Las buenas noches

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Podía pasarse eternas horas mirándola y jamás se aburriría, así estuvo allí, horas interminables esperando a que abriera los ojos, pero si era sincero, prefería que no ocurriera, la quería dormida siempre, de esa forma tendría la libertad de admirarla con todos los sentimientos de su corazón, sin tener que esconderlos, sin inhibirse de nada, ¿cuánto duraría esa situación?, ni él mismo lo tenía claro, solo sabía que aprovecharía cada instante para estar a su lado, compartir con ella, amándola, aunque fuera en silencio, no le importaba, por ahora, su amistad cobraba fuerzas con cada segundo que pasaban juntos haciéndolos inseparables, decirle la verdad, arriesgaría eso que habían logrado a lo largo de los años y no estaba dispuesto a vivir sabiendo que no lo amaba de la misma forma que él la amaba a ella.

"pareces perdido en un mar de pensamientos", abrió los ojos y lo vio tan concentrado en su propia mente, que le fue imposible interrumpirlo, pero desafortunadamente, su estómago se apoderó de ella, necesitaba ingerir alimentos.

"admiraba la paz de tu rostro cuando duermes", sin dudar respondió, "¿descansaste?", mostró interés por su bienestar.

"mucho", encontró tan cómoda aquella cama cerca del fuego, que su sueño llegó de inmediato.

"la lluvia parece no querer ceder", resaltó David, aunque era imposible no escuchar las gotas de la fuerte lluvia estrellándose contra el techo de la cabaña.

"puede escampar cuando sea, si estoy aquí contigo puede acabarse el mundo", soltó lo primero que llegó a su mente.

"si eso ocurre y somos los únicos en sobrevivir, el mundo renacería", se dejó llevar por sus emociones, "ven, recuesta la cabeza en mi regazo", segundas propuestas no existían entre ellos, en un movimiento, hizo lo que le pedía, "¿quieres saber por qué lo digo?", asintió, "nuestra amistad es tan grande que la esparciríamos por cada rincón del planeta y las plantas tendrían suficiente energía para crecer nuevamente", acariciaba su rostro con suavidad, mientras dos ojos café, lo miraban atentamente, "nuestra alegría por estar juntos, llenaría los corazones de cada ser sin vida y renacerían", también tenía que hablar de su amor, pero ese, lo dejaría allí guardadito, aunque tenía la plena certeza de que era tan grande o más que el propio universo.

"¿quieres decir que seríamos los salvadores del planeta?", ingenuamente preguntó.

"tenemos superpoderes" bromeaba con aparente seriedad en su expresión, "somos invencibles juntos", ahí ya no pudieron aguantar más la risa.

"pero sin alimentación no seremos capaces ni de levantarnos de aquí una vez amaine el temporal", como estaba cerca de su estómago, lo sintió rugir, por eso se aprovechó de la oportunidad.

"traeré lo que cociné, espérame aquí", Regina se sentó para esperarlo, pero la conciencia la castigó, no había hecho nada, entonces se dirigió a la cocinita de la cabaña para ayudarlo, "¿por qué te levantaste?", la vio acercarse abrazándose por el frío que aún sentía.

"quiero ayudar", lo hizo callar.

Como a David le gustaba mantener la cabaña abastecida, no le costó mucho trabajo encontrar ingredientes para cocinar algo decente, entre los dos colaboraron para recalentar la pequeña cena, la sirvieron y la llevaron para frente a la chimenea, estaban a punto de congelarse.

"tenemos que hablar", comenzó él, rompiendo un cómodo silencio en el que se habían sumido mientras degustaban de la comida.

"¿de qué?", le parecía no tener que contarle nada nuevo, lo sabía todo sobre ella.

"solo falta una semana para la feria", el tiempo no estaba a su favor, debían preparar muchas cosas y ni habían empezado.

"tenemos que apresurarnos", sacó la conclusión lógica, "por lo menos los diseños están listos", era lo primordial para la participación en la feria.

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