-Estás loco ¿verdad?
-No.
-Sí, creo que te volviste loco.
-Que no, te hablo en serio.
-David ¿cómo rayos es que quieres ayudarlo?
-Pues él me ayudó a mí, y ha sido bueno conmigo.
-¿Pero qué tal si es un hombre malo?
-¿Por qué sería malo?
-Pues porque viene por venganza... Además, tiene poderes ¿no?
-¿Poderes?
-¡Sí! Dijiste que tiró la puerta con un golpe ¿no?
-Ah... Pues sí.
-Entonces tiene poderes.
-O tal vez lo hizo con la virtud, la misma que me regaló.
-¿La virtud?
-Así le llama a la arena negra que me dió.
-Ah... Claro sí, la misma que pusimos en tu jardín y no hizo nada ¿verdad?
-Oye, no te burles.
-Pues es la verdad, no pasó nada con la arena mágica.
-Pues sí pasó, ayer que nos vinimos para acá, antes de subirme al carro, estuve en el jardín y había un hoyo.
-¿En serio?
-Te lo juro.
-Ay no, qué miedo.
-¿Por qué?
-¿Qué tal que te quiere hacer algo?
-Ay claro que no, lo sabría.
-Ajá, como hoy supiste que el señor que te pidió ayuda en realidad te iba a lastimar.
-Oye, basta.
-Jajaja, lo siento.
-Oye ¿ y tus papás siguieron peleando después de que me fui? ¿Qué pasó después?
-Bueno, pues...
-¡Espera!... Creo que es él.
-¿Quién?
-Ese señor que acaba de pasar... ¡Señor, señor!En ese momento, el señor de traje bien vestido que había dado unos cuantos pasos después de nuestro puesto, al escucharme, volteó hacia nosotros y se regresó.
-¿Quién eres? (Me preguntó pelando los ojos)
-Soy David.
-¿Tú eres Azán? (Preguntó Gian)
-¡Ah claro, tú el nuevo protector!
-¿Qué?
-David, el niño que nos visitó hace unos meses.
-No lo entiendo, nos vimos hace rato.
-Una disculpa, yo no soy Azán, yo soy Élato, su hermano. Qué tal mucho gusto ¿quién es el jovencito que te acompaña?
-Él es mi mejor amigo Gian.
-Encantado de conocerte Gian.
-Ya sé que no eres Azán, pero es que están iguales.
-Sí, todos vinimos con traje.
-No solo de la ropa, también su aspecto, todos estamos calvos ¿no lo recuerdas?
-Sí, pero, aún así se parecen mucho.
-Bueno... Somos hermanos.
-Oye, espera, dijiste "todos" ¿cuántos vinieron? (Preguntó Gian)
-No somos muchos, no queremos llamar la atención.
-¿Y en serio están aquí porque mataron a uno de los suyos?
-¡Gian, cállate!
-No, está bien. Sí Gian, estamos aquí por eso, el cuerpo de la iglesia que les cobra a tu familia, y a las demás por sus viviendas y que trajeron para hoy trabajar en el Capoddano, sí, ellos fueron.
-¿Lo ves Gian? Y tú que no me creeías. Élato, queremos ayudar.
-¿Queremos?... No me lo tomes a mal, Élato, a mí la verdad me da miedo todo esto, y no es por ser grosero, pero yo no me quiero meter en problemas mejor. (Dijo Gian)
-Y haces bien, deberías escuchar más a tu amigo, se ve que es listo.
-Es miedoso, pero yo no, yo quiero ayudar.
-Y te lo agradezco, de verdad David, tal vez algún día lo hagas, estoy seguro, pero por ahora, es mejor que desde aquí seas nuestros ojos y oídos y nos reportes cualquier cosa que veas o sepas hasta nuestro próximo encuentro.
-¿Y cuándo será?
-¿Cuándo te dijo Azán?
-Dijo que en unos meses.
-Pues entonces en unos meses.
-Es mucho tiempo.
-Tengo que irme, que gusto verlos. Hasta pronto.
-De acuerdo.
-Y tengan mucho cuidado ambos.Entonces siguió su camino, y yo me quedé viendo a la nada, en ese momento llegaron algunas personas a pedir hot dogs. No lo pensé más, me salí de nuestro puesto y salí corriendo para seguir a Élato, Gian me gritó y yo sólo le respondí que volvería después.
Le veía a lo lejos pero aún lo alcanzaba a distinguir, de repente se ponía difícil con las personas estorbándome pero lograba zafarme. En eso empezaron a soltar los primeros fuegos artificiales y con tantos cambios de color en el ambiente se tornaba más difícil, pero aún así, no me rendí y seguí.
Después de estarlo persiguiendo como 8 calles, se desvió, salió de la avenida principal donde se estaba celebrando todo, a partir de ese momento fui un poco más lento y más sigiloso, tenía un poco de nervios porque no había nadie, se había metido por un callejón.
Finalmente llegó, se reunió con tres hombres; uno parecía ser un padre, los otros dos hombres eran muy parecidos a Élato, quería suponer que uno era Azán y otro era un hermano más.
Me quedé escondido entre estantes de basura que eran más grandes que yo, no estaba tan cerca de ellos pero podía escucharlo al no haber ningún otro sonido.