Como niños pequeños

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"buenos días, Ariel", saludó David al llegar tan tempranito a la empresa.

"señor, buenos días", había trabajado en la empresa desde que era una adolescente, el papá de David le dio un empleo y ella supo aprovechar la oportunidad que el señor le estaba dando.

"¿Regina?", cuestionó, siempre que llegaba la encontraba conversando con la secretaria y podía admirar su belleza, por eso le causó curiosidad no verla.

"todavía no llega", esa sí que era una noticia alarmante, Regina Mills detestaba la impuntualidad, diariamente era la primera en llegar.

"¿estás segura de eso?", quizás estaba encerrada en su oficina.

"muy segura", respondió con firmeza.

"supongo que luego sabré de ella", fingió conformarse, estaba siendo demasiado evidente, no podía quedar en evidencia así de fácil.

"la reunión de la junta directiva se ha cancelado", le informó, la miró extrañado, ni enterado de ese cambio de última hora, "ayer cuando la señora Mills salió de la empresa me lo notificó", se quedó calladito, ni protestó, si había sido una decisión de su socia, quién era él para cuestionarla y menos en su ausencia.

"¿algo más que deba saber para el día de hoy?", preguntó, era costumbre que le informara sobre el plan de trabajo de la jornada.

"eso es todo por ahora", se cercioró de su respuesta en la agenda encima de su buró, "¿desea un café?", para ella era un placer servirles a sus jefes, la trataban muy bien, se sentía agradecida por eso.

"gracias, Ariel, desayuné en el departamento", como se levantó antes del amanecer, tuvo tiempo suficiente para preparase algo de comer.

Se dirigió a su oficina, se dispuso a comenzar con su trabajo, pero, la falta de concentración lo traicionó, que Regina no hubiera llegado aún, lo desorientó, se moría de ganas de llamarla, saber de ella, preguntarle, le aterraba el hecho de pensar que pudiera sentirse mal, todavía esa sensación de haberla visto sin vida en sus brazos lo atormentaba, solo que no podía seguir con esa paranoia, por eso, salió de la oficina, quizás lo despejaría una pequeña caminata, "daré un recorrido por la empresa", avisó a la joven secretaria, lo hizo con doble sentido, por si llegaba Regina tuviera una respuesta para darle, en caso que preguntara por él.

A sus empleados les encantaba que les hiciera una visita matutina, muchos de ellos aprovechaban la oportunidad para comentarle sus inquietudes, de esa manera podía buscar soluciones para que los problemas no se hicieran más grandes, además, el contacto con ellos, les daba confianza para continuar prestándole servicios.

Al llegar al departamento de diseño, las chicas trabajaban arduamente, tuvo un intercambio con ellas, les enseñaron sus proyectos con entusiasmo, lo contagiaron, tanto, que salió de allí con cualquier pretexto para ir a su oficina y plasmar en un papel toda la inspiración que de repente inundó sus sentidos, no pudo evitar pensar en Regina, ella siempre era su musa, en su mente podía verla radiante con su cabello largo ondeado por el aire, sus rizos sin iguales cayendo libremente cubriendo sus espaldas, su cuerpo tan perfecto, con sus curvas justo en el lugar indicado, sus finas manos adornadas por unos sencillos anillos de oro blanco agregándole una elegancia característica que solo ella era capaz de lucir, sus perfectas y estilizadas piernas creando la exacta combinación con su reducido tamaño, el que amaba demasiado, verla tan pequeña le daban deseos de cuidarla, mimarla como solo ella se lo merecía, su piel, de esa casi no hablaba, porque era su parte favorita, su tersa suavidad lo enloquecía al punto de querer embriagarse de su olor hasta el hastío, y qué hablar de sus bellos ojos café, esos que con solo mirarlos lo hacían recordar a la luna, eso, los ojos de la luna, así llamaría a la obra de arte que terminaba de diseñar, una fina cadenita de plata con un pequeño pero llamativo pendiente en forma de luna del mismo metal, adornado con dos zafiros negros simbolizando elegancia y autonomía, propias de la persona en que se había inspirado para diseñarla, estaba seguro de que cuando le diera vida a esa preciosura, sería una de sus más inolvidables piezas, la cual, sin dudas, arrasaría en la feria.

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