Tematica: Relato familiar. La figura de la mujer en la España antigua.— ¿Dice que estos niños no tienen padre?
Julia no pudo evitar cerrar los ojos y soltar un suspiro, pese a considerar todos esos gestos dentro del territorio hostil de la mala educación.
Cada vez que salía a relucir en una conversación cualquier cosa que le recordase a Juan Enrique, sentía que una mano estrujaba su corazón y lo dejaba sin fuerzas. Sin embargo, con el paso del tiempo, había aprendido a tragar sus emociones y a controlar los aullidos de dolor que en realidad la atormentaban.
— Por supuesto que tienen padre. Una mujer no puede concebir sin un hombre — Respondió Julia, sin permitir que le temblara la voz — Mi marido Juan Enrique era de Zaragoza y cuando nos casamos nos fuimos a vivir a Madrid. Allí fue ascendido a coronel. Lo acribillaron a tiros en la guerra de Cuba, sobrevivió con graves secuelas. El médico nos recomendó venir a Sevilla porque el clima de esta tierra podía sentarle mejor y murió al poco tiempo. Esa es mi historia, la de mis hijos...y la de mi marido que en paz descanse.
Los ojos de su interlocutora brillaban con emoción contenida al disponer de aquella información tan jugosa. Julia era conocedora de que aquella mujer era muy dada a mercadear secretos e iría divulgando todo lo que dijera, por eso la había escogido. Doña Dolores la ayudaría a ahuyentar habladurías y pretendientes.
— Que en paz descanse — Contestó Doña Dolores — ¿Y usted de donde es?
Julia sonrió. Estaba esperando esa pregunta. Colocó la taza de té sobre la mesa circular que la separaba de su interlocutora, mientras escuchaba jugar a sus cuatro hijos en una de las habitaciones. Le gustaba mucho oír sus vocecitas agudas y el ingenio que demostraban a la hora de entretenerse.
— Me llaman La extranjera, ¿no es así? — Indagó Julia, dejando descansar sus manos sobre el regazo.
Doña Dolores dio un sorbo al té de su taza y prefirió no responder, encogiendo ligeramente los hombros. Sus ojos seguían brillando con hambre.
— Nací en Puerto Rico — Su corazón latió con viveza, movido por una nostalgia que todavía la hacia soñar con la vida que tenía fuera de España — Aunque si le digo la verdad, Doña Dolores, eso no importa. Soy de donde pongan los pies mis hijos.
La mujer hizo un mohín, disgustada. Quería saber más.
— Es por eso que la he querido invitar a tomar té, Doña Dolores — Continuó Julia, con determinación — Mis hijos. Alfonso, Mercedes, Julia y Enrique. Ellos son mi verdadera preocupación y el eje de mi existencia. Vivo por y para ellos — Hizo una pausa — Esa señora que nos acompañó a misa el otro día y que fue objeto de todo tipo de murmullos sin merecerlo, es la hermana soltera de mi difunto marido. Es enfermera y se ha mudado a vivir con nosotros.
Doña Dolores consideraba escandaloso que dos mujeres vivieran juntas, sin un hombre que dirigiera la casa, la mantuviera o estableciera reglas. Lo único que la hizo contenerse de soltar uno de sus ridículos discursos moralistas, fue creerse con el derecho de poder disponer de la ayuda de una enfermera cuando lo necesitase. No había ninguna mujer en el barrio que tuviera ese nivel de estudios.
— Doña Dolores, míreme — Julia llamó su atención — Mi casa no es un lupanar ni un lugar de adoración demoniaca — La mujer se sobresaltó con sus palabras — Mi casa es un lugar de duelo eterno, donde Dios es bienvenido. Quiero que sepa, y que quede muy claro, que voy a proteger cada chispa de felicidad que desprenden mis hijos por encima de todas vuestras cobardes habladurías.
Doña Dolores carraspeó incómoda, sin saber si debía levantarse o actuar como si le hubiera afectado una sordera repentina.
— ¿Me ha entendido? — Quiso saber Julia, tomando de nuevo la taza de té entre sus manos, con la gracilidad de un ángel.
— Si, doña Julia.
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🟢 Microrrelatos
ContoMe encantan los cuentos y escuchar historias. Anotar, inventar. Este apartado de wattpad lo he dedicado a una serie de microrrelatos, de diferente temática, que espero que despierten no solo interés, sino emociones, a todo el que los lea ;)