Solo en ti

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Akane estaba ahí, frente a él, mirándolo con determinación. Alargó ambas manos a su rostro y despacio acercó sus labios a los suyos. Ella cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación.

El corazón, las hormonas, el pulso, todo él se descontroló y tal como siempre había pensado si llegaba a dar un paso en esa dirección con ella, sus instintos hicieron de las suyas.

Él era un hombre.

Un hombre, aún cuando su cuerpo cambiaba. Y como tal, por más que su disciplina de guerrero lo ayudaba a mantener la serenidad y compostura en casi cualquier situación, al final terminaba actuando en base a eso, su instinto de hombre.

Igual que no existe un león vegetariano, él, un simple mortal, no sabía contenerse ante su contacto.

La caricia cautelosa de sus labios se convirtió pronto en algo totalmente distinto sin que Akane pudiera, o él quisiera, detenerlo.

Su lengua se aventuró en el interior cálido de la boca de su amante y un mar de nuevas sensaciones lo inundó por completo. La mano izquierda descendió a la cintura femenina y la atrajo un poco más cerca de su cuerpo.

Pero, obviamente, Akane Tendo era una mujer difícil de dominar. Incluso tratándose de un beso.

Ella golpeó su pecho, varias veces, en un vago intento por alejarse de él.

Pero, él podía sentirlo, ella realmente no quería que se alejara.

Aún así, de alguna forma y tras algunos segundos de guerra y paz, se les había arreglado para separarse.

-Eso tiene que ser suficiente, ahora-había dicho ella con voz nerviosa-El agua fría.

Agua fría. Claro. Agua. Fría.

Ella se agachó para tomar la botella del suelo y se la dio con manos temblorosas, aunque sin mirarlo a los ojos.

Sí, claro, necesitaban agua fría, después de todo aquel beso había sido solo para saber si el texto tenía o no razón.

Akane se sentó, más bien se dejó caer en el columpio, claramente afectada aún y él, lleno de una extraña sensación, destapó la botella y dejó caer el agua sobre su cabeza.

Y esperó. Esperó a que su cuerpo cambiara con una súplica silente por seguir siendo él. Ranma, un hombre.

Con los ojos cerrados desde el contacto con el agua, tocó su pecho horrorizado de que en lugar de sus fuertes pectorales terminará sintiendo los bien dotados senos.

Pero no.

Él no sintió aquellas redondeces que llevaban años haciéndolo sentirse inseguro e incompleto.

Abrió sorprendido los ojos y vio a su prometida sentada frente a él.

-Yo, sigo igual-le había dicho pero ella no le respondió, solo lo miró con atención acariciando sus labios con sus dedos.

Venga, Akane, en verdad tienes que hacer eso?. 

Con el éxtasis que lo invadía por seguir siendo él mismo podría haber brincado y saltado por todo Nerima y sin embargo, seguía ahí, atontado sin saber que hacer o decir a continuación.

Y Akane parecía estar igual que él. Miró hacía el viejo reloj azul de la tienda de enfrente. Dos minutos habían transcurrido desde que Akane se alejó de él y desde que él se mojó con el agua fría.

Pero seguía siendo él.

Por todos los cielos, seguía siendo Ranma!. Y ya habían pasado varios minutos más!

Ranma vuelve a ser un hombre?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora