, me dicen, pero siempre me caigo cuando creo encontrar un hilo. Un hilo, la vida pende de un hilo, la determinación pende de un hilo, la victoria, el amor, la depresión, todo pende de un hilo y sin hilo no hay esperanza.
"Elena, ¿dónde estabas? te estuve buscando" "Aquí estoy, justo donde me dejaste hace media hora." "¿Nos vamos? El avión esta listo." "Te sigo (mamá)."
Ese avión no es el mismo desde que regresé de Italia, pero si es el mismo en el que fui al paraíso. Sentirme presa de mis propios pensamientos no esta bien y eso es lo que ha sucedido conmigo desde hace tiempo; no busco ser feliz en ningún momento, la felicidad simplemente no va conmigo. Llega, siempre es momentánea, toca fondo en mi y se va cual brisa veraniega en invierno. Siempre frío, siempre oscuro, siempre fúnebre, quisiera volver a mi infancia, olvidarme de mis problemas, ser solo hija y no Elena Del Alto.
¿Dónde está Gabriela? Siempre hace lo mismo, me busca, me consuela, me abraza con dulzura, pero siempre de espaldas; nunca he visto su cara como mamá y si alguna ves la vi, no la recuerdo. Gabriela es el comienzo de una historia sin puntos ni comas, así es su vida; vivir por vivir, no hay valor alguno, todo es un momento, presiento que Nietzche seria su máximo mentor durante su adolescencia. La veo tan cansada, tan lamentable, tan Gabriela que no la imagino de otra manera que no sea recogiendo migajas de alguien para ser parte del espacio; se disipa en la distancia como el horizonte, tan lineal e inequitativa. Creo que Miguel nunca pudo encontrarla como persona y por eso la tomó como objeto de apariencia, ella se conformó, se posó en sus ansias de ganar lugar en sociedad. Lo logró, desvergonzada y sigilosamente, cumplió con su meta, pero en el camino algo cambió y no solo en ella sino que en Miguel se transformó en una especie de odio con la vida, como si estuviese guardando cada suspiro reprimido por la sociedad y cuando más calma había, entonces respirar hondo para seguir teniendo la imagen de perfección obligada, impuesta, impartida de generación en generación hasta que se rompe por alguno que no la sigue y después necesitar aparentar para ocultar la desgracia de un pobre hombre obligado sin mas que pedir que una noche de paz en soledad. Gabriela solo formó en él la memoria de una posible escapatoria fallida. Y es que así es el amor, amar y ser amado es eso, una escapatoria; debe ser la oportunidad perfecta para vivir un poco en una especie de sueño, en un mundo alternativo en donde no solo caben dos seres, también está la puerta al alma. Amar y ser amado es como estar desnudo en la intemperie, en la noche, sabiendo que lo único que te protege es el calor irradiado por otro cuerpo desnudo con la posibilidad de morir de hipotermia, y aún así quedarse con la esperanza de sobrevivir hasta que ese calor poco a poco se desvanece para fusionarse con el propio o se termina. No hay más.
Solo espero llegar rápido a España para deshacerme de la imagen de Cristóbal, nunca pensé que el odio fuese tan amigable. Odio. Una palabra y ya. Miles de definiciones, odio al mal, odio a la tristeza, odio a la perdición, odio al prójimo a sus morales, odio a la ética estricta, odio a mis palabras, odio a todos, odio a una persona, odio al odio, odio al hombre, odio al individuo, rechazo al amor. Lo odio, pero lo pienso, lo siento tan cerca y a la vez tan lejos como un suspiro de Miguel; no espero algo de la vida, ya he perdido la esperanza en la sociedad. Busco un cambio aun y cuando siempre me han dicho que nada cambia, todo se transforma mas yo no veo ninguna transformación. Aquí todo sigue igual, a mi alrededor evoluciona poco a poco en inmortalidad, pero en mi todo pasa y sigue igual.
Abordar un avión nunca fue más difícil y es que no era porque no encontrara a Gabriela, sino que tomar la fuerza necesaria para plantar pasos acertados, rectos, convincentes por el camino estrecho al avión no era fácil y menos sabiendo que dejaba un trozo muy grande de mi vida a pesar de todo lo que viví; al final Nueva York siempre ha sido mi inspiración y mi protección. Al final, Gabriela apareció mas ebria de lo que pensé estaría ayer durante la reunión en casa de Harriet Webster; una socialité, inteligente, íntegra, responsable, amable, todo lo que no es mi madre. Creí eterna aquella tarde entre jóvenes magnates buscando parejas de una noche, sus vidas sin rumbo pronto serán las que lamentablemente rijan el ritmo de la vida de todos; son ellos los que tienen poder, los que tienen control y son ellos los que destruyen a los demás con sus desiciones sin pensar. ¡Ay Gabriela! Cómo me dueles madre, eres de quien soy mas parte que mía propia y aún así no logras verlo. Otro paso para abordar y todo vuelve a mi, quisiera tener memoria retrógrada en estos momentos. Un paso más, faltan dos y creo que serán los más difíciles de mi vida, tanta presión y peso sobre mis hombros que no sé que tanto podré respirar.
Mismo avión, mismo asiento, misma tapicería y mismo servicio, todo sigue intacto como cuando fui a Italia. Mismo todo, pero no la misma yo; no soy Elena abnegada, fría y sin sentimientos, los placeres banales no son suficientes para llenar el vacío que se ha vuelto poco a poco más grande desde mi infancia. Un respiro profundo, mantenerlo hasta entrar, un asiento cómodo pero plano; suspiro fuerte.
"Elena, ¿qué te pasa?" "Nada." "Te conozco hija..." "Basta Gabriela, tu no sabes quien soy" "Eres mi hija Elena y yo soy tu madre." "No, tu no eres mi madre, esa mujer se quedó en mi casa de campo hace 13 años. Tu eres solamente Gabriela" "Elena, hija, yo.." "No te disculpes, no digas nada ¿sabes? Dormiré un poco."

¿Tal vez?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora