Todo olía a coronas, las de cristal, y parecían un perfume de algo lejano, alguna memoria o uno de esos placeres pasajeros.
Ah y mi pecho lo confirmaba, de alguna forma sé que todo a mi alrededor, los benson cristal y los marlboro estaban tan fuerte asi como la forma en que el maldito olor a mar se habia ido al fin, fue impresionante. Nada de polvora, nada de de olor a billetes, solo cigarros y cerveza.
-Lleva todo el dia sin comer Doña Ámbar, le pasamos la bandeja a usted? -negué, entonces solo tomé la bandeja y la arrojé a la basura.
-Esta ya contaminada se ve que la jugueteó, yo me encargo de prepararle algo de licuado.
-Si señora.
Suspiré y acaricé una vez mas mi vientre abultado, apenas como si creciera poco a poco, entonces solo fingi que preparaba un licuado para Sosa cuando en realidad era para mí, y satisfecha me metí a mi habitación mientras evitaba verme al espejo.
-Salazar, comió está vez?
-Es su tercera bandeja del día.
Dije yo y suspiré recostandome en la cama con cuidado cosa que Gustavo me ayudó para subir hasta la cabecera, le di una sonrisa satisfecha, siempre tan servicial mi fiel perro militar.
-Bueno supongo que es momento de celebrar, pero primero, este es un mensaje codificado que nos mandó Alvarez -Gustavo me pasó una hoja arrugada con puntos y líneas, -él llega mañana.
Vaya, y pensar que ya pasaron días. Un mes, ¿Tres?
Después de mi trato intimo con Gustavo poco a poco mi cuerpo tuvo la fuerza, la destreza de antes, poco a poco empecé a recuperar lo que yo antes fui. Y coño, extrañaba tanto a Álvarez.-Bien, estamos listos -quise preguntar acerca de ese nombre de Tony, preguntar acerca de esos ojos color miel y bonitas pupilas negras, y recordé que no podía ser débil y flaquear, recordé que no debía sentirme inferior e insegura, no debía. -Que hay de los demás militares ya están más enfermos?
Gustavo sonrió -Muchos tienen esas marcas, esas llagas por el veneno.
Suspiré, sólo quedaba esperar a Alvarez y después irme a la verga. No más Sosa, no más enfermos, no más dolor, ni tristeza ni está sensación de vacío, sería libre ahora que todos estaban intoxicados. Sería libre sin necesidad de beber cada noche para no sentirme débil, porque yo odiaba la debilidad en mi. Sólo a una persona le permití que me sometiera y me viera débil, sólo a una persona la amé tanto que me entregué hasta la última gota.
Y añoraba ver de nueva cuenta a Tony, esa maldita sensación de que no podría olvidarlo, él sabía cómo lo haría una cerveza, como lo haría el perico y como lo haría un beso.
Un verdadero puto beso.
Ese beso que nunca pude recibir de él, y que siempre anhelé, como si fuese un deseo egoísta mío, como si mis propios deseos no fueran nada más que pensamientos sin inicio ni fin.
Era como esa parte que yo perdí, no era el embarazo, no era ni el mierda de Sosa, era él, siempre se trató de él, y eso era lo mas doloroso, no poder estar con Tony. Pero todo eso quedaba atrás con alcohol y besos ajenos, caricias y odio. Con eso olvidaba todo lo pasado y volvía a ser Ámbar la maldita Ámbar Salazar.
-Salazar -parpadeé entonces girandome a Gustavo quien me miraba de cerca, sus ojos canela ardientes, siempre encendidos que me daba escalofríos cada que los veía, dilatados, decididos, siempre tan fuertes. ¿Quien pensaría que sentiría algo por este militar, que me dejaría llevar por él?
-Qué es? -Estos ojos extrañamente también me recordaban a unos ámbar, brillantes, melancólicos, expertos, peligrosos, a su voz, a su masculinidad que me volvía loca como ninguno. A esa voz rasposa y ojos dorados, a esa cicatriz tan varonil y maravillosa. Extrañamente no paraba de comparar una y otra vez a Gustavo con Tony, aunque eran tan putamente distintos.
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Lince (Tony Montana) scarface
Hayran KurguSegunda parte de flor del infierno. Scarlet Montini conoció la noche hecha hombre, lo sofocante de un gusto o capricho, el dolor, la perdida de estar en un mundo nuboso sin rumbo fijo, sin objetivo, sin un sentido más del que auto flagelarse por pla...