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Intercambiamos los anillos de Rosas y apretamos las cintas de cuero. Es un baile en el Salón de los espejos, todo es tan desesperante.
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El aterrizaje se había retrasado por la Nevada, estuvieron volando en círculos sobre la ciudad por casi una hora hasta que la pista se despejó. Freya no podía estar más al borde de un colapso.
Salieron del aeropuerto cuando el sol ya se había ocultado, apresuraron el paso hasta un auto rentado, parado justo al lado del espacio para discapacitados. El filete miñón de los estacionamientos. La primera buena señal en todo el día. Freya sonrió con entusiasmo, le era difícil ocultar la sonrisa. Pararon junto a una tienda de convivencia por cosas para Sasha antes de dirigirse al rancho de árboles Los tres encinos.
Freya sabia que no encontraría los mejores árboles en plena noche buena, pero aún así entró con actitud arrolladora. Veía los pequeños pinos verdes, pasando su mirada calculadora y voraz. Buscaba lo mejor que pudiera encontrar aún bajo las circunstancias. Pinos Altos y delgados, bajos y anchos, secos y frondosos. Ninguno parecía tener problema, pero no se sentía satisfecha del todo, suspiro frustrada antes de ver un pino enano (aunque no demasiado), junto a un contenedor de basura, el tronco ligeramente inclinado a la izquierda, pero tenía el verde más hermoso que juraba haber visto. Cuando se acerco, se dio cuenta que era más alto de lo que parecía a primer vista. Haciendo que levantara la cabeza casi 60 grados para ver la punta.
—Quiero este —tocó las hojas puntiagudas con el dedo índice y una sonrisa.
—Esta ahí por una razón. Quizás deberíamos seguir buscando, estoy seguro de que encontraremos algo mejor —Levi se paro a su lado viendo al árbol.
—No habrá otro mejor.
Levi suspiro antes de buscar a su alrededor algún empleado. Se acerco a él y explicó la situación, el árbol estaba "defectuoso", su ligero tronco torcido lo sacaba del ruedo y eso lo hacía el espécimen perfecto. Normalmente no lo recogerían hasta después de dos semanas, por lo que si podían deshacerse de el, mejor.
Lo ataron a la parte alta del auto y condujeron a la siguiente parada. El supermercado estaba gratamente ausente de personas, tomaron diez pizzas familiares y Sasha añadio muchas frituras a la cuenta. Erwin sugirió tomar la decoración del árbol, afirmando que Hange era demasiado perezosa como para tener algo de ese estilo.
Las manos de Freya temblaban con anticipación, la adrenalina recorría sus venas impidiéndole quedarse quieta, Levi sabia que estaba emocionada y nerviosa, aunque no quisiera admitirlo. Entraron a una villa privada bastante elegante, con enormes casas a cada lado. El celador pidió la identificación antes de dejarlos entrar más allá. Dándose cuenta que, tras esa reja oscura y pesada, los recibieron casas aún más grandes, extravagantes y sobre todo solitarias.
Levi se detuvo al final de la calle frente a una casa descuidada de tres pisos, algo macabra y oscura sin perder el toque elegante y barroco. Ninguna luz emanaba del interior a comparación al resto, era casi fúnebre. Tanto que Freya sintió un pinchazo de preocupación en su pecho, parecía la personificación de la soledad, algo que sin duda quería fuera de la vida de Hange.
Se apresuró a llegar a las grandes puertas oscuras, sintiéndose como una hormiga frente a un gigante. Busco el timbre y lo presionó con vehemencia, un suspiro tembloroso escapo de sus labios antes de volver a tocar luego de unos minutos. Estaba por volver a hacerlo, cuando el chirrido de la madera la hizo retroceder. Apenas pudo reconocer el resplandor de un par de gafas familiares cuando sintió otro cuerpo impactar contra el suyo y elevarla considerables centímetros del suelo.
Su risa la hizo sonreír y ocultó la cabeza en el hueco de su cuello, cerró los ojos he inhalo el aroma a Limón, café y pino de Hange que tanto extrañaba. Sintió sus ojos picar pero se negó a llorar.
—Estas aquí —hange murmura tan bajo que casi se pierde en el viento.
—Estoy aquí.
Hange la bajo, colocando una mano sobre su mejilla, haciendo que Freya se incline hacia el toque y agachara la mirada, Hange no se resistió y la atrajo a ella de nuevo. Se dio cuenta de los demás y les sonrió, para la mayoría no hicieron falta las palabras para saber lo agradecida y feliz que estaba de verlos ahí.
Se hizo a un lado, aun sin soltarla para dejarlos pasar. Levi colocó una mano sobre su hombro y una ligera sonrisa bailó en sus labios antes de seguir al resto. Hange miro hacia abajo, viendo a Freya con la cabeza oculta en su Sweeter sin querer mirarla. Su pecho vibró por su risa y se hacerco al interruptor de la luz.
Cuando todo se iluminó, Freya al fin levanto la cabeza, la habitación se veía almenos un poco más acogedora que el exterior, aunque no estaba el olor a canela y manzana que le gustaba o los gorros de lana en la entrada. Aún así, no se sintió abrumada cuando sintió la mano cálida de Hange sobre la suya, llevándola hasta la sala junto a una sonrisa.
—¿Por que no me dijiste que venían? Habría ido a recogerlos al aeropuerto.
—Deberías saber el significado de Sorpresa, Hange.
Hange rió sin sentirse ofendida, acostumbrada a los ocasionales comentarios sin malicia pero sin filtro de los Ackerman. No se les podía culpar, criados y educados a la antigua. Culpa de Rosé, se atrevía a adivinar.
—Y debo suponer que fue idea de Sasha ¿me equivoco?
Freya sintió un pinchazo de nerviosismo pulular en su estómago, aclaró su garganta y apuro el paso.
—En parte ¿De quien más seria si no? Llegar a casa de alguien sin ser anunciado o invitado debe ser molesto, aunque admito que también fue culpa mía por ceder, pero dijo que no te importaría. —se detuvo un momento agachado la cabeza intentando ocultar su rostro caliente y murmuro—: ¿No se equivocó?
—No lo hizo.
Hange habló igual de bajo. Freya se mantuvo en silencio unos segundos antes de girarse y mirarla.
—Es bueno escucharlo —dijo con una ligera sonrisa.
—Eres de lo que ya no hay, Freya Ackerman.
—¿Carente y gélida? —Resoplo.
—Natural, cálida y perfecta.
—No soy perfecta, Hange. Cometo errores, es egoísta creerse inmaculado.
—La perfección es una pulida coleccion de errores, pequeña dama.
—¿Dama? —Hange sonrió y asintió. —Bueno, si soy una dama ¿Tu que eres?
—Puedo ser tu Lord, caballero, rey, esclavo. Puedo ser lo que tu quieras que sea.
—No necesito un Lord, o un rey. Yo quiero una dama.
Hange rió con ganas caminando de nuevo.
—Oh, pequeña rey, yo soy todo, menos una dama.
—Dijiste que serias lo que yo quisiera.
—Puedo ser tu adepto, pero no una dama.
—Dios, Hange. La poesía no quiere adeptos —Se detuvo a mirarla —, quiere amantes.
Se alejó dejando a hange sola con las palabras en un puño en medio del pasillo, sin saber o sentir más allá que su corazón galopando en su pecho.
Bufo con una sonrisa imposible de sacar antes de entrar al salón y verla tomando un puñado de platos de cerámica y ponerlos sobre la mesa.
Podía empezar a acostumbrarse.
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Hey personitas lindas
Otro capítulo, cortito pero algo es algo
Soy una vaga, ya se, pero que se puede hacer.
Voten y comenten <tres.
Les quiero 🌸 🐢.
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𝑃𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑙 𝐴𝑛̃𝑜𝑠 || 𝙷𝚊𝚗𝚐𝚎 𝚉𝚘̈𝚎 𝚡𝙾𝚌
Random▷ Era un reloj ausente de su pieza más importante. ▷ No sé donde llevarte, con tinta y papel ven a dibujarme. Amor; del latín ōris, relativo de la afinidad entre seres. Desde la filosofía, una virtud que representa el afecto y bondad de...