Mirabel :
El resto de la madrugada fue un completo infierno para mi, me arrepentí una y mil veces por haber ido a la habitación de Emiliano y confesarle mis sentimientos, fui una tonta, nunca debí hacerlo.
Lo asusté y fui rechazada en cuanto sus labios tocaron los míos, quizá confundí sus atenciones con algo más.
O simplemente no le gusto.
Ahora me encontraba en la cocina, con la mirada triste y vacía mientras colocaba los platillos para llevarlos al comedor.
—¿Te sientes bien Mirabel?— preguntó mi madre pausando sus quehaceres para prestarme atención.
—Si mamá...— respondí sin ánimos y saqué una arepita para comer —Estoy bien...
—¿Segura?— insistió —porque tus ojitos me dicen otra cosa.
—Enserio no pasa nada mamá, solo estoy un poco somnolienta porque no dormí bien anoche— mentí fingiendo una sonrisa.
Ella se acercó a mi y palmeó su mano en mi cabeza
—Entonces ve a dormir cariño, yo me encargo de todo— intenta ayudarme pero la interrumpo.
—No mamá, además ya se me pasará, solo necesito comer.
Ella no dijo nada más y me dio un abrazo antes de que salgamos al comedor.
El almuerzo se vio servido y todos empezaron a comer mientras yo trataba de mantener mi cabeza baja para no toparme con la mirada de Emiliano, sentía mucha vergüenza por lo sucedido.
—¿Camilo por qué estas tan callado?— preguntó Dolores sintiendo el silencio en la mesa.
Aquello despertó mi curiosidad y animó a que levante mi rostro por unos segundos, pues era extraño que Camilo, el rey del humor, estuviera callado y sin hacer alguna travesura. Lo miré directamente a los ojos y en cuanto él me vió, volteó hacia otro lado como si estuviese apenado.
No entiendo que le pasó.
—Aún tengo sueño— murmuró y colocó la cuchara en su boca.
Decidí ignorar su extraña actitud y seguir comiendo, sino fuera por que mis ojos chocaron con los azules orbes de un pelinegro que me regaló una sonrisa. Comencé a sentirme aún más nerviosa y avergonzada, pero él no, al contrario, seguía manteniendo esa actitud tan amable y tierna conmigo.
Bajé la mirada de inmediato y me dediqué a observar mi vaso de jugo como si fuese lo más interesante en ese momento.
El almuerzo terminó y todos volvieron a sus actividades cotidianas, aunque antes de eso, logré escuchar algo que me dejó confundida.
—Emiliano, necesito hablar con usted, ¿podria venir?— mencionó la abuela.
—Claro que sí, la veo en un segundo— respondió el pelinegro mientras se levantaba de la mesa y agradecía por la comida.
No dije nada y caminé hasta la cocina con algunos platos sucios, los puse en la lavandería y en cuanto giré me ví envuelta en un tremendo susto al sentir a Emiliano muy cerca de mi.
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Secretos | Camirabel
Fanfic-Tienes unos ojos tan grandes que me veo reflejado en ellos, tus cejas son gruesas y brillantes, me encanta tu cabello rizado con ese pequeño mechón rebelde en tu frente- ahora si me sentía extraña, lo que decía Camilo junto a la cercanía que había...