𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗢𝗖𝗛𝗢

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Al día siguiente, me desperté más temprano de lo normal, seguramente todos están dormidos, así que, me levanté y me metí al baño. Me bañe y tardé aproximadamente quince minutos, me cambie y salí de la habitación.

Iba caminando por el pasillo, viendo las puertas de las habitaciones. Pare frente a una que tenía una placa en dorado que decía
“Jin” la abrí despacio y en mi visión apreció un Jin dormido muy tranquilamente. Se veía tan lindo y delicado, me acerque a su cama y me senté a un lado de él.

Comencé a acariciar su cabello y rostro. Ante aquél movimiento, Jin sonrió, sonrisa la cuál me contagió. Seguí así por unos cuantos minutos más.

— Pensé que el que acosaba era yo —me dijo con una sonrisa, y yo me sobresalté.

— Maldito idiota, me asustaste —me agarre el pecho—. No hagas eso, yo me altero con facilidad.

— Lo siento, no quería asustarte, es solo que te ví tan concentrada, pensé que me habías visto —rió.

— Oh, pues no, no me di cuenta que estabas despierto —seguía tratando de controlar mi respiración—. Lo siento

— Oye, ¿Estás bien? -Se enderezó y me puso una mano en la espalda.

— Sí, es solo que.. me altero con mucha facilidad, y muchas veces me falta la respiración, pero está bien.

— No, no está bien, preciosa, no es normal que te pasen este tipo de cosas, ¿tienes alguna enfermedad respiratoria? ¿o algo así?

— No lo sé —me alcé de hombros.

— ¿Cómo que no lo sabes?, ¿nunca fuiste a un doctor?

— No, pensaba que era normal, mucha gente suele alterarse, y les falta la respiración a veces.

— Sí, la gente que tiene problemas respiratorios —contesto obvio.

— Como sea, estoy bien, ¿lo ves? ya puedo respirar bien.

— Sí, lo ví, pero igual no es normal, te voy a llevar a un doctor

— No necesito un doctor

— Claro que lo necesitas, si te pasa algo me muero.

— Bueno, da igual, iba a hacer de desayunar, porque.. todos están dormidos.

—Sonrió—. Vamos, entonces.

— ¿Me vas a ayudar?

— Obviamente.

— Bueno, entonces, te espero abajo

— No es necesario, yo me cambio en el baño, pero quédate aqui.

— Eh.. si, cómo sea

Jin se metió al baño y a los cinco minutos salió cambiado.

— Listo, vamos —me agarro la mano y ambos salimos de la habitación—. Deja le pongo llave

—Fruncí el ceño—. ¿Para que le pones llave a tu cuarto?

— La última vez, los chicos hicieron una especie de broma, todo termino mal, así que desde ese día, le pongo llave a mi cuarto. Por eso nadie entra.

— ¿Por qué ahorita que entre no tenía?

— En las noches no lo hago —respondió con simpleza.

— Oh

Bajamos a la cocina y empezamos a cocinar, estuvimos contando anécdotas divertidas y compartiendo recetas de cocina. 30 minutos después, el desayuno estaba listo, pusimos los platos en la mesa y todo lo demás.

¿Amigos o enemigos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora