2: - Ya no luchaba contra la percepción de los hechos.

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Arrodillate y lame las amargas gotas del amor, como despedida los angeles te daran un azul adiestramiento.

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    Desesperación, gritos, sirenas; sonidos conocidos y tan poco agraciados se fueron desvaneciendo junto a recuerdos cuando sus ojos se abrieron, escaneando las manchas del techo iluminado apenas por la poca luz de madrugada que se filtraba por la cortinas. Miro a su derecha el reloj, despertando antes de que sonara la alarma; 5:40 a.m.

    Se sentó sobre el borde de la cama viendo hacia la esquina de la habitación un montón de cajas de mudanza intactas.

    Hacia casi dos semanas que se había mudado con su hermano Leví a su departamento en Nueva Orleans cuando él entro a su segundo año de Universidad. Sabía que no podrían pasar tanto tiempo como antes juntos y aunque no lo dijera, se sentiría sola si seguía con sus tíos, así que contra pronóstico se fue con el. No fue mucho problema, no era muy apegada a sus compañeros incluso a su única amiga, Yelena, que en cierto punto llegó a una relación extraña que no duró demasiado. No había nada que lamentar.

    Vio las cajas un rato, no sabía si mucho o poco, lo que sí sabía es que ella no las desempacaria. Se sobresalto cuando su hermano abrió la puerta de golpe y la alarma campaneo con fuerza. La apagó y se desplomó perezosa en el colchón de nuevo colocando una almohada sobre su cara.

    —Freya, levantate. Es hora.

    —No, no lo es. — Su voz amortiguada por la tela.

    —Date una ducha y recoge tus ... —paro de hablar y Freya levanto un poco la almohada viendo que miraba la esquina más desordenada con cajas y ropa volviendo a dejar caer la almohada sabiendo lo que diria. —Te dije que terminaras de desempacar, no es nada cortes tener tu habitación echa girones... Deberías ordenar un poco, niña.

    —Lo tendrás listo cuando regrese del colegio ¿Y quien es el que no está siendo Cortes, hermano? Sal de mi habitación, estoy indispuesta ¿estas conspirando acaso?

    —Resignado, en realidad —su pecho vibró con una risa ronca seguida por Freya. —En este lugar hiela más por la noche, no es sano que mantengas tus costumbres, un camisón puede ser adecuado solo cuando es requerido. Te compre un pijama ligero. Esta en el armario. Intenta usarlo ¿Podrías?

    Freya se sentó y lo miro, relajando su expresión, sabía que solo se preocupaba y nadie lo haría como él. Aunque debía admitir que a veces era un poco paranoico.

    Balanceo las piernas antes de sonreír y asentir un poco. Y él la imitó en condescendencia.

    Tomó su bata de baño y salió de la habitación con un último vistazo de Leví acercándose a la cama.

    Al pasar por la Sala que era una misma con la cocina, vio tres grandes cajas militares de alimento no perecedero.

    Hace unos días mientras compraban los muebles que faltaban, se separó de su hermano unos minutos para ver las salas y al regresar lo vió subiendo las cajas a un carrito de supermercado. Estaban en oferta y es sobrio siempre estar preparados en caso de que los alemanes ataquen.

𝑃𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑙 𝐴𝑛̃𝑜𝑠 || 𝙷𝚊𝚗𝚐𝚎 𝚉𝚘̈𝚎 𝚡𝙾𝚌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora