Detengo mi respiración, el viento hace que la tela que cubre la gran ventana del cuarto me pegue de lleno a la cara.
No dejo de pensar en ello.
En esa piel que me ha estado torturando todo este tiempo, jugando al malo, atandome, golpeando, para después sanar mis cortes.
No puedo alejar mi mente de la imagen perfecta de esa piel mayor que consumió lo único bueno que quedaba de mí.
Llevo días prisionera de algo extraño que no defino ni alcanzo a entender.
Su rostro cubierto por la neblina de mis recuerdos, sólo sus manos, dedos largos, piel casi demasiado clara para mi bien, largas, llena de marcas masculinas, manchada de Pecas.
No hay nada más que mis ojos, divagando en esa piel mayor, repleta de Pecas, ojos claros ocultos en la noche en la que me hizo suya.
Ahora me detengo al sentir mi mano tocando involuntaria sobre mi cuello, sin poder borrar de mi mente sus manos apretando, asfixiando mi llanto.
Siento que ahora, cada vez que lo hace es un canto.
Lo veo quitarse el suéter, y entonces sacar de su pantalón su camisa y empezar a desabotonarla, uno tras otro botón reventando mi ansía.
Cuando antes me pegaba sin control, ahora, su única forma de herirme, mi orgullo, y hasta hacerme retractar de mis palabras fue, con su tacto cuidadoso. Arañando suave mis caderas cuando está encima de mí.
Casi ni me reconozco.
Cuando en vez de alejar de mi sus manos cuando me empuja a él y su cadera, pongo mis manos sobre sus muñecas y pido en silencio que no me suelte. Estoy pidiendo cada noche ante esta ventana mirando al mar que se revuelca frente a varias rocas, que venga, que reclame mi cuerpo de nuevo, y perderme en el momento en que me trata como si yo lo quemara, que suspira en mi cuello, que solloza bajo sobre mi frente pegando mi nariz con la suya. Y me siento amada y atrapada.
Hay tanto en él que me gusta, que hace que sonría cuando pienso en lo que dice, y que hace que trague saliva parpadeando abrumada cuando repito en mi cabeza el timbre de su voz, tan, diferente.
Ese amante mío que una vez pensé ingenuamente que me salvó, resultó, a la mañana siguiente de hacerme el amor, ser el mismo que me secuestró.
Recuerdo mirar temblando el rostro de mi salvador, el mismo que me llevó consigo y estuvo días, noches, amarrada en un establo desnuda, quemando, desmembrando, y, desgarrando cada parte de mi cuerpo como venganza.
Siempre supe que era él.
Y ahora lo amo.
Con una intensidad que no creí ser capaz de producir, y ahora pienso y pienso cada hora sus innumerables Pecas, tras su cuello, en su espalda ancha, en su piel suave, en lo confortable que fue sentir su abdomen pegado al mío, su cintura abriéndose paso por mis rodillas, empujando su peso para abrirme y entonces estar encajado en mí.
En como luchamos por tener el control, antes de que yo cediera ante él.
Sentirlo encima de mí, asfixiando con su peso mi espalda y estómago. Entonces cuando estuvo sobre mi, respirando agitado, encima de mí, tomando con fuerza mis miembros y pasando con agilidad y sin pensar mi pierna izquierda por encima de su cabeza, dejándola por un momento, sobre su hombro y después al otro lado de su cadera.
Y jamás, pensé que me gustaría.
No entiendo que sucede.
Y no pienso dejar que esto me ahogue, antes saltaría sobre la ventana y me dejaría caer sobre las rocas y que el agua arrastre mi cuerpo muerto.
Pero no lo hago.
Y en vez de eso, me pregunto si al menos, él me ama.
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Lince (Tony Montana) scarface
FanfictionSegunda parte de flor del infierno. Scarlet Montini conoció la noche hecha hombre, lo sofocante de un gusto o capricho, el dolor, la perdida de estar en un mundo nuboso sin rumbo fijo, sin objetivo, sin un sentido más del que auto flagelarse por pla...