Microrrelato 4: La Gitana

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Temática: Relatos etnicos.

El grupo que había contratado la visita guiada a la bodega de vinos no era muy numeroso. El día era cálido y todo hacía pensar que iba a terminar con la normalidad de cualquier otro sábado de Mayo.

— Esa mujer era mi tatarabuela — Declaró la chica bajita que había llegado al punto de encuentro en tercer lugar.

Era tan bajita que hizo un verdadero esfuerzo porque se le escuchara por encima de las conversaciones entrecruzadas de los integrantes del grupo.

Su voz retumbó en el interior del centro de bienvenida de la famosa bodega de vinos, atrayendo pronto la atención de los demás.

— ¿Como dice? — Preguntó la mujer responsable de la visita guiada, con una expresión que mezclaba preocupación e incredulidad al mismo tiempo.

— Que esa mujer retratada en la pandereta, era mi tatarabuela — Repitió la chica, alzando la mano para señalar con el dedo índice la pandereta decorativa que había colgada en la pared.

El silencio se instauró en la pequeña sala, tras un breve interludio repleto de murmullos.

— ¿Perdón? — Farfulló la guía, acercándose hasta donde se encontraba la chica — ¿Dice que la mujer de la pandereta era su tatarabuela?

— Así es — Afirmó la desconocida, con convencimiento.

En ese momento, la guía sonrió de una manera inusual. Después, llamó a uno de sus compañeros para que la sustituyera y se encargara de continuar con la visita guiada del grupo, mientras ella atendía personalmente a la chica que hacía aquellas extrañas afirmaciones.

— ¿Se refiere a la pandereta de La gitana? — Preguntó la guía de nuevo, cuando por fin estuvieron a solas, sin dar crédito a sus palabras.

La chica tenía rasgos de etnia gitana. Pelo largo, sedoso y azabache. Cuerpo voluptuoso. Cejas tupidas y labios carnosos. Sin embargo, sus ojos eran azul cielo y su piel más pálida de lo normal.

— Si. Mi tatarabuela se la regaló, justo cuando él y ella comenzaron a conocerse — Explicó la chica, poniéndose de puntillas para verlo mejor — Era muy guapa.

La gitana retratada en la pandereta fue, sin saberlo, la primera mujer empresaria de vinos de toda España. Se llamaba Maria Dolores Montaño y había sido la única hija de un gitano mercader de vinos. A pesar del descontento inicial de la madre de María Dolores, desde muy temprana edad, la niña comenzó a acompañar a su padre durante sus largos viaje y pronto se familiarizó con los entresijos del negocio. Desarrolló un paladar y un olfato excelente para detectar el buen vino. Tanto, que incluso cuando su padre murió, continuó con el negocio y se hizo famosa por la calidad de los vinos que compraba.

— Esta pandereta es un regalo que La gitana hizo a la familia Hidalgo, en el año 1815 — La corrigió la guía — No fue un regalo que se hiciera a nadie en concreto.

Los ojos azules de la chicas se posaron en los de la mujer.

— Se equivoca. La pandereta fue pintada expresamente para que Don Eduardo la conservase como regalo. Por aquel entonces, él no estaba casado ni tenía familia. Era tan solo un joven del norte intentando adaptarse a las costumbres andaluzas.

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