Excusas

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Un día más, un día menos que más da si ya no tengo una familia. Y es que no es que no la tenga porque si está, pero no está a la vez y si la tengo pero ya no hay un familia en sí, aunque nunca lo hubo; es un problema enorme tratar de definir al conjunto de personas que llevan en parte mi código genético. Mariana y Lázaro nunca están cuando necesitas a una persona que comprenda la discrepancia de tus progenitores solmente llegan, piden algo, lo consiguen y no sabes más de ellos hasta que necesitan algo más aunque, claro, Mariana ya no necesita nada porque tendrá un hijo de Cristóbal y Lázaro será seguramente quien vele a ese vástago y no es que le tenga envidia a uno de los mellizos es solo que a veces quisiera tener un hombro en donde apoyarme cuando lo necesito. A veces quisiera... bueno, no realmente.

Desde muy chica había aprendido a lidiar con mis sentimientos en mis adentros porque no había nadie en casa nunca y cuando estaban Miguel y Gabriela eran para dormir. Los únicos momentos en los que tuve una madre y un padre por completo eran frente a cámaras y en algunas ocasiones en navidades y años nuevos, aunque estos cambiaron mucho desde que nacieron los mellizos; Gabriela parecía sufrir a cada paso que daba con los dos bultos extras en su ser y Miguel se quejaba más que la que sería madre por segunda vez porque cada vez que amanecía él ya había empezado su ración diaria de gritos e insultos al que se le cruzara enfrente, usualmente era la nana Antoinette. Todavía recuerda a esa jovencita pálida de largo cabellera negra como la obscuridad y grandes ojos, irónico que tiempo después la vería con uno de mis primos y que ella sería la ama y señora de la casa en la que servió después de ser despedida de la casa de los Del Alto; realmente no culpo a Francisco, porque una mujer de muy finas facciones y muy lindo espíritu.

¿Que hora es? 9:35 p.m., aún es muy temprano y yo ya estoy cansada; últimamente mis patrones de sueño se han ido a la deriba después de ser testigo de la separación definitiva de mis padres y del anuncio de los nuevos tórtolos. Me pregunto si Miguel sabría que yo sufro cada que veo al inépto de Cristóbal llegar a la oficina con Mariana del brazo como si fueran la pareja perfecta ¿a caso Cristóbal solo jugó conmigo para llegar a mi hermana? ¿realmente existe el amor? ¿qué significa esa palabra? ¿por qué yo no lo tengo? ¿por qué me siento tan sola? ¿por qué no puedo dejar de pensarlo y soñarlo si me daña tanto? ¿estaré en mi lecho de muerte? ¿a que hora tengo que despertar mañana? ¿qué día sale mi vuelo? ¿cuándo me voy de mi calvario? y ahora tocan la puerta, que puntería tienen las personas, no saben que estas no son horas de molestar a las personas. ¿Quién será? ¿Qué pretenden? ¡Excelente! Ahora tengo que buscar mis sandalias. ¿Qué hace Cristóbal aquí?
"¿Que necesitas?" "Tus besos, tus brazos, tus caricias amore mio." "No se que pretendes, Cristóbal. Adi..." "No Elena espera, yo..." "Tu, ¿qué? ¡Anda habla!" "Yo solo se que tu eres a quien yo quiero a ti." "No Cristóbal, todo esta escrito. Tu decidiste hacer todo esto y no se con que fin porque lo único que lograste es que yo te aborrezca." "Elena, las cosas no fueron como las piensas, es que Mariana es..." "No Cristóbal, no te permitiré hablar mal de Mariana. Es mi hermana y la madre de tu próximo hijo y, y tu prometida." "No, no, no, Elena, no. Tu lo quisiste así, si tan tu hubieras..." "Espera un momento ¿estás escuchando lo que dices? ¿Quién soy yo para ti?" "Elena, tu bien sabes que sucedió... Tu eres responsable de esto y de que..." "¡No, Cristóbal! Escúchate por favor, eso que dices es ridículo. ¿Crees que yo..." "¿Que qué creo? ¿Que qué creo? Que tu eres la culpable de mi desgracia y que..." "Cristóbal, vete. Es tarde ya y yo no tengo el tiempo ni la fuerza de voluntad para estar escuchando tus estupideces. Ad..." "Elena, yo te amo" "Ja, sabes si es lo hubieras dicho hace varios meses atrás, tal vez mi reacción habría sido distinta. Adiós Cristóbal."
Cerrar la puerta frente a alguien nunca fue tan excitante y satisfactorio. Y es que Cristóbal tiene razón, pero ella es mi hermana y... No puedo esperar en largarme de aquí, solo quiero empezar de nuevo.
Son las 12:00 a.m. y yo sigo buscando una razón para dormir, no solamente tengo ganas de partirle la cara a Cristóbal pero no puedo porque Mariana y todo, Mariana y siempre ella. Todo pasa por ella, no realmente pero probablemente si ella no existiese Cristóbal estaría entre mis sabanas, yo entre sus brazos durmiendo tranquila y serena. 12:01 a.m. ¿Sólo ha pasado un minuto? Un minuto eterno, minuto extenso, minuto inerte, minuto fulminante, minuto que desespera, minuto inmortal que espera parpadeante en la vida; es como esa persona que espera el momento adecuado para traicionarte, te llega por el lomo, lo destruye o simplemente lo hace poco a poco absorbiendo cada pequeño destello de felicidad hasta que no queda nada. Eso es, Nada. La razón por la que no puedo dormir nunca. Nada. Y nada, viene y nada pasa y nada cambia y nada evoluciona, todo sigue igual aquí; hasta que decidimos cambiar algo, buscar una salida y llegar a la metamorfosis para llegar otra vez al vacío que casi te destruye, pero ahí estas manteniéndote fuerte sobre el borde de abismo mirando arriba para buscar algún rasgo de esperanza que quizá sea nula, porque Nada es la respuesta al todo.
Dormir es un privilegio que solo los samaritanos puede entender, no es un placer porque si lo fuera entonces no existirían las pesadilla que tormentas a los niños, como esa pesadilla que me persigue aun; Gabriela en casa con Mariana y Lázaro de pequeños, llegaba yo de la escuela buscando los abrazos añorados de mi madre que nunca sucedían. Llego Miguel después, todo parece normal hasta que Miguel dice algo referente a un tipo italiano; yo se quien es el. Gabriela se estremece un poco pero siempre guarda la compostura, dice no saber quien es el hombre atractivo, el italiano seductor, el europeo varonil que Miguel escucho sea el posible padre de los mellizos Del Alto; Miguel se enfurece y Gabriela pide que no discutan delante de nosotros y es cuando pierde los estribos. Gabriela me mira con esos ojos, simples, temorosos, tintineates, fríos pero desgastantes como una tristeza que consume todo a su paso, me pide, me ruega que lleve a los niños a mi cuarto o afuera; que los saque de ahí. Los llevo a mi habitación, al piso mas alto y la habitación mas pegada al jardín; gritos de Gabriela reclamándole a Miguel por su ausencia, llanto de rabia de Miguel a Gabriela. Pasos por la escalera, Mariana y Lázaro dormidos en mi cama, 8:30 p.m. en el reloj, entran los ojos de Gabriela buscando un refugio que no existe aquí; del brazo me toma para sacarme de mi zona de confort y pedir que nunca deje de ser quien era, "no dejes a Mariana y Lázaro solos por favor". Cuando Gabriela era madre y no solo Gabriela.
3:00 a.m. Dormí solo tres horas, mas no son suficientes porque duermo, pero desde hace dos días no descanso. ¿Quién era el hombre que se preocupó ese día que me sentía tan sola, tan sin rumbo? No logré examinarlo bien, creo que era alto, un poco castaño ¿y sus ojos? No los recuerdo. Vagamente recuerdo su voz, tan suave, tan profunda, tan él, tan anónimo, tan...
¿Dónde está mi pasaporte cuando lo necesito? ¿Pondré los papeles de Bob a parte? Tres, cuatro, cinco maletas. ¿Qué hora es? ¡Ah! 5:30 a.m. creo que mi que mi chofer debe de estar listo. Adiós.

¿Tal vez?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora