Capítulo 2

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Diana por suerte no había caído de manera que pudiera resultar fatal para ella, pero su brazo se había fracturado en la caída y su espalda le dolía por lo que debía mantener reposo postrada en una cama.

—¿Cómo te sientes madre? ¿Quieres algo? ¿Tienes sed? —la niña hacia una pregunta tras otra, eso enternecía a Diana. Ver a su pequeña tan atenta con ella.

—No, mi amor ven recuéstate a mi lado. Beatrice no dudó y se quitó sus zapatillas para subir a la cama y acostarse junto a su madre, puso su delgado brazo sobre su pecho, abrazándola.

—No volveré a dejar que algo malo te pase.

—Mi princesa no es tu culpa, ya deja de pensar así.

La abrazó más. Su madre era lo más lindo que tenía, nunca iba a olvidar eso. Aunque dijeran que no era su culpa, ella no podía dejar de pensar que si lo era.

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  Mile Perkins era un hombre de negocios innato, muy capaz e inteligente con cada contrato que hacía o firmaba. Por eso cuando recibió la propuesta de Humberto De Santiago pidiendo que invirtiera y ofreciera sus barcos para el transporte de una mercancía de dudosa procedencia, por supuesto Mile se negó. Había mandado a investigar a Humberto y lo que sus hombres averiguaron fueron negocios escabrosos e ilícito, en los cuales Mile ni Cornelia iban a involucrarse.

—Ese hombre no me agrada. —le comentó su esposa el día que conoció a Humberto De Santiago, eso terminó de convencer a Mile.

Cornelia era su socia, la administradora de los libros de cuentas y si ella decía que no estaba de acuerdo con algo, él lo aceptaba.

—A mí tampoco Cokkie. dijo Mile mientras abrazaba a su mujer Ha insistido demasiado en hacer negocios.

—Mile hay que tener cuidado, deberíamos acusarlo con las autoridades. Dijiste que tu investigador encontró cosas fuera de lugar con él. 

—Sí, lo han acusado pero el bastardo ha logrado salir impune en varias de esas acusaciones debido a la falta de evidencia concreta o que desaparecía de forma conveniente.

—No me gusta para nada el rumbo que está tomando esto.— Cornelia se empezó a poner nerviosa.

—Tú mantente tranquila mi amor, no voy a dejar que ese infeliz toque a nuestra familia.

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Humberto De Santiago se sentía colérico y con ganas de matar al desgraciado de Mile Perkins. Ese imbécil de cara lavada se negaba a concretar los negocios con él, ese dinero podría salvar guardar todo lo que aún le queda. Entre tantos malos negocios el dinero fue acabando, estaba en la completa quiebra, necesitaba el dinero que Mile Perkins tenía a montones.

Mientras tomaba de la botella de ron barato, solo podía pensar en cómo Mile lo miraba como si fuera una cucaracha.

El tipo tenía una enorme residencia, una esposa e hijos preciosos que presumía siempre. Humberto quería dinero y sabía cómo hacer para que Perkins se lo diera...

Mi dulce Caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora