Capítulo 12: Athenea

58 10 9
                                    

NOTA: Este capitulo se desarrolla en el mismo día que los sgtes.

***

Athenea estaba cansada de todas las desgracias que estaban ocurriendo a su alrededor y lamentablemente no tenía a nadie que echarle la culpa más que a sí misma, o bueno a todos los implicados.

El destino estaba siendo cruel y ella estaba descubriendo que había mucho más en juego de lo que pensaba; sin embargo, aún no estaba del todo segura de ello y lo peor es que no era capaz de hacer lo que sea para averiguarlo.

«Maldita mortalidad», pensó, eso era lo peor, además de lo obvio, en ser una humana. Seguido de el no poder ser casi omnipotente acerca de lo que sucedía a su alrededor y no poder preverlo, aunque claro, ella había advertido a todos del peligro que corrían gracias a su pasado.

«Sino me hicieron caso no es mi culpa», se dijo y era lo único a lo que se podía aferrar para no sentirse responsable por las muertes que ocurrían.

Acetes había sido la primera baja en su bando, conocido o no, era un muerto que cayó por la maldición que cargaban y que tendría en su conciencia.

-Esto tiene que terminar -murmuró bajando del taxi en el que iba y mirando la casa frente a ella, un lugar al que jamás pensó ir por la fuerza, pero en el que estaba por las circunstancias.

La casa era bastante grande y similar a la de Hera, por lo que la estructura en sí no le sorprendió en comparación de la decoración externa. Tenía un jardín bastante hermoso con una fuente de agua que resaltaba la belleza de todas las flores que había ahí y formaban un arcoíris.

«Alguien debe haberse tomado muy enserio la decoración», pensó antes de tocar el timbre una, dos, tres veces sin obtener ningún resultado, frustrándola y haciendo que haga una pequeña pataleta por ello.

-Sabes... Jamás pensé que te haría hacer un berrinche -dijo una voz detrás de ella que la hizo maldecir internamente.

«Lo que me faltaba», pensó girando y encontrándose con Poseidón que la miraba con una sonrisa divertida que la molesto aún más.

-¿Está tu hermano en casa? -preguntó sin rodeos y el chico ladeo su cabeza.

-¿Cuál?

-Zeus.

-Ah, él. Sí, sí está en casa -le respondió y Athenea casi suspira de alivio hasta que agregó-, pero no quiere hablar contigo.

-Eso no es una novedad que me interese -admitió. Sabía que no era la persona más querida del hermano menor de los De Santis-. Dile que estoy aquí -ordenó.

Poseidón rodó los ojos, pero asintió pasando por su lado para abrir la puerta- Sabes, decir por favor no te va a matar.

-No, pero el tiempo que no tenemos tal vez -le respondió Athenea con dureza.

-No tenemos porque seguir el destino que se nos a marcado.

-No es como si tuviéramos otra opción.

-Siempre hay una opción -le refutó el chico haciéndole señas para que pasará junto a él-. Además... Si mi vida va a significar algo, tengo que ser yo quien la viva, de lo contrario no vale de nada tenerla.

-Pues tu vida no es solo... Espera -le pidió deteniéndose y mirándolo sorprendida- ¿Acabas de citar a Percy Jackson?

Poseidón la miró de igual manera al escuchar su pregunta antes de soltar una risa corta mientras negaba- Por supuesto que tú tenías que haber leído ese libro.

-¿Qué se supone que significa eso?

-Es mitología griega y uno de los personajes más importantes es la hija de Athenea.

Dionisio [Olímpicos mortales #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora