8: - La desgracia favorece a los perseverantes.

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Dulcemente... Llama mi nombre y en ese momento conocerás... El significado de la eternidad.

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    —Rápido, Levi. El vuelo sale en media hora —Freya miraba a su hermano colocarse la bufanda con descuido.

    —¿No crees que estas exagerando?

    Los hermanos salieron de casa y metieron todo en la cajuela del auto.

    —Desearía que así fuera, debía llamarla a medio día. Me siento tan mal.

    —¿Ya te disculpaste?

    —Mi teléfono murió cuando estaba con Sasha comprando los regalos. —Se subió al auto poniéndose el cinturón en silencio y pensando seriamente hasta que se animó a preguntar—: ¿se pueden subir árboles de Navidad a un avión?

    —¿Que?

    —Olvídalo.

    El cielo estaba nublado y las calles encharcadas. El viento había parado hace un rato, pero probablemente caería una nevada al anochecer.

    —Tranquila, llegaremos más tardar a las siete y podrás hacer lo que tienes planeado.

    —Eso espero.

    Levi paro el auto en el estacionamiento del aeropuerto. A los 10 minutos llegó un hombre de parte de Rose que se lo llevaría mientras ellos salían de la ciudad. Cuando entraron, cruzaron por seguridad y un poco más allá vieron a los chicos haciéndoles señas.

    —¿Ya anunciaron el abordaje?

    —No, pero no creo que tarden mucho. Casi no llegan —dijo Erwin.

    No tardaron en poder abordar y tomar sus lugares. Freya estaba sentada junto a su hermano y Sasha.

    —¿Sabes la dirección?

    —Te dije que si, Freya. Es la cuarta vez que preguntas —, dijo Levi un poco astiado.

    —Cierto, lo lamento. Es solo que no quiero que algo salga mal.

    —Todo estará bien, lo planeaste toda la semana. Lo peor que podría pasar es una tormenta de nieve y que el avión no despegue.

    Freya miro a Sasha con una mirada difícil de descifrar.

    —Lo siento, mal momento.

    Sasha tomó la mochila de la pelinegra y sacó una gran bolsa de frituras. No se tomó el tiempo de preguntar, sabía que eran para ella. Una pequeña costumbre que había tomado Freya de siempre traer algún tipo de comida para la castaña.

    —Toma.

    Levi le pasó un cargador y ella no tardo en conectar su teléfono. Aunque no podría llamar a Hange hasta aterrizar.

    —Conociéndola, debe estar dormida. No creo que se haya dado cuenta de tu pequeño gran retraso en esa ridícula rutina suya. —Levi recargo la cabeza cerrando los ojos.

    —Conociéndola, ha mirado el reloj al menos diez veces en las últimas dos horas —contraatacó.

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    El tic tac del reloj de péndulo repiqueteaba bajo la intensa mirada de Hange, ensordesiendo la silenciosa estancia. Suspiro y se levantó sin ganas del sofá hacia la pequeña chimenea y lanzo un poco más de madera. Los grados habían decaído tanto que ya sentía los pies como picas de hielo.

𝑃𝑜𝑟 𝑀𝑖𝑙 𝐴𝑛̃𝑜𝑠 || 𝙷𝚊𝚗𝚐𝚎 𝚉𝚘̈𝚎 𝚡𝙾𝚌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora