Como me enamoré de vuestra madre

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-Niños tomen asiento, les contaré una historia.
-¿ Qué historia papá?
- La historia de cómo me enamoré de vuestra madre. -Dijo Luka acariciándoles la cabeza.

-Nos conocimos por amigos en común cuando éramos jóvenes. En aquel entonces yo estaba enamorado de Marinette y su mamá de Adrien.
- ¿Tía Marinette y Tío Adrien?
-Sí, ellos mismos. Pero luego de que Chat Noir dejara París, ya había pasado un tiempo de la ruptura de Adrien con Kagami y no la veía tanto como antes en nuestro círculo de amigos. Salía con las chicas a veces, pero su mamá le exigía mucho tiempo de estudio, menos distracciones. Aunque se escabullía cuando podía y venía a ver los ensayos de la banda junto con Marinette. Hacía mucho había aceptado el hecho de que Marinette no sentía lo mismo por mí. No se pueden forzar los sentimientos de las personas. Pero fue en un ensayo en específico que volví a sentir eso, una melodía desconocida que una persona provocaba, su madre.
Estábamos recogiendo los instrumentos cuando a Iván se le cayó una de las baquetas, fui a recogerla por él y me topé con los hermosos zapatos de Kagami. Cuando me levanté algo en su mirada hizo temblar mi interior. Tan segura, confiada, firme y aún así blanda en el interior. Los ojos son los espejos del alma, y los suyos dejaron salir una melodía que nunca antes había oído y no podía poner aún en partituras. Por supuesto solo atiné a saludarla. Ella se sonrojó ligeramente por la cercanía y se fue.
-No fue la cercanía- interrumpió Kagami- sino la forma en la que me mirabas, me hizo sentir expuesta, como si leyeras mi mente.
- ¿Lees la mente papá?
- Jaja, no, no creo que lo haga. ¿Quieres seguir contando tú amor?
-No, sigue, me gusta oírte narrar- dijo ella.
- Como decía, la abuela de ustedes no aprobaba ciertas distracciones, y no pude verla en bastante tiempo, se la pasaba de un entrenamiento, a clases, a más clases y más entrenamiento, estaba agotada. Hasta que un día, por casualidad, ambos nos encontramos tomando un descanso en el puente. Estuvimos hablando un rato, intentando que no surgiera un silencio incómodo cuando llegó el heladero. Compartimos un helado, mientras le contaba sobre una nueva canción que escribía. Ella no sabía que era su canción todavía. La invité a que la escuchara y me contó que no podía por su horario. Le pregunté cuándo tendría un rato libre en casa y me contestó que poco después de la hora de cenar.
Esa noche fui con mi guitarra, me paré frente a su ventana y empecé a tocar su canción, era fuerte, precisa, emotiva, con un toque frágil y ligero en el centro, con amor, ternura, esfuerzo y seguridad, igual que vuestra madre. Ella se asomó con la boca abierta, y su madre también preguntando quién tocaba a esas horas.
-Me pareció la canción más hermosa del mundo, aunque mi madre no lo vio así. Le tomó tiempo aceptar que quería salir con un músico, que vivía en un barco, y con un estilo de vida opuesto al nuestro, relajado, sin tensiones, y flexible.
-Pero me la gané con el tiempo, creo.
-Sí, pero solo después de que confío en que no me dejarías tirada por la primera fan que apareciera.
-No necesito a nadie más.
- ¿Y cómo le pediste matrimonio papá?
- Bueno, estaba de gira, ella estaba en una junta directiva en ese momento. Así que antes de que volviéramos a la carretera, me escabullí, compré un boleto de avión para ir a verla, la esperé en el cuarto, era nuestro séptimo aniversario, y cuando ella abrió la puerta se encontró con pétalos de rosas, una botella de champagne en hielo, globos en forma de corazón, velas y yo arrodillado con la guitarra encima. Le pregunté mientras tocaba su canción que si me concedería el honor de ser mi esposa en esta vida y en todas las que hayan.
Y el anillo estaba atado a uno de los globos delante de ella.
- Después de tan feliz sorpresa salté a sus brazos, casi rompo la guitarra, y luego me puso el anillo mientras lloraba de la felicidad. Fue uno de los días más felices de mi vida.
-Todos los días contigo lo son amor. -se besan y uno de los gemelos hace muecas.
- Uacala.- dice el pequeño y los demás se ríen.
-Cuando crezca quiero ser como tú papá y encontrar a alguien a quien ame mucho también.
- Lo harás, no te rindas, no fuerces las cosas con quien no siente lo mismo, pero una vez sientas una persona despierta esa melodía en tu interior, y sienta lo mismo por tí, no importan los obstáculos que puedan haber, sé fiel a tí mismo, a tus sentimientos y a quien amas. Entonces, serás verdaderamente feliz.
-También recuerda ser feliz contigo mismo, amarte primero, la felicidad no viene con alguien más, está en tí y la haces tú.- Dijo Kagami.

Y así pusieron los niños a dormir y bailaron los dos, a solas, a la luz de las velas, sin más música que la que sus ojos expresaban.

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Hola, espero que estén bien, cuídense mucho. Y les deseo a todos los que busquen a esa persona especial, que sea como Luka y les llene la vida de música y color.
Se despide, Isabellazara.

Después de la bodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora