Life is Beautiful

Una simple conversación de amigos

Llegaron a la empresa con tiempo suficiente para la reunión, tenían una larga lista de pendientes que tratar, por eso, se extendió, hasta depués de la hora del almuerzo, eso le dio la oportunidad a David de organizarle una pequeña cita.

"pensé que hoy no terminaríamos", ella se encargó de la despedida, David decía que se le daban bien la política y las relaciones diplomáticas.

"y yo pensé que moriría por no poderte besar delante de todos", la vio entrar por la puerta y de inmediato la atrapó entre sus brazos para besarla, la había extrañado demasiado.

"si esta será tu reacción por unas horitas de distancia, entonces te haré sufrir mucho más", bromeó, es que lo sentía tan desesperado y tan necesitado de ella, que sus besos tenían un sabor diferente.

"¿torturarás así mi corazón?", hizo un pucherito, la sostenía por la cintura, sus cuerpos unidos y acalorados tomando aire para recuperarse.

"sí", continuó con su teatro, quería saber hasta dónde llegaba la situación.

"entonces, moriré de sed, porque tú, mi florecita, eres el agua en mi desierto", se separó de ella, puso una mano encima de su pecho, fingiendo estar herido de muerte.

Regina no se perdió ni un detalle de sus gestos, de sus movimientos, su seriedad le ablandó el corazón, en sus tan hermosos ojos azules solo vio sinceridad, y a pesar de saber que ambos bromeaban, tuvo que hacer la pregunta, "¿tanto así?", la duda le estaba consumiendo la mente.

"sí", afirmó sin pensar, ella quería más explicaciones, "¿todavía te queda alguna duda de que me muero sin ti?", Regina caminó hacia atrás y se recostó del mueble de madera de la oficina, debía ponerse cómoda para la conversación, que quizás aún no estaba preparada para tener, pero no huiría más.

"tengo mucho miedo de perderte, si es eso a lo que te refieres", miró al suelo, desviándole por completo la mirada.

"escúchame muy bien, Regina Mills", esa autoridad que percibió en él, jamás la había visto antes, lo miró fijamente, le daba curiosidad por saber qué era eso que le quería decir, "desde que tengo razón, he soñado en un futuro contigo, ahora que la vida por fin me da esa oportunidad, no pienso perderla por nada, ni por nadie", fue inevitable que sus ojos la traicionaran hablando por su corazón que en ese momento estaba acelerado, inmovilizando a su cuerpo negándole la oportunidad de poder moverse o dar un paso, lo que acababa de escuchar la superó completamente, ella también se había pasado toda su vida pensando en construir un futuro juntos, "así que sí, es para tanto, sin ti me muero, mi florecita", lentamente, se acercó a ella, tomó su barbilla y la alzó para tener mayor acceso a sus ojos, que para ese entonces ya estaban empapados.

"David", fue la única palabra que logró articular, realmente, él era su mundo entero.

"Regina", imitó su tono y por unos minutos que parecieron eternos e interminables, sus miradas se fundieron en una sola, sus ojos eran el reflejo de sus almas, ninguno se atrevió a dar el primer paso, pero sus labios tomaron la iniciativa, se atrajeron como imanes presos de un campo magnético para darse el más lindo, dulce, tierno y lento de los besos, las manos de ella vagaban por sus tan musculosos brazos, memorizando cada rincón, al mismo tiempo que él, exploraba de norte a sur, el intrincado mapa de sus espaldas, si era sincero consigo mismo, se la imaginaba sin una pieza de ropa, para vagar por su piel dejando besos en los más disímiles rincones, impregnando su huella como una calcomanía imposible de borar, su mente voló lejos, tan lejos, que, sus instintos masculinos, le dieron la alarma roja, entonces, prefirió detener el beso, antes de que se pasara de los límites, los que estaban a punto de cruzar, "reservé en un restaurante donde nadie nos conoce", Regina protestó con evidente molestia por haber detenido el beso, "es el restaurante que unos amigos abrieron hace poco, pero en este momento, están de viaje, ni se enterarán de que visité su negocio", argumentó para convencerla.