6: - ¿Arriba Pijamada?

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Arrodillate y ofréceme dolorosas palabras de amor, espirales rojos se ven a travez de las gasas.

Incluso si es un pecado, di que me amas; con tus dolorosos labios.

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    Sus parpados cansados se abrieron poco a poco ajustandose a la luz. Hange miro perezosa sobre ella, encontrando una melena negra justo sobre su pecho, emanaba un dulce y embelezante aroma frutal y probablemente ese toque curioso podria ser jasmin; sus fosas nasales se ensacharon, disfrutando del aroma y sintiendose reconfortada.

    Su mano se movió sola directo a su cabello; mechones negros y suaves cual ala de cuervo. La chica estaba fuertemente aferrada a ella y hange se quedó en blanco, aunque no era pesada, no estaba acostumbrada a eso. Siempre durmiendo en su departamento solitario, cama fría, días y noches en completo silencio siendo así desde que podía recordar. Trataba de demorar todo el tiempo posible para no llegar a casa, incluso quedándose hasta la mañana siguiente en el laboratorio. Y esta curiosa escena frente a ella le hacía sentir extrañamente melancólica. Quería ser egoísta y quedarse así un poco mas.

    Hange acariciaba el cabello suave de la menor, viendo su pecho subír y bajar rítmicamente y sintiendo la ligera brisa de su respiración rozar su cuello. Fuera de la ventana se empezaron a filtrar los rayos de sol. No había podido volver a dormir, se quedó velando su sueño hasta la mañana.

    Miro la hora en el reloj sobre la mesita de noche, rey no podía faltar a la preparatoria y mucho menos ella a la Universidad.

    «6:02 am, puedo permitirme dejarla dormir un poco más».

    Los minutos pasaban en silencio hasta que la sintió removerse. Su delgado cuerpo comparable con el de una muñeca, comenzo a estirarse. Levantó un poco la cabeza, y la miro, teniendo el rostro de Hange frente a ella, sonriendole mientras ella se la devolvía aún soñolienta.

    —Bueno días, rey —Hange retiró su brazo.
    —Buenos días también, Hange —Dijo incorporándose al darse cuenta que estaba casi sobre ella. —Lo siento, no suelo moverme mucho al dormir pero parece que me subestime, lamento si no pudiste descansar.
    —No te preocupes, no suelo dormir mucho y en realidad descanse mejor que otros días.

    Hange se levantó de la cama, sintiendo el pelo suave de la alfombra bajo sus pies, buscó sobre el mueble sus anteojos estirando su cuerpo y crugiendo un poco su espalda.

    —Hay que levantarnos a desayunar, anda.

    Freya se levantó de la cama apenas, las mañanas no eran lo suyo; si bien no era perezosa, era el tipo de persona que ponía más de una alarma. Aunque tuviera el sueño muy ligero, le costaba tener iniciativa para levantarse y de igual forma nunca lo hacía al sonar la primera.

    Camino fuera de la habitación seguida de Hange, directo al baño. Ambas comenzaron a cepillarse los dientes; Hange y Erwin solían ir seguido a la casa de Levi antes de que Freya se mudara definitivamente con su hermano. Había 4 cepillos dentales, haciendo sentir muy acogedora la casa por alguna razón; eso y los pares extras de pantunflas en las cajoneras de la sala.

𝑃𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑙 𝐴𝑛̃𝑜𝑠 || 𝙷𝚊𝚗𝚐𝚎 𝚉𝚘̈𝚎 𝚡𝙾𝚌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora