Microrrelato 3: Sasha, la mujer gata

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Temática: Humanoanimal.

Cuando la luz de la mañana atravesó el cristal de la ventana de la habitación donde dormía, Sasha se despertó.

— Buenos dias mundo — Susurró — Ya estoy lista para jugar.

En ese momento, abrió los ojos lentamente y comenzó a desperezarse, tomándose su tiempo. El iris de sus ojos era de un color dorado intenso. Eran lo más llamativo de su rostro.

En un santiamén, deshizo el redondel que había creado con su propio cuerpo en la cama. Durante el proceso, aprovechó un instante para frotar sus mejillas contra la almohada y soltó un ruidoso suspiro de satisfacción.

Antes de levantarse, Sasha movió sus pestañas con un aleteo intermitente, y arrugó la punta de la nariz para analizar las fragancias que transportaba el aire. Después, rodó grácilmente sobre el lecho hasta quedar boca abajo y encorvó su espalda para continuar desperezándose.

Se bajó de la cama y se dirigió a la cocina, rozando con la punta de las uñas de sus dedos las paredes que se iban cruzando en su camino.

— Mmmm — Murmuraba, dejándose llevar por las sensaciones.

En general, Sasha disfrutaba el tacto de los materiales bajo la yema de sus dedos, ya fueran rugosos, blandos, lisos o porosos. A veces hasta el punto de desear con intensidad poder fundirse con ellos y arrastrarse sobre su superficie, como si fuera un pez en el agua.

La costumbre de deslizar las uñas arbitrariamente sobre las paredes se habia convertido en una rutina que Sasha jamás habia podido evitar. El sonido de esa caricia le resultaba hipnótico, y reprimirse no formaba parte de su estilo de vida.

En la cocina se preparó el desayuno y luego de dirigió al salon, moviendo sus caderas en un vaivén sensual. Allí, dejó caer su esbelto y delgado cuerpo sobre el sofá, y se alimentó con avidez. Tragó tan rápido que cualquiera hubiera pensado que su lengua estaba compuesta de pequeños dientes serrados.

Una vez hubo terminado, lo recogió todo y se dirigió hasta la ducha para asearse.

— Tsss — Protestó, en un momento dado.

Detestaba que las pequeñas gotas de agua salieran disparadas como si fueran dardos, y lo salpicasen todo. Sasha prefería mojarse lo imprescindible, enjabonarse un poco y enjuagarse con rapidez, para pasar a la parte del lavado que a su juicio era lo más parecido a tener un orgasmo fuera del acto sexual: Envolver su cuerpo con la tela de la toalla, secarse, peinar su cabello y vestirse con ropa limpia.

— Oh — Suspiró, extasiada.

Ciertamente, para ella, aquella parte del aseo tenía una fuerte connotación erótica. Su sangre bullía, la piel se le erizaba y sus músculos se contraían involuntariamente.

Al final, Sasha salió del baño vestida, con un rubor que cubria la parte expuesta de su piel y el vapor todavia envolviendo su cuerpo.

Sigilosamente y sin poder contener su alegría matutina, dio una vuelta sobre si misma, pegó un pequeño salto en el aire y cogió la chaqueta que había colgada en el perchero de la entrada de su casa.

— Llamen a seguridad amigos...— Dijo en voz alta, a la vez que esgrimía una sonrisa desmesurada de dientes blancos perfectos.

Se puso la chaqueta, se colocó el bolso sobre uno de los hombros y giró el picaporte de la puerta para salir al exterior.

— ... porque hoy me siento explosiva.

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