10: - Bola de cristal.

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Sigue así y se ilusionada por la historia de un inestable amor, decorado con lágrimas esta aquel negro matrimonio.

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    Hange se inclinó sobre la silla viéndola pulular de un lado a otro mientras manionraba la cerámica sobre la mesa.

    —Aun no creo que estés aquí, quizás me quedé dormida y estoy soñando.

    Freya se detuvo a mitad de la cocina y la miro, parecía realmente abrumada y apostaria a ver un brillo de miedo en sus ojos. Se acercó con pasos firmes y delicados hasta ella, Hange se enderezó y la miro curiosa cuando levanto su brazo hacia su mejilla, sus frías manos acariciaron su piel tan cuidadosamente como el toque del viento.

    —¿Puedes creerlo ahora? —preguntó con su voz derramando calma.

    Hange suspiro temblorosa con sus ojos picando, no estaba segura por que sentía ganas de llorar, quizás era la abrumadora presencia de alguien a quien realmente le importas; o simplemente era una llorona sin remedio. El sentimiento de sentirse realizado y no sentir soledad. Pero era inevitable que una bruma de miedo se instalara en su pecho, todo era demaciado bueno, tanto que no parecía real, como si en cualquier momento el destino decidiera que eran suficientes cosas buenas, que no merecía tanto y algo malo o mínimamente encantador asolara su vida. Se sentía culpable por disfrutar, pero no quería auto sabotearse haciendo alguna estupidez.

    Unos golpeteos en la puerta las distrajo, Levi las miraba con persimonia sin querer interrumpir realmente.

    —Vamos a decorar el árbol ¿Vienen?

    —En un segundo.

    No necesitó más y desapareció en un segundo por el pasillo.

    —¿Árbol? —Hange la miro expectante.

    —No es noche buena sin uno ¿verdad? —sonrio cómplice.

    —¿De donde lo sacaste? ¿No es muy tarde? 

    Freya se inclinó y posó sus fríos y suaves labios como escarcha sobre su frente, demorandose unos segundos dejando un beso de lealtad plena. Hange cerró los ojos y arrugó un poco la nariz con una sonrisa.

    —Soy más persistente de lo que crees, ven —Tomó su mano y la levanto, arrastrandola hasta la enorme Sala.

    Esquivaron con destreza el montón de cobijas y cojines regados por el suelo hasta el enorme bulto de ramas y hojas recostado contra la pared, ni siquiera se habían dado cuenta cuando lo metieron dentro de la casa. Su altura decayó considerablemente ahora que estaba bajo el enorme techo cóncavo, pero seguía siendo algunos centímetros más alto que el propio Erwin.

    —No recuerdo la última vez que se celebró algo como la Navidad en este lugar —hange giro entre sus dedos algunas de sus hojas puntiagudas haciéndolas enroscarse entre sí.

    —Pues entonces hagamos que esto sea algo para recordar. —Sasha se acercó con una gran caja entre sus brazos y la dejo caer sin cuidado sobre las mantas cuando se tropezó con un dobles. —¿Que hace todo esto aquí?

    —Lo siento, la ventana de mi habitación se rompió cuando... —se detuvo al recordar el por que de su actual dormitorio, se giro de un lado a otro buscando con la mirada al pequeño gato.

𝑃𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑙 𝐴𝑛̃𝑜𝑠 || 𝙷𝚊𝚗𝚐𝚎 𝚉𝚘̈𝚎 𝚡𝙾𝚌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora