🟢 Microrrelatos

Microrrelato 19: La mente de Arnulfo

Temática: Fantasía. Vampiros.

Exactamente en el mismo momento en el que la primera gota de sangre se derramó en la cocina, el olor golpeó a Arnulfo como si le dieran una bofetada.

Ya no había nada que pudiera interesarle, ni siquiera la conversación que mantenía con uno de los invitados en la robusta mesa de madera del comedor principal.

Todos los sonidos y movimientos se volvieron mudos para él. Nadaba en un desmayo sensorial.

Las aletas de su nariz se abrieron, realizando un movimiento lento e involuntario, para inhalar el aire de su alrededor.

Arnulfo abrió sutilmente la boca para que la esencia llegase hasta su paladar, y así poder analizar de forma más minuciosa su contenido.

Era sangre joven, fresca, alegre y dulce, proveniente de una hembra humana.

Desde aquella distancia, Arnulfo supo a ciencia cierta que la afectada se había cortado accidentalmente el dedo índice mientras trituraba una cebolla, y que tenía unas manos hermosas.

Arnulfo cerró los ojos y carraspeó. Evitó, conscientemente, indagar más sobre las características de la sangre que alteraba sus sentidos y volvió a prestar atención a su interlocutor.

Esdras, su invitado, lo miraba extrañado, como siempre hacia cualquier persona que era testigo del momento en que lo asaltaban sus instintos.

- ¿Todo bien Arnulfo? Te he notado como...ausente - Comentó Esdras, bajando la voz para que los demás comensales no se percataran de lo acontecido.

Pronto, la fuente del olor delicioso proveniente de la cocina fue desvaneciéndose. Quedaron miles de partículas suspendidas en el aire, pero el ambiente del comedor recuperó su estado original. La joven se había cubierto la herida de su dedo índice con un trapo de cocina y seguía trabajando como si nada.

Como si no hubiera llamado a la puerta equivocada.

Arnulfo apretó la mandíbula y arrugó el entrecejo. Odiaba tener que convivir con el animal. Odiaba ser esclavo de sus necesidades básicas y que, a su antojo, la bestia lo arrancara de su realidad para someterlo a la suya.

- Tienes razón amigo, ha debido de ser uno de esos síncopes - Contestó Arnulfo, restándole importancia - Disculpa la interrupción, prosigue.

Su voz sonó grave, por lo que tomó un pequeño sorbo de la copa de vino blanco que había a su derecha para resolverlo, humedeciendo sus labios y la garganta.

Mientras Esdras le relataba con ímpetu el transcurso de la reunión que había tenido lugar hacia unos días, Arnulfo esbozó una sonrisa amplia.

Un glóbulo rojo tarda 25 segundos en recorrer todo el cuerpo humano y sobrevive durante 120 días en su interior. Bastaba con probar solo una gota de sangre humana para robar cientos de experiencias vitales de su recipiente, incluso de sus antepasados.

También sus secretos, sus conocimientos y habilidades.

¿Como pretendía, siquiera, poder evitarlo?

¿Acaso los humanos no eran libros abiertos...y él una mente inquieta sedienta de saber?