Capítulo 1

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Antes de leer:

*Los personajes no me pertenecen.

*Si es que el shipp CamiloxMirabel no les gusta, pueden ignorar esta historia.

*Pido disculpas si la forma de escribir no se asemeja al acento colombiano.

*No soy de Colombia, por lo tanto, no conozco mucho pero si investigué para hacer de este fic algo bonito.

*Esto sucede después de que se salvara al Encanto, pasaron dos años.

*Tanto Mirabel como Camilo tiene diecisiete años.

Sin más que decir disfruten de la historia y no olviden comentar y votar si les gusta.

Mirabel:

Caminaba con prisa entre los arbustos, buscando de alguna manera no hacer demasiado ruido.

Eran las 4:00 de la mañana, todos dormían menos yo, porque tenía que llegar al río donde se nos fue dado el milagro, era una promesa que debía cumplir desde aquel día en que nuestra casita fue restaurada.

Se lo prometí en secreto a mi abuelo Pedro.

Vendría cada inicio de mes a brindarle una ofrenda, no era una costumbre en la familia pero me hacía sentir bien, nunca se lo dije a la abuela y eso que ya llevo dos años haciéndolo.

Cuando finalmente llego, coloco mi cesto de comida en el suelo verdoso y acomodo las cosas, un par de arepas, un vaso de judo de maracuyá y un par de velitas amarillas.

Además de una foto de mi querido abuelo, aunque nunca lo conocí lo admiro demasiado por haber sido tan valiente.

Coloco la foto al centro de la ofrenda y aprovecho un segundo para lavar mi rostro con el agua del río.

—Está fría— susurro para mi misma, peino un poco mi cabello con los dedos.

Me quedo unos segundos observando como un montón de mariposas amarillas vuelan hacia el amanecer que ya va revelándose en el cielo.

—Son hermosas, abuelo— digo señalando las mariposas.

Una suave brisa se pasea por mi cuerpo y en un instante la paz que sentía se ve afectada por un estruendo fuerte. De pronto aquel montón de mariposas se dispersa al retumbar el sonido de algo extraño, me aturdo al instante.

Una sombra comienza a asomarse desde los árboles, el temor poco a poco va invadiéndome pero no dejo que me domine y decido enfrentar aquello, sea lo que sea.

—¡¿Quién es?!— grito con vehemencia mientras alzo una rama del suelo, aunque no me servirá debido a lo seca que está.

—A... Ayu-Ayuda...— resuena en mis oídos y se hace cada vez más débil.

Aquella sombra termina por dislumbrarse y revela a un joven que apenas me mira y luego cae tendido al suelo.

Dudo cierto tiempo antes de ayudarlo, porque nunca lo había visto en el pueblo, es más que seguro que no es de aquí.

¿Pero cómo entró al Encanto?

Secretos | CamirabelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora