Amor del pasado

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Durante esos cuatro días, David no dio señales de vida, ella se la pasó trabajando en lo de la campaña electoral, durante los días su mente se ocupaba tanto que ni espacio tenía para pensar en su novio, o bueno, ya ni sabía cómo llamarlo, pero la situación cambiaba en las noches, toda la tristeza reprimida la sorprendía de golpe y casi no podía dormir, pensando en lo que estaba ocurriendo, se preguntaba qué había hecho mal como para merecerse esa distancia entre los dos, nunca antes se había pasado días sin hablar con él, llamándolo y recibiendo nada como respuesta, siempre se buscaban mutuamente, esta vez, parecía como si no quisiera verla y eso le dolía demasiado, sus lágrimas eran inaguantables, lo amaba mucho como para estar pasando por esa tortura de no abrazarlo, de no sentir su calor, de no besarlo, aunque cada noche tenía allí su flor, eso no era suficiente para ella, lo extrañaba, sentía que se moría con esa distancia sin sentido que le había impuesto, estaba empezando a perder las esperanzas de verlo entrar por la puerta dispuesto a explicarle su comportamiento, a pedirle disculpas por su falta de madurez, entre ellos había confianza suficiente como para enfrentar cualquier situación, incluso esta, la que todavía, con el paso de los días, seguía sin discernir, no podía creer que después de todo lo que habían vivido, estuvieran pasando por esto, pero a ella le pareció suficiente, suficiente de sufrir, suficiente de tolerar su silencio, ¡suficiente!

Esa mañana se levantó muy temprano, le ganó a Cora que siempre era quien primero ponía un pie en la cocina, preparó el desayuno sorprendiéndolos a todos con su actitud, desayunaron como si nadie tuviera inquietudes que despejar, luego, cuando se dispusieron a vestirse decentemente para recibir a los muchachos para su reunión de trabajo, la vieron bajando de su habitación dispuesta a salir de la mansión, parecía un rayo de lo rápido que estaba caminando y en sus manos traía algo que no se podía ver, pues estaba envuelto en papel metálico.

"enseguida regreso", fue lo que dijo para despedirse, sacó el llavero y arrancó el auto a velocidades nunca jamás vistas en ella, que al conducir era muy medida y prudente.

"señora Regina, buenos días", saludó la muchacha a quien le pareció rara su presencia allí, había sido notificada sobre su ausencia por unos días.

"¿David está en su oficina, Ariel?", su tono de voz la intimidó, así como le pareció inusual su falta de educación.

"sí señora", dándole su respuesta, abrió la puerta de la oficina de su socio con demasiado carácter y seguridad de sí misma.

"me alegra mucho encontrarte aquí", le dio tal tirón a la puerta para cerrarla que David se sobresaltó, "aquí tienes tus flores, no quiero ninguna más", dejó caer la envoltura metálica encima del buró provocando que algunos documentos se cayeran al suelo por el estremecimiento, "a partir de hoy te libero de cualquier relación que pudimos haber tenido tú y yo, no te prohibo que vayas a la mansión porque desdichadamente eres el ahijado de mis padres, pero tú y yo, somos completos desconocidos, hasta nunca David Nolan", disparó sus palabras en modo ametralladora sin darle oportunidad a reaccionar y ya se estaba acercando a la salida, cuando la vio regresar, "se me olvidaba", pasó las manos por detrás de su cuello, se quitó la cadena con el pendiente lágrima de Rubí, tomó el anillo que él le había regalado, se lo quitó del dedo que lo portaba y colocó ambas joyas encima de la mesa, "no quiero nada tuyo, olvida lo que sucedió entre nosotros, ahora sí, adiós para siempre", salió de la oficina sin quedarse a preguntar nada más.

"hasta luego, señora", se despidió Ariel al verla pasar por su lado y llegar al ascensor tocando el botón rojo para descender del edificio.

Regina no contestó, sabía que si emitía un sonido, allí mismo se derrumbaría a llorar, necesitaba salir de allí cuanto antes y el asecensor no llegaba, la ansiedad le ganó evitando que pudiera contener las lágrimas, estaba de espaldas a la secretaria, de lo contrario la hubiera descubierto, de pronto la puerta de la oficina de David se abrió al mismo tiempo que el sonido del ascensor se escuchó, ella se coló al interior y cerró las puertas pudiendo ver que él intentó evitar que se fuera, no pudo lograrlo.

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