Capítulo 8: Contrastes

11 0 0
                                    


Claro que me preocupé por Gian y porque no podría ir, y obviamente si de pura suerte mi mamá no se dio cuenta cuando salí dos veces en medio de la noche a un kilómetro de aquí, desde luego que no correría con la misma suerte el irme a escondidas durante 6 días a 75 kilómetros.
Al siguiente día volví a hablar con ella, y al final, el acuerdo fue que ella iría conmigo, y nos quedaríamos ella y yo juntos en un hotel.

-Hay algo que no me da confianza de él, bueno, no de él, de su familia, el niño la verdad con todo el respeto que se merece se ve muy descuidado, y yo no pienso dejarte dormir en el mismo lugar que sus padres.
-Pero ni los conoces mamá.
-Y ni quiero la verdad, su mamá se ve que es bastante especial.
-¿Por qué lo dices?
-Hace año y medio, cuando fue su ceremonia de inicio de primaria, la vi a ella discutiendo y peleando con el personal de seguridad de la entrada, ella había llegado tarde y ya no se le permitía el acceso, pero ella empezó a insultarlos, se escuchaban sus gritos por todo el patio de la escuela, ustedes todavía estaban en sus salones.
-¿Y cómo le hizo para estar en la ceremonia?
-El padre que iba a dar el sermón esa mañana se dio cuenta y él le dio el accesoi para que ya no hubiera más pleito, pero la señora bien enojada ni le dio las gracias ni nada, todavía que llega bien tarde.
-Ay no...
-Sí de verdad, y ya después cuando todas las amás nos despedíamos de nuestros hijos, me fijé con quién se despedía ella, la verdad me intrigaba qué pobre alma podía vivir con esa señora tan loca.
-¿Y ese era Gian?
-Así es, ese era Gian; el pobre iba con un sueter que ni era del colegio con los puños bien gastados, el cuello de la camisa que debía ser blanco estaba todo amarillento, y sus zapatos que debían ser negros, todos gastados y grises de la punta, ay no, pobre niño de verdad.
-Nunca lo había notado.
-Pues después te vas a empezar a dar cuenta de esas cosas. Por favor David, nunca andes con nada roto, o sucio, tú siempre tienes que ir bien a la línea, limpio, presentable, eso habla mucho de quién eres.
-Sí mamá.
-Y la verdad yo no había querido decirte nada ahora que estuvo aquí estos días para que ninguna se fuera a sentir mal o hubiera malos entendidos.
-¿Te molesta que esté aquí?
-No para nada, de hecho, me cae muy bien el niño, es muy tranquilo, y se ve que te quiere.
-¿Entonces?
-Es que me pongo a pensar de su mamá, así como es, a ver si un día no viene a reclamar, o le hace algo a él por venir seguido, al rato va a decir que se lo queremos quitar.
-Ay ¿cómo crees?
-Uy David, no sabes, he lidiado con ese tipo de gente o peor toda mi vida, y es mejor andarse con cuidado.

Llegó la navidad, todo estaba tan colorido y bien adornado, a pesar de ser una casa tal vez demasiado grande para dos personas, no fue impedimento para que mamá y yo aprovecháramos todo el espacio que se pudiera. La verdad es que sí sentía un poco más vacía la casa al no estar ni Fiorella ni Rigoletta, pero mi madre como siempre, hacía todo lo que podía para que yo no sintiera esa "soledad", que no sintiera la ausencia de la figura paterna, de hermanos, ella me llenaba de actividades, de juegos, veíamos películas, me leía historias, y aún con sus 3 meses de embarazo no se cansaba, o bueno, tal vez era muy buena para que yo no notara si se cansaba.Esa navidad fue increíble, porque a la hora de abrir los regalos tenía no una, ni dos, si no 6 figuras de colección de blablabla. Una que me regaló mamá, otras dos que me enviaron mis tías, otra de Philippo, otra de Rigoletta, y otra de Fiorella. Cualquiera pensaría o yo hubiera pensado que solo estaban para conducir, cocinar y hacer el aseo, respectivamente, pero no, en verdad me querían y hoy daría lo que fuera por agradecerle a cada uno todo lo que hicieron por mí. Por lo menos ese día pude agradecerle a mi mamá abrazándola y enseñándole cada una de las figuras como si estuviéramos en la tienda y quisiera convencerla de que las comprara y ella muy atenta siempre.

Llegó el día de irnos a Florencia, era 30 de Diciembre, y nos recogerían en la tarde, debía revisar en el jardín trasero que no hubiera nada de mis cosas o juguetes, la verdad es que luego los dejaba ahí y no los recogía hasta en uno o dos días, pues es que era difícil perderles o que alguien pudiera robarlos pues no vivía nadie por lo menos a 1 kilómetro a la redonda.Pero la gran sorpresa que me llevé y que ni si quiera tuve tiempo de digerir, pues ya tenía que subirme al carro porque me esperaban mi mamá y Philippo, era nada más y nada menos que el hoyo que se había formado en la tierra, ahí, justo donde habíamos marcado el círculo Gian y yo con la sustancia negra que me había regalado Azán, ya habían pasado dos semanas y apenas se había hecho el hoyo. Vi una nota y me metí rápidamente, no era peligroso, pues el hoyo no pasaba del metro de altura, la guarde en mi bolsillo y fui corriendo al carro.Mamá preguntó que por qué había tardado pero obvio no le iba a decir, no quería arruinar el viaje y que se preocupara, era mejor que se enterara e hiciera el coraje ya de regreso.

En el camino, Philippo siguió las camionetas que llevaban a los integrantes de la iglesia, en la camioneta de hasta atrás venían Gian y las demás personas que iban a ayudar, que me supongo estaban en una situación parecida a él y debían hacer sus labores de vendimia más por necesidad que por mero servicio religioso. De vez en cuando Gian volteaba a verme y ambos nos saludábamos de un vehículo a otro regalándonos una sonrisa.Una vez estando llegando al destino, ya en el atardecer, todos nos vimos afuera de la que sería la iglesia y recinto religioso más famoso de aquella ciudad, La Catedral de Santa María del Fiore, que sería sede de las misas del día siguiente, y una parada del carnaval que se celebraría por motivo del fin año.

La verdad sentí un sentimiento extraño cuando bajaron de la camioneta todos los que venían Gian, señores y señoras, incluyendo a la mamá de Gian parecía que habían quedado de acuerdo para mostrar la misma cara y esos gestos, gestos como de desagrado, de tristeza, como cansados y hartos, todos excepto Gian, que se veía emocionado.

Dieron instrucciones para el día siguiente, las actividades que les corresponderían a cada uno, después de eso, los de la iglesia se fueron por un lado, los señores y señoras que iban a ayudar y solo quedamos mi mamá, la mamá de Gian, él y yo, Philippo nos estaba esperando en el carro para llevarnos a nuestro hotel.

-¡Hola! ¿Qué tal? Helena Giamatti, mucho gusto ¿cómo está? (Dijo mi madre hacia la de Gian con tono dulce y amable)
-Hola, pues aquí llegando, mire. (Dijo ella dándole la mano con un tono y rostro bastante bien)
-Qué bueno que por fin nos conocemos ¿verdad?
-Sí ¿verdad? Qué bueno.
-¿Van a hospedarse todos en el mismo lugar?
-Sí, en el Duomo.
-Ay ¿en serio? Yo también.
-No creo que sea el mismo Duomo.
-¿Por qué?
-Porque es un albergue, y alguien como usted jamás dormiría en un albergue ¿o sí? Yo creo que usted se va a quedar en el Duomo Palace, el hotel que está a unas calles hacia allá.
-Eh... Bueno, a veces tenemos que hacer sacrificios.
-Sí ¿verdad? Y hablando de sacrificios ¿apoco usted le debe a la iglesia también?
-No, afortunadamente no, la verdad que quise a acompañar a David porque su amigo le pidió que viniera.
-Ah, entonces tú eres el que anda jodiendo a la gente ¿verdad?
-No, no, déjelo, no pasa nada, de hecho fue mi idea el venir aquí, mi hijo me había pedido venir solo, pero por su seguridad también quise venir.
-¿Ya ves? Andas molestando a la señora y la haces venir nada más para que vea como vendes panes, cabrón. Pídele perdón.
-No, no, en serio, no pasa nada. Pero mire, qué bueno que vinimos y aquí estamos todos ¿verdad? a disfrutar.
-Jeje, pues usted. (Dijo mientras sacaba un cigarro y lo prendía)
-Bueno, pues ya nos retiramos y nos vemos mañana, que pasen muy buenas noches.
-Ándele, igual ustedes. (Se despedía dando media vuelta mientras soltaba la primera bocanada y se iba)
-Córrle Gian que te deja tu mamá. (le dijo mi mamá a Gian mientras le sobaba el hombro)
-Ay sí, ¡espérame mamá!... Nos vemos mañana Gian.
-¿Te acuerdas de lo que te dije? (Dijo mi mamá soltando un suspiro y sonriéndo al horizonte, para después meterse conmigo al carro e irnos a nuestro hotel)


Continuará...

APOLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora