Capítulo 3

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La luz del sol junto a los golpes en su puerta lo levantaron mucho antes de lo que debería en un domingo, por lo que se quejó molesto.

¿Quién no lo haría? ¿Quién diablos amaba despertarse temprano un domingo? Nadie ¡Nadie amaba despertarse un domingo temprano!

—¡Dionisio! ¡Sal te buscan! —gritó Carlo tocando su puerta como si quisiera tumbarla y haciéndolo maldecirlo aún más.

Fijando la vista en su reloj vio que eran las 7:34 de la mañana ¿Quién demonios estaba buscándolo tan temprano?

«Seguro alguien que no tiene nada que hacer con su vida», pensó fastidiado.

—¡Dionisio! —y obviamente quién solo se dedicaba a joderle la vida— ¡Sal!

—¡Voy! —gritó pasándose una mano por su rostro.

Lo que menos quería, aparte de estar despierto, era seguir escuchando la voz de Carlo que lo irritaba aún más.

Viendo, que tal y como había previsto la madrugada de ese día, se quedó dormido con la ropa que había llegado del bar solo se lavó su rostro para despejarse antes de bajar al primer piso y encontrar a la persona que se atrevía a despertarlo tan temprano en un domingo.

—Esto debe ser una broma —se dijo a si mimo mientras veía a sus invitados inesperados— ¿Qué diablos hacen ustedes acá?

—Hola, nosotros también estamos felices de verte.

Por supuesto que Hermes diría eso. No es que Dionisio tuviera algo e contra del chico o de su acompañante, pero uno lo habían despertado antes de pudiera descansar bien y dos ambos estaban siendo demasiado avariciosos en lo del tema de ser dioses.

Sobretodo Apolo, que quería evitar a como fuera sus destinos y encontrar la manera de acabar con todo junto a Athenea.

—... Además no podemos venir solo a saludar.

—No.

Ellos no eran cercanos desde hace mucho y en su situación saludar no era algo que sólo fueran a hacer porque sí.

—Queremos hablar contigo —le dijo Apolo hablando por primera vez.

—¿Conmigo? —cuestionó Dionisio al chico— ¿Qué es lo que quieren ahora?

El hermano de Artemisa miró a Hermes que le dio un asentimiento; sin embargo, ninguno dijo nada frustrándolo cada segundo más.

Sí iban a pedirle algo solo debían decirlo y ya para que el pudiera ir a hacer cualquier otra cosa excepto estar de pie ahí.

—¿Y bien?

—Tienes que tener cuidado.

—¿Disculpa?

—Estás en peligro, Dionisio —señaló Apolo bastante serio— Tienes que tener cuidado, porque...

—Mira, Apolo —lo corto antes de que siguiera hablando.

¿En serio solo había ido por eso?

—Entiendo que estamos en peligro desde hace mucho por lo que sé, y obviamente tú sabes —le recordó—, así que no te preocupes, yo sé cuidarme.

—Esto es diferente.

—¿Como esto es diferente?

Dionisio empezaba a creer que esa conversación era una perdida de tiempo.

—Somos dioses, nos quieren matar fin. No hay nada de nuevo. Nada diferente.

—Esto sí lo es, porque Apolo tuvo una profecía acerca de ti —le informó Hermes sonando molesto—. Ahora tienes unas líneas que sellan tu destino y no son muy bonitas tengo que agregar.

Dionisio [Olímpicos mortales #4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora