Capítulo 4

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BEATRICE TRIS.
Sentí que habían pasado horas cuando por fin la puerta se volvió abrir iluminando la habitación en donde nos habían encerrado. En el momento que ese hombre entro, Cameron me abrazó y yo me aferré a él.

—Vamos, salgan a comer bastardos. —ordenó ese hombre.

Cameron se levantó sin soltarme, tratando de que siempre estuviera detrás de él, lo más lejos posible del secuestrador. Apenas nos sacaron de la oscura habitación vi que estábamos en un pasillo estrecho, las paredes estaban descoloridas y con agujeros. Caminamos hasta una pequeña estancia donde estaba el tipo que dijo que me vendería a un burdel, él comía una pierna de pollo, al verlo comer mi estómago se retorció. Tenía mucha hambre.

No nos permitieron sentarnos en una silla o mueble, sino que nos arrojaron la comida al suelo para que comiéramos ahí. Cameron apretó mi mano, podía percibir su rabia e impotencia porque yo también la tenía.

—Si no quieren comer, no coman —se burló el más robusto de ellos, mirándonos desde la mesa. Miré a Cameron y él me miró a mí, sus ojos verdes me reconfortaban, me daban fuerza para no llorar aunque eso era lo que quería hacer desde que estábamos encerrados.

—Vamos Tris. No permitas que te humillen, ellos no pueden humillarnos si no se lo permitimos. —me susurró Cam al oído. 

Asentí y aunque no quisiera, comimos en el suelo. Si quería escapar con Cameron necesitaba fuerza para poder correr. El pan que nos dieron estaba duro y el pollo que nos lanzaron era más hueso que carne, pero debía de servir porque no íbamos a pedirle nada a esos hombres.

—De verdad que la niña es muy linda, Humberto. Es como una muñeca fina. —mi garganta se sintió cerrada y comencé a temblar. Cameron de inmediato se puso frente a mí para cubrirme de la vista de ellos, lo que causa sus risas. —Que adorable, crees en serio que puedes protegerla niño. Mírala tan tierna, adorable, debe ser calidad cuando la tocas.

Sentí tanto asco, me aferré a la camisa de Cam.

—¡Si la toca lo mato! —gritó Cameron.

“Quiero salir de aquí. Deseo irme, ver a mis padres".

Contuve las ganas de llorar. No debía llorar, no podía llorar, no con Cameron siendo fuerte por ambos, protegiéndome de estos hombres.

“Yo también debo ser útil”.

—Ya deja de molestarlos Lorenzo. —dijo el que se llamaba Humberto. —Si mañana Mile Perkins no paga, ten por seguro que podrás tener tu tiempo con la niña antes de darle al burdel.

—Eso me parece excelente. —mi respiración se aceleró y el miedo que tenía comenzó a dominarme tanto que estaba por vomitar pero entonces recordaba a Cam. Él estaba frente a mí, su olor, podía sentir su calor.

Él era mi fuerza y juntos íbamos a salir de aquí, tenía fe que sería así".

Volvieron a encerrarnos en aquella habitación oscura en la cual no entraba ninguna luz.

—Cameron —susurre su nombre.

—Estoy aquí. dijo en la oscuridad. —Su mano siempre sostenía la mía, necesitaba esto. Sentirlo conmigo. Odiaba este lugar oscuro, olía feo y se sentía sofocante.

—¿Cómo vamos a salir de aquí?

—Tris cuando ese hombre no miraba pude esconder un pedazo de vidrio roto que estaba en el suelo.

—¿Vamos a atacarlos?

—Son demasiado grandes y fuertes para atacarlos de forma directa. Tengo que pensar en un plan, contra los dos no tendríamos oportunidades pero tal vez tendríamos oportunidades contra uno.

—Solo dime lo que tengo que hacer y lo haré...

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Esperamos por bastante tiempo cuando la puerta se volvió abrir.

—Humberto fue por el dinero. Pero mientras, puedo divertirme con contigo muñequita. —dijo el hombre entrando la habitación dejando la puerta abierta.

¡Atrás! gritó Cameron.

—¡Quítate de mi camino mocoso! —espetó el hombre empujando a Cameron con fuerza

—¡Cam!

Ese hombre se puso sobre mí, en el momento que quiso tocarme lo mordí y él gritó.

—¡Maldita zorra! —me golpeó en el rostro. La mejilla me ardía y no podía contener mis  lágrimas. Estaba aturdida, solo escuchaba un zumbido en mi cabeza. —¡Ah!

Gritó de dolor ese hombre, lo vi tocar su costado izquierdo y a Cameron, quien había enterrado algo muy fuerte, sus manos estaban llenas de un líquido espeso y oscuros. Rápido me hizo levantarme para alejarme de ese tipo.

—¡Corre Tris, vamos!

Salimos de esa habitación. Juntos corrimos, cubierto de sangre, buscando salir desesperadamente de esa casa tan pequeña.  Cameron me agarro de la mano, apenas salimos no reconocí nada a mi alrededor, ni en que parte de la ciudad estábamos.

—¡Vamos Beatrice! ¡No te detengas!

—Cam. —mi piernas se empezaron acalambrar pero no debía parar.

“No debía hacerlo. No quería volver a ese oscuro lugar”.

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MILE

—¡¿Dónde están?! —Humberto estaba amarrado a una silla mientras, Shawn y yo mirábamos como dos hombres que trabajaban para mí lo golpeaban.

—¡Vete a la mierda Perkins! —uno de los hombres que sostenía garrote de hierro golpeó contra las piernas de Humberto haciéndolo gritar de dolor.

No iban a perder más el tiempo. Me cansé de ser amable. 

Sabía que aunque le diera el dinero a Humberto, él haría lo que le diera la gana y con un hombre así de impredecible la vida de mi hijo estaba en peligro. Los hombres como Humberto les gustaba ser crueles y yo por mi familia también podía serlo. Habían pasado dos días en los cuales este maldito había tenido a mi hijo encerrado en quién sabe dónde, pensar en lo que pudo hacerle en todo ese lapso de tiempo a Cameron y a Beatrice me hacia hervir la sangre. Lo agarre del cuello de la camisa.

—¡¿Dónde está mi hijo, Humberto?!

—Tal vez ya lo maté y tu bella sobrina siendo violada por mi socio. —dijo riéndose y sus ojos tenían el brillo de un demente.

—¡Así tenga que ordenar que te rompan cada uno de los huesos lo haré hasta que hables! —grité furiosa casi desesperado.

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CAMERON

No reconocía las calles, viví en esta ciudad toda mi vida y nunca había pasado por una zona tan descuidada como esta. Solo tenía en mi mente que debía correr, correr tan lejos para que no nos volvieran a encerrar. Beatrice intentaba seguirme el paso, personas nos miraron pero no hicieron nada por acercarse, por ayudarnos.

Beatrice no soltó mi mano en ningún momento, ni siquiera cuando cayó de rodillas en medio de la calle. Un coche se detuvo de forma brusca frente a nosotros. Miré a Tris, me arrodillé frente a ella y sus ojos estaban fuertemente cerrados, acuné su rostro.

—Beatrice. Tris... Por favor. — supliqué. —Abre tus ojos, te lo pido. Estamos bien.

Alguien se había bajo del coche de forma apresurada. 

—¡Cameron!

—¡Padre!

Mi dulce Caos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora