Microrrelato 29: El chasco de la cigueña

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Una de las decepciones más grandes de la niñez de Jaime tuvo lugar cuando por fin alcanzaba a contar su edad estirando todos los dedos de su diminuta mano.

- ¡Ya ha nacido! - El grito de su tío Pepe se escuchó desde fuera de la casa y en ese momento la cabeza de Jaime giró en su dirección, dejando de prestar atención a la gran batalla que se estaba gestando entre las pequeñas figuras de soldaditos de plomo que había colocado ordenadamente en el suelo.

Su tio regresaba de haber realizado una llamada desde una de las oficinas que había en el pueblo más próximo, y traía noticias sobre su madre.

Con los ojos brillando de emoción, Jaime se puso en pie y miró a su hermano Enrique, en un intento por compartir la felicidad que lo embriagaba. Sin embargo, el pobre de su hermano pequeño todavía no tenía el conocimiento suficiente para entender la índole del evento que acababa de ocurrir, y que pronto cambiaría sus vidas: por fin la cigueña había decidido hacer acto de presencia, a su mamá le desaparecería la enorme barriga y serían uno más en la familia.

¡Otro hermanito! ¡Otro hermanito para jugar a indios y vaqueros! ¡Otro hermanito para lanzar petardos y fabricar muchos aviones de papel!

Salió corriendo a tal velocidad al encuentro de su tio que, sin pretenderlo, tropezó con los adustos soldaditos y tiró la mitad del ejercito. Ante aquel destrozo, su inocente hermano comenzó a llorar con fuerza. Jaime, aunque apenado, no se detuvo a ofrecerle consuelo. En ese momento lo poseía una alegría tan grande que no quiso entretenerse en recolocar las figuritas o en pedir disculpas, y se fue de allí pitando.

Igual que si fuera un cabrito corriendo por el campo, Jaime llegó brincando hasta la entrada de la casa y, tan pronto como las tuvo a la vista, se agarró a una de las piernas largas de su tio, mientras éste entraba y cerraba la puerta a sus espaldas.

- Qué buena noticia Jaime - declaró, removiendole el pelo con cariño - Todo ha ido bien. Tanto la niña como tu madre, están bien.

En cuanto el sustantivo "niña" llegó a sus oídos, Jaime se separó de su tío como si de repente quemara y sintió unas ganas enormes de llorar. La decepción bañó su rostro, a la vez que se le teñía de rojo.

¿Qué clase de broma era aquella? ¿Una...niña? ¡A las niñas no las dejaban jugar a indios y vaqueros!

Con el dobladillo de una de las perneras de su pantalón corto medio deshecha, la mirada de Jaime voló hacia los ojos oscuros de su tío, que lo observaban con curiosidad.

- ¡Pero mama dijo que era un hermanito! - protestó, dejando escapar un hipido - ¡Siempre me preguntaba que si tenía ganas de conocer al hermanito!

El llanto de su hermano Enrique se escuchaba de fondo, añadiendo más dramatismo a la escena y recordándole lo malo que había sido dejándolo allí solo, con los soldaditos desparramados, vencidos por una fortuita patada.

Su tio posó dos enormes manos callosas sobre sus hombros, dobló las rodillas y se agachó para situarse a su altura. El gesto consiguió apaciguarlo momentáneamente.

- Es una forma de hablar Jaime - le informó - En realidad, no hay manera de saber si es niño o niña hasta que nace...

Aquellas palabras fueron suficientes para que el grifo de lágrimas soltara un caño que le dejó las mejillas empapadas y los pulmones encogidos.

Jaime se sintió traicionado, engañado y estafado por la vida. Todas sus ilusiones habían sido tiradas por la borda y jamás podría montar una pandilla como le hubiera gustado. Y lo peor de todo es que a nadie más parecía importarle ¡Hasta Dios mismo debería haber hecho algo para impedir tan nefasto suceso!

Lleno de rabia y disgusto, Jaime se escapó de las manos de su tio y salió de la casa al exterior.

- ¡Echadsela a los zorros! - Gritó a pleno pulmón.

Enrique, que había parado de llorar un instante para absorber los mocos que salían por su nariz, escuchó aquello y volvió a llorar amargamente.

Su tio Pepe se enderezó y se aproximó a la puerta. Jaime corría de aquí para allá desesperado. Elevó las cejas y apretó los labios, para luego reir en bajito.

- Demasiadas películas del salvaje oeste.

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