Camilo :
¿Qué me estaba pasando?
¿Acaso estoy loco?
¿Me pico algún bicho o es que me golpee la cabeza?
Quizás las flores de Isabela me dieron un golpe y no me di cuenta o alguna abeja me dejó inconsciente; tiene que haber una respuesta lógica al remolino de sensaciones que tengo estancadas en mi corazón, no puede ser, no debe ser y no tengo que dejar que sea.
—Soy un enfermo— susurré para mis adentros con tanta dureza que mis dientes dolieron.
Mis pupilas se cristalizaron en menos de un segundo y por un efímero instante hice caso a los latidos de mi corazón, y ahí dolió más, me lastimó con tanta fiereza la sola idea de saber que siento algo muy fuerte por Mirabel...
Mi prima...
Y es que solo recordar su mirada y esa tierna sonrisa que puede volver feliz a cualquiera, me confunde mucho.
Esa idea giró en mi cabeza repitiéndose innumerables veces, me atormentó tanto que ni siquiera tuve el valor de salir para cenar en familia, tan solo me encerré en mi habitación y apagué las luces encontrandome en una oscuridad profunda, solo quería eliminar el dolor en mi pecho.
Porque cada que lo pensaba se sentía como una punzada que me obligaba a ver la realidad, ella era mi prima y yo era un loco confundido y enfermo.
Las lágrimas cayeron más antes de lo debido y no hice nada para detenerlos, al contrario, quise liberar lo que me afectaba, lloré como nunca abrazado a mis rodillas mientras mis rulos tapaban la poca luz que reflejaba el brillo de la Luna llena que yacía entrar por mi ventana.
Cuando por fin recuperé el aliento y dejé de llorar, ya era media noche, me levanté del suelo y limpie el resto de las lágrimas con mis manos.
Había tomado una decisión para controlar este extraño sentimiento.
Primero debía buscar una buena mentira y hablar con Mirabel, tenía que convencerla de que yo no estoy sintiendo nada por ella, debo inventar una buena excusa y luego alejarme definitivamente para evitar problemas a futuro.
[...]
Cuando finalmente conseguí pensar una buena excusa, me dirigí hacia su habitación, antes asegurandome de que Dolores ya estuviese dormida y no pueda escuchar nada.
Abrí la puerta sigilosamente y para mi sorpresa no tenía seguro, todo estaba en completa oscuridad que apenas pude vislumbrar un par de sombras en el suelo, di pasos poco a poco hasta que en el momento menos esperado tropecé con una caja y caí de cara a la cama de Mirabel.
Traté de elevarme de inmediato, sin embargo me vi atrapado por unos brazos que me sostuvieron, era Mirabel quien se había despertado debido a que yo caí encima de ella.
—¿Quién eres y por qué estas en mi cuarto?— no podía verme ya que no tenía sus anteojos puestos.
Con la luz de la Luna entrando por la ventana, pude apreciar la belleza de sus ojitos dormilones, la delicada textura de su piel y hasta como sus rulos se movían de un lado para otro mientras buscaba la forma de safarse de mi.
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Secretos | Camirabel
Hayran Kurgu-Tienes unos ojos tan grandes que me veo reflejado en ellos, tus cejas son gruesas y brillantes, me encanta tu cabello rizado con ese pequeño mechón rebelde en tu frente- ahora si me sentía extraña, lo que decía Camilo junto a la cercanía que había...