Capítulo 17

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—Necesito un descanso.

—Menos quejas y más trabajo —ordenó Dionisio pasando por el lado de Shada que estaba gimoteando.

—Ay... Mi hermanita no puede aguantar un día de trabajo entero —se burló Shane de su hermana lanzándole un trapo que la chica intercepto antes de que le cayera en el rosto.

—Aún puedo patearte el trasero si quiero —le gruñó su hermana poniéndose de pie y retándola.

—¡Hey, hey! No peleas, estamos reconstruyendo -no destruyendo- el local de Dionisio de nuevo —se metió Ariadna entre ambas hermanas haciendo reír a Dionisio.

No hubiera pensado que eso sería posible con lo sucedido los últimos días, pero luego de pasar más de veinticuatro horas con las trillizas y Ariadna se dio cuenta que eso era muy fácil.

Mientras que Shelly era la que se mantenía seria e iba a hacer lo que tenía que hacer, Shane y Shada estaban lanzándose puyas y bromas cada dos por tres retándose mientras lo ayudaban a reparar su local del desastre de la ultima vez.

Aún le daba un poco de nostalgia estar en ahí y no ver a Acci, al menos no físicamente, porque en su mente cada que daba la vuelta un recuerdo de su amigo jugando con él, ordenándole, apoyándolo lo golpeaba con fuerza.

«Tienes que vivir». Eso era lo que le había prometido a la abuela del chico; sin embargo, primero tenis que asegurarse de sobrevivir en primer lugar.

«Abajo», ordenó a su cuerpo cuando sintió un pequeño cambio en el aire muy, muy cerca de él.

—¡Muy bien! —gritó Shane extasiada desde donde estaba.

—¿Estás loca? Casi me das en la cabeza —le reclamó viendo de ella al plumero que le había arrojado y ahora estaba en el suelo.

—Ah-ah —negó la chica en sí dirección—, sin quejas. Es un entrenamiento.

—¿Entrenamiento? ¡Pero si ni siquiera estamos entrenando! 

—Ya suenas como Shane, me decepcionas Dionisio —le respondió riéndose.

—Loca —murmuró Dionisio mientras llevaba una caja hacia el almacén.

Las trillizas se habían convertido en las encargadas para de su entrenamiento, por parte de Hades obviamente, para el enfrentamiento que tendría al siguiente día, y si era sincero consigo mismo, así como lo hacían reír con sus retos y ocurrencias, le daban el mismo miedo al entrenar.

Las erides de Hades eran letales, no tenía otra palabra que las describiera después haberlas visto pelear, aparte la paliza que le dieron cuando entrenaron el día anterior dejaba en claro que ser un dios era algo insignificante siendo un humano que no sabía defenderse de ellas.

«Al menos mejoré», se animó, o eso creía, no habían vuelto a entrenar.

Cuando llegó al almacén sintió como cada vez que estaba allí un deja vu mientras miraba el estante en que habían apresado a Acci y que cayó sobre él.

«Demasiados recuerdos», se quejo internamente sin moverse, «demasiados recuerdos» repitió.

Sabía que el bar era un lugar plagado de ellos, pero Dionisio no estaba dispuesto a renunciar al único legado mortal que tenía por parte de sus padres. Además también significaba mucho para su amistad con Acci.

Sonrió pensando en como estarían ellos orgullosos de su decisión.

Su madre siempre había sido una luchadora y quedarse en el bar, o mejor dicho con él, era algo que en definitiva los haría feliz.

Dionisio [Olímpicos mortales #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora