Capitulo VI

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Aquel día decidió levantarse temprano e ir a la universidad pronto, para él era una forma de ponerse al día. Sabía que en casa no lograría concentrarse, por eso, optó por ir a su salón y completar todo lo atrasado antes de que el aula comenzara a llenarse.

Era alrededor de las 08:15 am, prácticamente, la universidad se encontraba vacía, como era lo normal. Hasta las 10:00 am sus clases no comenzaban, así que, dejó de perder el tiempo y se sentó en su mesa cuando llegó a su clase, poniendo los cascos en sus oídos para, posteriormente, comenzar a hacer todo el trabajo pendiente.

Perdió la noción del tiempo al estar tan ensimismado en lo que estaba haciendo cuando notó cómo sus tripas se movían dentro de él exigiendo algo de alimento. No era de extrañar que estuviesen así, llevaba un mes comiendo una manzana en el desayuno y un poco de ramen en la comida, la merienda era un trozo de pan blando y la cena, la mayoría de los días se la saltaba. Tal como si estuviese haciendo una dieta estricta para perder peso en poco tiempo, pero sin ser esa la meta. Realmente, no tenía apetito, aun con todo, su estómago le hacía saber lo contrario, y le daba a entender que necesitaba más nutrientes para tener sano aquel gran cuerpo.

Miró su reloj y, seguidamente, se levantó para ir a por algo de desayuno. Decidió tomar un batido de leche de la máquina de la cafetería y volver a clase a seguir adelantando contenido. No estaba seguro de cuánto había tardado, ya que, cuando llegó nuevamente a clase, uno de sus compañeros entraba en ella. No era usual, pero no le dio importancia, caminó despacio hasta su pupitre sorbiendo la leche con una pajita y se sentó volviendo a colocar los cascos en sus oídos.

—Mingyu-ah —intentó llamar su atención—. Mingyu-ah —volvió a llamarlo.

Mingyu estaba lo suficientemente concentrado como para no darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor y la música la tenía tan alta que era imposible poder oír cualquier ruido procedente del exterior. Wonwoo decidió llamar su atención y colocó el helado de nata que no había podido darle por estos días encima de lo que estaba haciendo. Su ritmo cardíaco era irregular cuando este lo miró a los ojos. Quizá Mingyu no sintiese nada, pero para Wonwoo era todo un mundo poder volver a esos ojos marrones brillar como lo hicieron en su niñez y poder sentir que solo lo estaban mirando a él. Quizá Wonwoo había agradecido por un momento el haber tomado la decisión de acercarse y darle él mismo lo que llevaba haciendo a escondidas un mes sin resultado alguno debido a su ausencia.

—¿Qué es esto? —habló el contrario sacándole de sus pensamientos en los que se encontraba inmerso—. Así que, ¿eras tú el que dejó el helado aquel día aquí? —Mingyu se encontraba calmado y para nada molesto tal y como pensó Wonwoo que podría sentirse ante tal atrevimiento.

Wonwoo parpadeó unas cuantas veces y asintió despacio.

—Oh, pues gracias —le sonrió— amo el helado de nata, pero no tenías por qué —Mingyu cogió el helado y lo puso en sus manos. —Ya he desayunado, así que, puedes comerlo.

—Es- es un regalo —soltó algo deprisa. Quizá si no tuviese a Mingyu delante hubiese dado un manotazo en su boca por el simple hecho de decir algo tan evidente como aquello e insistir en darle algo que no quería. Sin embargo, volvió a poner el helado en las manos del más alto y se dispuso a salir de clase.

—¿Por qué haces esto? —Preguntó Mingyu con la boca llena mientras se giraba en la dirección en la que Wonwoo se encontraba.

—¿Hm? —el más mayor de los dos se giró a verlo. Cualquier otra pregunta podría haber sido respondida de la manera más fácil que alguien pudiese imaginar, pero aquella tocaba la profunda llaga que Wonwoo tenía en su interior y que, a pesar de tener múltiples respuestas, eran difíciles de sacar a la luz.

You're my hope [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora