Capítulo 6: Uno de los nuestros

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Volví a repetir toda esa pequeña misión de aquel 11 de Octubre para llegar hasta ese meseta de donde emergía el humo. Llegué a la cumbre y me paré en el centro, pero no pasaba nada, miraba al piso y empezaba a saltar sobre el mismo lugar para ver si se aflojaba pero nada.

-¡Hey! ¿Hay alguien?

Grité pero no pasó nada, ni un sólo ruido.

-¡Oigan! ¡Soy yo, David!
-¡Cállate!

Una voz se escuchó entre la nada, vi una pequeña niebla negra en la orilla de la meseta, y entre las sombras salió un hombre. Era Amán, y me quedé petrificado tal como la primera vez que lo vi.

-...
-Te pueden escuchar.
-¡¿Quiénes?!
-Ja ja, nadie, sólo bromeo, no hay nadie aquí, ya lo sabes.
-¿Y tus amigos?
-No son mis amigos, son mi familia. Están allá abajo, pero no los verás hoy, no te preocupes, estoy yo que los represento a todos, así como todos representamos a Hathor.
-Eh...

Una vez más no sabía que decir antes sus oraciones raras.

-Qué bueno que volviste, pensamos que ya no lo harías.
-Yo los esperé por dos meses.
-Hace un mes estuvimos aquí, el 11 de Noviembre.
-No vi el humo.
-¿A qué era estabas viendo la ventana?
-No recuerdo... Espere, ¿cómo sabe que lo estaba viendo desde mi ventana?
-Es obvio que no vienes de muy lejos, sólo eres un niño. Además, no se ve por aquí ningún lugar habitable más que ese castillo de por allá.
-No es un castillo, es mi casa... ¡Oh no! No debí decir eso. ¡Ay no, ay no!
-Qué terrible, no debes decirle esas cosas a extraños ¿verdad?
-¡No, no debo!
-Pero David, yo ya no soy un extraño para ti ¿cierto? (Abriendo mucho sus ojos)
-Yo... Eh, bueno... Es que no lo conozco, sólo sé su nombre y que ama a Hathor.
-Descuida, nosotros nunca te haremos daño, ni a ti, ni a los que amas, eso tenlo por seguro.
-¿En serio?
-Pero claro, ¿qué clase de personas crees que somos?
-No lo sé.
-Está bien tenerle miedo a lo desconocido David, pero siempre hay que saber hasta dónde tener miedo para no entrar en pánico, ¿sabes cuál es la diferencia?
-¿Eh?
-Entre el miedo y tener pánico ¿lo sabes?
-No... La verdad no.
-El pánico es el miedo excesivo, tan brutal y enfermizo que lleva al hombre a hacer cosas que van desde lo estúpidamente inocentes, hasta cosas horribles e inhumanas.
-No no, yo no quiero hacer nada de eso, no soy malo. Yo no tengo pánico, en verdad, lo prometo.
-Lo sé David, lo sé. Pero hay gente que no controla su miedo y lo convierte en pánico, y a veces esa gente afecta a otros que no lo merecen.

Empezó a lamerse los labios, miró por un instante a la deriva y luego volvió a clavar su mirada en mí.

-Mataron a uno de los nuestros David.
-¡¿Qué?!
-Sí... Como lo escuchaste. ¿Sabes qué es eso? ¿Sabes qué es matar?
-Pues claro que lo sé, no soy tan ingenuo.
-Me queda claro.
-Yo... Lo siento. Lo siento por tu amigo, digo, tu familia.
-No, no lo sientes. Pero descuida, ya lo sentirás, ésta asquerosa sociedad te hará sentirlo en un punto o varios de tu vida.
-Pero, entonces... ¿Ustedes salen de sus lugares? Es decir, salir de la tierra con las demás personas.
-Claro que sí, tenemos que llevar nuestras máscaras para poder sobrevivir en éste mundo. Llevamos una doble vida, pero lo que tu ves, ésto, la cueva, nuestras marcas...
-El que aparecieras de la nada y aflojaran la tierra del piso y esos movimientos extraños que hacían con el fuego...
-Sí, exacto, todo eso es real. Pero también llevamos una doble vida; una vida en la que podemos encajar, por decirlo de alguna manera en el mundo real, donde podemos caminar por las calles, por la plazuela a donde vas a jugar, a los parques y diferentes lugares sin que nos reconozcan.
-¿Y cómo?
-Nos camuflamos. Ocultamos nuestras marcas.
-Hablas de los tatuajes.
-Bueno, tú les llamas tatuajes, pero sí, así es. Y lo hacemos por nuestra seguridad, porque la gente no nos quiere, nos odia, nos desprecia, y en el mejor de los casos, sólo nos teme, como tú.
-¿Y entonces por qué mataron a uno de los tuyos?
-Esa es la gran cuestión David, no tenemos ni idea de por qué pasó eso. Pero como en toda la historia, el rebaño exige respuestas y seguridad a su pastor; yo soy el pastor de este rebaño y mi deber es protegerlo, es orientarlo, educarlo y guiarlo a un mejor sol, un mejor mañana.
-Entiendo... ¿Y qué van a hacer ahora?
-Nos iremos de aquí, ya no es seguro. Tal vez a otra ciudad en otro estado.

Por alguna extraña razón me sentí un poco triste por él y por su familia, un sentimiento sumamente extraño. Y al parecer, Azán notó d inmediato cómo se me había desencajado un poco el rostro y continuó.

-Pero no te preocupes, David, podemos regresar. Estaré mandando centinelas para que revisén el área, que vean cómo se va desarrollando el sistema y la sociedad.
-¿En serio?
-Estuviste investigando acerca de Hathor, ¿no es cierto?
-¿Qué? ¿Cómo lo sabe?
-Y también ya le dijiste a alguien, puedo sentirlo.
-Y-y-y-yo, yo, eh...
-Descuida, está bien. No hay problema, de hecho, tengo que agradecerte por propagar la palabra de Hathor. ¿Sabes qué es lo que me llena más de dicha?
-¿Qué?
-Saber que no tuve que obligarte para que lo hicieras.
-Oh... Eso, es cierto.
-¿Y sabes qué más? Volviste.
-...
-Así es como funciona la fe, David, nunca debió haber sido de otra forma. Ahora contéstame esto, ¿te interesa estar más involucrado en esto?
-Bueno...
-Mira, hablo de que mantengas ese mismo interés que has tenido estos meses por nosotros y por Hathor. Posteriormente mantener una constancia, un compromiso, y cuando sea el momento cierta discreción ante las cosas que veas, hagas o escuches. Te lo repito, nunca tendrás que hacer algo que no quieras, pero fíjate lo que está en juego, ¡solamente nuestra vidas! Si regresamos, sería por ti.
-Yo...

Otra vez habían regresado los nervios a mí como la primera vez que me topé con él, no me sentía amenazado, pero yo mismo me presionaba por miedo a perder una oportunidad única en la vida, tal vez, empecé a sudar y comenzó a temblar mi mandíbula.

-Toma esto.
-¿Qué es?
-¡No, no lo abras!
-Ay, perdón.
-Dentro de éste costal, está lo que se necesita para... ¿cómo le dices? "Aflojar las cosas".
-¿En serio? ¿Y cuánto es?
-Lo necesario. Consideralo una muestra de nuestro interés por ti, así como el tuyo por nosotros. Sin ningún compromiso a tener que darme el "sí" definitivo para la próxima vez que nos veamos. Úsalo con inteligencia, solamente.
-Claro, muchas gracias.
-Muchas de nadas. Ahora, ve a casa.
-Espera, entonces ¿cuándo regresarán aquí?
-En unos cuantos meses, tal vez.
-Es mucho tiempo.
-Pasará rápido. Ten cuidado, desconfía hasta de tu propia sombra y recuerda, la Tierra necesita un protector.

Y se esfumó en medio con una gran cortina de humo que el mismo hizo. Corrí hacia mi casa, entré y llegue hasta mi cama, con mucho sudor y con muchas dudas, no sabía de debía o no contárselo a Gian. Tampoco no tenía ni idea de dónde guardar el costal, Rigoletta podría encontrarlo cuando hiciera el aseo. Y otra cosa ¿en qué pensaba Amán cuando le dio a un niño la habilidad de poder deshacer cualquier materia a voluntad?

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