La chica traslúcida era una Yurei. Esta Yurei era un poco más baja que Harumi por un par de centímetros, a pesar de que antes medía más de dos metros de altura. Esta chica vestía un Kimono blanco, su cabello, que antes era tan negro como la noche, pasó a ser tan claro como la nieve, estaba suelto y le alcanzaba hasta un poco más abajo de la mitad de la espalda. Su cabello cubría su rostro, lo único visible era un poco de su nariz y su boca pero con lo poco que se veía se podía distinguir una expresión triste oculta detrás de esa expresión serena que trataba de mostrar.
Esta Yurei siguió a Harumi durante varios minutos bajo la lluvia hasta que la más alta llegó a su hogar.
Al llegar Harumi a su casa, Mitsuko, su hermana, la recibió. Mitsuko le iba a reclamar por haber llegado tarde y además por no haberse llevado su paraguas pero no le iba a decir nada ese día ya que ese día era el entierro de la mejor amiga de Harumi.
Antes de que Mitsuko cerrara la puerta, ella pudo ver a la chica que había seguido a Harumi durante todo el camino.
-¡Hey! -dijo Mitsuko-, ¡Ven, entra! ¡Si te quedas allí te resfriaras!
Harumi se acercó a su hermana y le preguntó qué sucedía a lo que la mayor dijo que la chica que estaba afuera se iba a resfriar si se quedaba debajo de la lluvia pero al volver la vista afuera no vieron a nadie allí.
-Hermana -dijo Harumi acercándose tímidamente a Mitsuko-, creo que de tanto trabajar estas viendo cosas
Harumi cogió la mano de su hermana y la llevo adentro diciendo que si se quedaba allí seria ella la que terminaría enferma.
En cuanto a la familia Aihara. Ume y Sho llegaron a su hogar y al entrar por la puerta principal, Ume cayó al suelo y comenzó a llorar mientras que Sho trataba de consolarla.
-¿Madre?
Mei estaba frente a los dos adultos viendo con preocupación a Ume pero esta solo se levanto del suelo, limpio sus lagrimas y paso al costado de Mei sin prestarle la mínima atención. Mei soltó varias lágrimas que rápidamente limpio.
-Solo dale tiempo -dijo Sho acercándose a su hija-, te aseguro que en unos días todo estará bien
-Es lo que más deseo -dijo Mei agachando la cabeza-, quiero que todo... Vuelva a ser como antes
-No puedes regresar el tiempo, Mei -dijo Sho pasando a su lado-, lo que has hecho... No se puede remediar
Mei hace 4 semanas se había casado con Udagawa y después de 7 días Yuzu murió, todos la culparon por su muerte ya que la mayoria sabia lo que pasaba entre las dos: "su relación prohibida y secreta" la sabían más de uno. La relación que alguna vez tuvieron las dos, Mei lo desvaneció con una simple pero dolorosa carta. Después, aún con todo el esfuerzo que hizo Yuzu, Mei siguió con la cabeza en alto diciendo "esto es lo que debo hacer"... Un deber, no un querer pero aún así sabiendo lo que en verdad quería, lo en verdad deseaba, ella siguió con lo que había escogido a pesar de saber que eso le doleria.
Siete días... Siete malditos días tuvieron que pasar antes de que Mei supiera que lo que había hecho fue el peor error de su vida, y tuvo que darse cuenta de la peor manera ¿Era lo que se merecía? Tal vez, pero ¿Por qué cobrar la vida de una persona inocente que arriesgó todo con tal de ver a su hermana, a su amante feliz? Nadie lo entendía ¡Ella lo dio todo! ¿Y Mei? Solo le dio la espalda, miradas por encima del hombro y una actitud tan fría como el hielo.
Mei creía que era su culpa, no, estaba segura de que era su culpa y por eso es que ella trato incontables veces de hacer realidad el deseo de muchos que conocían a la rubia: La muerte de Mei Aihara. Mei lo intentó una, dos... Hasta 10 veces intentó suicidarse en un lapso de tres semanas pero, por alguna extraña razón, jamás lograba su cometido. Intentó ahorcarse; la cuerda se rompió, ¿Envenenarse? Era inútil ¿Cortarse las venas? Antes tenía que encontrar un cuchillo o una navaja que extrañamente habían desaparecido ¿Qué más hacer? Solo había una opción y ese día ya lo tenía todo planeado, justo el día del entierro de su amada rubia.
Horas más tarde, luego de cenar, la familia se dispuso a dormir o, al menos, la mayoría. Mei estaba despierta pero no era que quisiera dormir en realidad, ella espero hasta que los adultos estuvieran profundamente dormidos para llevar acabo su plan.
Mei se levantó de la cama y se dirigió al balcón. Estando allí, y dejando que su cuerpo se controlará por sí solo, Mei se subió a la barandilla del balcón y cerró los ojos mientras que una ventisca golpeaba su rostro y movía su cabello y su ropa.
-Falta poco, mi amor...-dijo Mei-. Muy pronto estaremos juntas
Mei desde hace ya varios días perdió la cordura o eso decían varias personas que aún interactuaban con ella. Mei se hacía todo tipo de daño pero jamás llegaba a extremos, hablaba sola y de vez en cuando llegaba a gritar horrorizada cuando se despierta por las mañanas o mientras come en el almuerzo, sea cual sea el caso siempre tenían como causante algún recuerdo de Yuzu.
Mei estaba a punto de acabar con todo, se estaba inclinando hacia delante sin abrir los ojos pero antes de que hiciera algo más estúpido, el sonido de una caja chocando con el suelo la hizo abrir los ojos y voltear hacia atrás pero cuando lo hizo perdió el equilibrio y casi se caía de no ser por un rápido movimiento que le permitió volver atrás y alejarse del balcón justo a tiempo.
Mei estaba asustada ¿Qué pensaba en ese momento? Sabía que lo había planeado todo desde el principio, he incluso se preparó mentalmente para eso pero ¿Y qué ocurrió ahora? ¿Se arrepintió? Pues tal era el caso, después de ver el vacío debajo de sus pies se arrepintió de lo que estaba apunto de hacer.
Mei se insultaba a sí misma mentalmente "cobarde... Ni con eso puedes... Que patética" eso era lo que se decía Mei en ese momento estando en el suelo pero recordó ¿Que le hizo perder el equilibrio? Al hacerse esa pregunta volteo su cabeza hacia una pequeña caja que estaba en el suelo, Mei se levantó y fue a recoger la pequeña caja pero cuando lo hizo se dio cuenta de que esa caja traía consigo los dos anillos por los cuales Yuzu había luchado tanto con tal de dar a entender que su amor sería eterno.
Mei no pudo evitar llorar por todos lo recuerdos que tenía de la rubia y la forma en la que la trato todas esas veces ¿Qué clase de persona era? ¿Cómo fue capaz de hacerle eso a Yuzu, a la persona que supuestamente amaba? Se odiaba, se arrepentia de todo lo que hizo incluyendo lo que estaba a punto de hacer.
-Perdoname, Yuzu -dijo Mei entre lágrimas- Perdóname por todo lo que he hecho
Del otro lado de la puerta, mientras Mei estaba llorando abrazando la pequeña caja contra su pecho, la Yurei que había seguido a Harumi estaba allí escuchando todo y se podía notar claramente un par de gotas saliendo de sus ojos ocultos por su cabello.
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Citrus: Yūrei No Kimochi (幽霊の気持ち)
Hayran KurguDespués de su muerte hay tristeza y dolor, pero una visita del más allá hará que ese dolor y tristeza se vuelva alegría.