5:- El kelpie que no desperto de su letargo.

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Nos quitamos las esposas de rosas, y sostenemos nuestras blancas muñecas.
Es el milagro de tus caricias, eres tan adorable.

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(Nota: Cambie el nombre de la protagonista, ya no sera nuestra linda rayita jaja. Lo hice de esta manera por que me es mas comodo, espero que no cause problemas. Lo notifique en el primer capítulo, pero lo hago de nuevo, por las dudas. De igual modo si no es de tu agrado el nombre, puedes cambiarlo a tu gusto 🌸)

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    El auto permanecía en silencio, los faroles públicos se encendían como luciérnagas tras la caída del sol. Freya miraba por la ventana; el viento vibraba sacudiendo los árboles arrojando oleadas de hojas secas.

    El otoño había llegado.

    Levi y Hange mantenían una conversación amena, el pelinegro no le había hecho ningún comentario inapropiado durante todo el camino, solo charlaban, como amigos que eran.

    El auto bajó la velocidad, entrando a una calle privada con casas iguales entre si y deteniéndose delante del número 34°. Al bajarse del auto, fueron azotados por una fuerte ventisca fría, haciéndolos entrar a trompicones.

    —¿Creen que llueva? —preguntó Levi dejando algunas bolsas de compra sobre el meson de la cocina.

    Hange camino detrás de él colocando el resto al lado.

     —Probablemente, hay algunas nubes —dijo acercándose al gran ventanal de la sala viendo el cielo.
    —Freya, deberías prestarle algo a Hange esta noche.

    Habló Levi desde la cocina guardando las compras en los gabinetes.

    —Ven, Hange. Debo tener algo que te quede.
    —Te sigo.

    Caminaron por el pasillo de la izquierda, deteniéndose frente a una puerta hasta el fondo de un color morado pálido.

    Había una enorme cama pegada a la pared derecha, demasiado para una sola persona aún más de su pequeño porte. Sobre  una pequeña mesa había una lámpara blanca Lisa de dos gatos sentados elegantes viendo al frente con las colas unidas.

    Frente a la cama habia una pared con repisas incrustadas, justo al medio había un enorme televisor. Las repisas estaban llenas de cachivaches; un gran jarrón con flores y plantas secas, una enorme cantidad de caracolas de mar, figuras de gatos, ovejas, elefantes y algún que otro dinosaurio colado entre ellas, pero lo que más predominaba era la enorme colección de libros en las repisas superiores, con aspecto antiguo la mayoría de ellos, algunos otros más normales.

    No podían pasar desapercibidas las figuras de distintas criaturas fantásticas; dragones, sirenas, hadas, caballos con las pezuñas al revés y muchos que no pudo identificar. Al Fondo de la habitación habían dos escritorios, uno más grande y desordenado que el otro, el más pequeño pegado a la pared derecha con una computadora portatil, y el otro lleno de dibujos, pintura, colores de madera y más cosas de arte que le eran desconocidas.

    La mayoría de dibujos eran de criaturas extraordinarias, de todos los colores y formas. Habían paisajes al óleo sobre caballetes, algunos de ellos sin terminar. En la pared del lado izquierdo junto a la puerta, había pintado un gran paisaje de colores cálidos como predominantes, una gran colina que estaba sobrevolada por un dragón chino blanco, sobre una aldea de Asia antigua.

𝑃𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑙 𝐴𝑛̃𝑜𝑠 || 𝙷𝚊𝚗𝚐𝚎 𝚉𝚘̈𝚎 𝚡𝙾𝚌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora