4:- Su voluntad decidirá su destino.

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Bajo la Cruz... Demos rienda suelta a la prueba de nuestra union.

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    Freya guió a Hange por los pasillos y habitaciones, indicándole lo necesario para que no tuviera problemas. Le dio una taquilla para que pusiera sus cosas, si bien había una cantidad considerable de ellas, solo 5 estaban realmente en uso.
 
    Hange noto que el lugar era más grande de lo que aparentaba por fuera, pero confiaba que podría ubicarse prematuramente.

    —Bien, alcanzame en la cocina cuando estés lista.

    Hange asintió, la vio salir y perderse por el pasillo oscuro antes de girarse y quitarse el saco de gamuza para sobreponerse el delantal.

   Cuando llegó a la cocina, Freya cambio sus guantes de lana por unos negros de látex, arregló un poco su cabello bajo una gorra y se vistió con el delantal.

     Había terminado de encender todas las máquinas de café, cuando vio el reloj, había dejado a Hange en la trastienda hace media hora. Se giro dispuesta a encontrarla cuando su cabeza chocó con un pecho.

    —Cuidado, hay cosas peligrosas aquí —Hange la sostuvo de los hombros.
 

  —Perdón, no te había visto. Estaba por ir a bus... —su voz se apagó cuando su vista cayó en su apariencia. No puedo evitar su sonrisa burlona. —Hange.

    —Dime.

    —Tienes el delantal al revés.

    Ella miro hacia abajo, tenía las correas mas largas pasadas por el cuello y surcando su cintura, dejando sueltas las mas pequeñas  colgando por sus costados.

    —Aunque no estoy segura de si quiera se le puede llamar al revés —solto una carcajada. —Dejame ayudarte.

    Hange asintió y se dio la vuelta, las correas estaban enredadas y recorrían de forma caótica por su espalda, necesitaba quitar un nudo en su cuello, pero no lo alcanzaba.

    —Hange, podrías por favor....agacharte un poco —dijo en un susurro apenas audible «Dios, esto es vergonzoso».

    —¿Que? Perdón, no te escuche —Giro su cabeza hacia atrás.

    —Que si puedes agacharte un poco, no alcanzo el nudo en tu cuello —masajeo el puente de su nariz intentando relajarse y, de paso, cubrir su vergüenza.

    Hange soltó una carcajada sonora.

    —Esta bien, esta bien; espera y me siento —Tomó un banco pequeño sentándose frente a ella —Listo, pequeña.

    «.... ¿Pequeña?».
 

    —...¿Te estas burlando de mi?

    —¡No! Es decir, no creas que lo dije por que, ya sabes... Tu...bueno, tu estatura es... No demasiada —levantó una ceja ante su defensa —¡Quiero decir que no es nada de eso! Solo es... Ya sabes, de cariño o algo así —susurró con la mirada baja.

𝑃𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑙 𝐴𝑛̃𝑜𝑠 || 𝙷𝚊𝚗𝚐𝚎 𝚉𝚘̈𝚎 𝚡𝙾𝚌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora